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El Papel De La Iglesia Como Cuerpo De Cristo En La Historia Y La Fuerza Del Espíritu Como Impulsor De La Misma Iglesia En Perspectiva Latinoamericana


Enviado por   •  14 de Octubre de 2012  •  4.732 Palabras (19 Páginas)  •  1.131 Visitas

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El papel de la Iglesia como Cuerpo de Cristo en la Historia y la Fuerza del Espíritu Como Impulsor de la misma Iglesia en perspectiva Latinoamericana

Johnnathan Giménez

Caracas, febrero de 2011

INTRODUCCIÓN

Llama poderosamente la atención esta imagen tan llena de riqueza sobre la Iglesia: Cuerpo de Cristo. La Iglesia, como se le ha llamado, es el Pueblo de Dios; o mejor, el nuevo Pueblo de Dios, pueblo mesiánico por excelencia. Su Jefe o Cabeza es Cristo. Su Espíritu, el que la anima y vivifica. Él quien aglutina toda esa realidad, y forma una unidad viva o cuerpo místico o misterioso pero real del mismo Cristo vivo. Afirma el Concilio Vaticano II: Por la comunicación de su Espíritu a sus hermanos, reunidos de todos los pueblos, Cristo los constituye místicamente su cuerpo. (LG 7)

Ahora bien, todo ello debe abordado desde la fe sobre lo que significa este misterio, misterio por pertenecer a la voluntad Revelada de Dios.

El objetivo de este pequeño bosquejo va en dirección a tratar sobre dos imágenes que van unidas a la realidad de misterio que posee la Iglesia; “La Iglesia Cuerpo de Cristo” y lo que concierne al significado de la “Sacramentalidad-Corporalidad” que refiere al primero.

En un segundo momento se tratará de desarrollar, clave Latinoamericana lo que significa la “dimensión Histórica” del Cuerpo de Cristo. En concreción, se hará el esfuerzo de seguir la forma como el Espíritu actúa y renueva esta, nuestra Iglesia Latinoamericana. En la misma perspectiva Latinoamericana se buscará hacer una comparación entre las figuras de “Cuerpo de Cristo” y la “Fuerza del Espíritu”

LA IGLESIA CUERPO DE CRISTO

1. Incorporados por el Bautismo

Por el bautismo todos hemos sido regenerados en Cristo. Injertados en Él, hemos quedado configurados con Él, a fin de que vayamos haciéndonos siempre más conformes a Él. Por esos somos incorporados a los misterios de su vida, configurados con Él, muertos y resucitados con Él, hasta que con Él reinemos… Mientras tanto, siguiendo de cerca sus pasos en la tribulación y en la persecución, nos asociamos a sus dolores como el cuerpo a la cabeza, padeciendo con Él a fin de ser glorificados con Él (LG 7).

Es importante resaltar cómo Hans Kung (La Iglesia, Cuerpo de Cristo, P. 246) inicia su estudio sobre el bautismo; realizando un enfoque sobre las pistas que nos dan tanto los Evangelios como la historia de las primeras comunidades cristianas. En el Evangelio de Juan es donde pueden encontrarse referencias al sacramento. Citando al propio Kung; ¿No es extraño que fuera de este texto, no haya referencia alguna en toda la era apostólica, a una institución del bautismo por parte de Jesús?

Aunque Jesús no llama a ser bautizados bien es cierto que algunos de sus discípulos habían recibido en bautismo de Juan y otros, como el mismo Pablo, habían recibo el sacramento después de su conversión. En los sinópticos y en Juan (Mc 1,9-11; 11,27-33; Jn 3,22; 4,2) el proceso que sigue Jesús es el haberse sentido invitado y llamado a recibir el bautismo de Juan y lo hace radical por sus palabras y obras en función del Reino

El hecho de que los apóstoles comenzaron a bautizar a quienes se convertían hay que verlo en el peso “nuevo” del sentido que tomaba ahora el sacramento. Ya el bautismo no era de penitencia como el Juan, por la pascua recibe un sentido totalmente nuevo, en palabras de Kung;(P. 249) así pues la Iglesia puede ahora bautizar no sólo en recuerdo de Juan, sino también en recuerdo de Jesús mismo…Jesús es ahora el Mesías y Señor resucitado. Es la fuerza de la muerte y resurrección de Jesús lo que cambia la perspectiva del bautismo, en el pensamiento de Kung, el bautismo sigue siendo preparación, pero desde la pascua. Es interesante cuando Kung habla sobre la autoridad de Jesús sobre el neófito que va a ser bautizado. El bautizado pasa a ser propiedad de Cristo resucitado.

En el sentido de relación entre fe y bautismo debe entenderse como las dos dimensiones del mismo acto. En palabras del mismo Kung; (P. 251) el bautismo viene de la fe, y la fe conduce al bautismo. Antropológicamente el bautismo tiene una fuerte cara de expresión exterior, puede hablarse de la manifestación que es visible ante los demás. Cabe acotar la dimensión de Iglesia, pues no es que el neófito se bautiza así mismo, pues es bautizado por la Iglesia y para ella.

Resalta este trabajo de Kung (P. 254) el carácter indeleble del bautismo. Al haber recibido el sacramento, el ahora cristiano no puede desprenderse de él, puede hablarse del hecho de estar para siempre sellado por esta gracia; al bautizado, en palabras de Kung, ya no le queda otra cosa que confesarlo o negarlo.

2. Unidos en la comida común

Esta nueva dimensión de ser bautizados lleva consigo otra dimensión; la de la comunión. Donde no pueden existir ya, diferencias naturales entre los bautizados. Esta idea la considero central y que sigue en perspectiva de actualidad, una tarea siempre por hacer por parte de la Iglesia y de sus miembros. Kung considera, más allá de las tradiciones Paulinas y de los Evangelios en general, al de Marcos como uno de los relatos más primigenios de la cena del Señor. Hay dos ideas que presenta Kung y que son de la Tradición, en primer lugar la de Sacrificio de la alianza del libro del Éxodo y a la frase “Nueva alianza” y en segundo grado la pasión como expiación del Siervo en Isaías.

Siguiendo a Kung, la instauración de esa Nueva alianza pasa por la muerte de Jesús, por ello esa muerte debe ser entendida como vida y salvación. La cena del Señor narrada en los Evangelios, la última de las comidas de Jesús y sus discípulos, está revestida de un horizonte escatológico.

En la Tradición Evangélica, Kung (261,162), destaca las variantes y las perspectivas en las que se redactaron los textos. Según el autor existen tres variantes o motivos, explicados teológicamente.

La Perspectiva del pasado: en que la cena del Señor es presentada como conmemoración y acción de gracias. Es siempre de alegría, nunca fúnebre.

La Perspectiva del presente: la cena del Señor es comida de alianza y comunión. Es el mismo Jesús que hace presente. Se expresa en presente porque manifiesta un presente vivo. La Perspectiva del futuro: la cena del Señor

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