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Ingredientes Para Crecer En La Vida Cristiana


Enviado por   •  13 de Febrero de 2014  •  2.302 Palabras (10 Páginas)  •  269 Visitas

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Ingredientes para crecer en la vida cristiana

2 Pedro 1:5-11

5vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a

vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;

6al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la

paciencia, piedad;

7a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.

8Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán

estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor

Jesucristo.

9Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego,

habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.

10Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra

vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.

11Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada

en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

A. El cómo. La escalera que conduce al fruto 1:5–7

5vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo,

añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6al

conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la

paciencia, piedad; 7a la piedad, afecto fraternal; y al afecto

fraternal, amor.

Por mucho que el horticultor pode un árbol para que su fruta sea

fácil de cosechar, parece que la mejor fruta siempre está en las

ramas más altas. Alcanzarla requiere de una escalera. En esta

sección, el autor describe siete virtudes como si fueran los peldaños

de una escala que conducen al fruto (1:8). Aquí se nota la gran

diferencia que había entre la filosofía griega y el Nuevo Testamento.

Los filósofos también admiraban la virtud, pero no podían ofrecer

a sus discípulos el método para adquirirla. Más bien, aparentemente

pensaban que una vida verdaderamente santa era imposible de

alcanzar.

En cambio, aun antes de hacer una lista de las virtudes

cristianas, Pedro expuso la base para adquirirlas en los vv. 1:3b–4a:

“…mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su

gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado

preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas

llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina… (1:3b–

4a).

A continuación, el autor dice directamente a los destinatarios de

la carta y por ende, a nosotros: “vosotros también”. Por las

mismas razones ya presentadas, siendo la principal entre ellas que

un creyente participa de la naturaleza divina, todo cristiano debe

incorporar las siguientes virtudes a su vida. Esa actuación es lo

normal y corresponde al crecimiento, desarrollo y madurez de un

hijo de Dios. Además, la entrega a la tarea demanda todo nuestro

esfuerzo, por lo que debemos poner “toda diligencia”.

El autor pone en claro que la fe es fundamental (por haber sido

“llamado” el creyente v. 3) y que es a ella a la que se tienen que

agregar las virtudes.

Se podría concebir la fe como el hilo en el cual se tienen que

ensartar las joyas preciosas que son las virtudes.

El término “añadir” es fascinante. Viene de un vocablo

(joregos) tomado del teatro y de las fiestas de drama que se

celebraban en la antigua Atenas. Dos famosos poetas trágicos del

cuarto siglo a.C. (Sófocles y Eurípides), creaban y presentaban

dramas que requerían de coros cada vez más grandes y costosos.

Los ciudadanos ricos y prominentes (joregos) de aquel entonces,

parece que competían por mostrar su generosidad, con objeto de

patrocinar las extravagantes puestas en escena.

Posteriormente, la misma palabra (joregos) dejó de referirse a

los ciudadanos ricos o prominentes y tomó el significado de “muy

generoso”. Aquí Pedro la emplea traducida como “añadid”, la

palabra señala que el creyente no puede satisfacerse con sólo hacer

lo mínimo, tiene que ser “generoso” (fértil, muy productivo,

abundante) en su adquisición de las virtudes.

EL CREYENTE DEBE SER PRÓDIGO EN EL USO DE

SU TIEMPO Y SU ESFUERZO PARA INVERTIRLOS

EN EL DESARROLLO DE SU VIDA CRISTIANA

REFLEXION

Uno no nace de arriba y simultáneamente

se hace maduro; se necesita tiempo. Por

supuesto, algo más que tiempo es

necesario, porque el tiempo por sí sólo

envejece. La madurez requiere de la obra

del Espíritu

...

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