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Joven, ¿sabes que es la madurez?


Enviado por   •  20 de Mayo de 2014  •  Prácticas o problemas  •  1.705 Palabras (7 Páginas)  •  259 Visitas

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Joven, ¿sabes que es la madurez?

"Quiero demostrarle a mis padres y a mis amigos que ya no soy un niño (o una niña)"... "Quiero poder salir con mis amigos sin que me estén preguntando a dónde voy o a qué hora regreso"... "Quiero manejar mi propio dinero y gastar en lo que quiero sin que me estén controlando"... "Quiero tener novia (o novio) y tener sexo si es lo que me provoca"... "Quiero tener un carro como el que le regalaron a mi amigo..." "Quiero fumar, o beber cerveza, o ir a las discotecas, como lo hacen otros jóvenes"... Estoy seguro de que estas y otras ideas han pasado por la mente de muchos de ustedes, jóvenes. Lo sé, porque yo también fui un adolescente y tuve inquietudes similares. El fondo del asunto es que llega un momento en la vida en que nos damos cuenta de que estamos creciendo, que ya no somos niños y queremos comenzar a vivir como adultos. De alguna manera sentimos que ahora "tenemos derecho" a disfrutar de los "privilegios" de la vida adulta que hasta ahora no se nos han "permitido". Algunos jóvenes sienten que la vida es "injusta" con ellos y se rebelan contra todo lo que signifique autoridad: los padres, los maestros, la iglesia, y en el peor de los casos, las autoridades civiles.

¿Son legítimos estos sentimientos? Y si lo son, ¿cómo canalizarlos? Permíteme hacer algunas consideraciones, basándome en mi experiencia, que creo que te pueden ayudar a darte algo de luz en el camino.

"Privilegios" versus "Responsabilidades"

La verdad es que la vida adulta sí tiene sus privilegios. El poder ser independiente en la toma de decisiones, disponer de nuestro propio dinero y de nuestro tiempo, las relaciones de pareja y el sexo, ciertamente, son privilegios que la vida tiene reservados para los adultos, y el poder disfrutarlos hacen que la vida sea maravillosa. Pero hay un principio básico que debes entender para que comprendas lo que verdaderamente significan. Ese principio es el siguiente: Cada privilegio implica una responsabilidad. Si lo analizas más profundamente, te darás cuenta de la gran verdad que hay en esta afirmación.

El sexo: ¿arma de doble filo?

Por ejemplo, consideremos el sexo. Si analizamos la Biblia, descubrimos que... ¡el sexo fue idea de Dios! Fue Dios quien dijo "no es bueno que el hombre esté solo" y le creó a la mujer, una "ayuda idónea". Fue Dios quien dijo "Fructificad y multiplicaos..." y esto implica las relaciones sexuales. De manera que el sexo en sí mismo no es malo, ni pecaminoso. De hecho, Dios ideó nuestros cuerpos de tal manera que el sexo fuera una de las experiencias más gratificantes de la vida. Sin embargo, como tú debes saber, el tener relaciones sexuales te puede llevar a tener un hijo, lo cual es una gran responsabilidad. Por otra parte, el mantener relaciones sexuales promiscuas te puede llevar a contraer enfermedades venéreas como la Sífilis, la Gonorrea o el SIDA. Y esto para no hablar de las heridas emocionales que una vida afectiva inestable te puede producir: sentimientos de rechazo y de degradación suben y bajan sin que los puedas controlar. En cambio, el sexo puede ser –y lo es- algo maravilloso si se disfruta dentro de los parámetros establecidos por Dios, es decir, en el matrimonio. Una pareja que disfruta de una vida sexual sana es una pareja feliz, aunque tengan problemas económicos o de cualquier otro tipo. Y cuando vienen los hijos, éstos son una bendición que los fortalece y los une aún más. ¡En cambio, un hijo "accidental" puede resultar una verdadera pesadilla! En fin, no necesitas profundizar mucho en esto para darte cuenta de que si no entiendes el sexo como una responsabilidad, no es un verdadero privilegio.

El dinero

Hoy en día, parece que es algo que da mucho prestigio el tener una tarjeta de crédito. He visto a gente hacer lo imposible, hasta mentir, para poder tener una tarjeta del banco "tal" o "cual". Pareciera que el tener una de esas tarjetas los hace sentirse dueños del mundo, o pertenecer a una especie de "élite" privilegiada. Es impresionante cómo la publicidad captura la mente de la gente, haciéndoles creer que con una tarjeta de crédito pueden gastar, y gastar, y gastar... sin que nada pase, pues podrán pagar "en cómodas cuotas". ¡Esta es una de las trampas "caza-bobos" más efectivas que he visto!

Jóvenes, no me malinterpreten, por favor. Yo no soy de los religiosos que creen que las tarjetas de crédito son satánicas porque tienen "el número de la bestia". De hecho, yo mismo tengo, no una, sino dos. Pero, ¿sabes quién te viene a visitar el próximo mes? ¡El estado de cuenta! ¡Y tienes que pagar con un interés del 60 al 70%! ¿Y sabes lo que pasa si no pagas? La deuda se acumula, te cobran intereses de mora, y finalmente, si no pagas, ¡llevan tu caso a abogados y tienes que pagar el monto completo de tu deuda! De nuevo, las tarjetas de crédito pueden ser una gran bendición si eres disciplinado con tus finanzas y las usas con sentido de responsabilidad, no

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