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La Desprofesionalización Docente En Educación Especial


Enviado por   •  6 de Junio de 2014  •  1.112 Palabras (5 Páginas)  •  291 Visitas

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Al cambiar el llamado paradigma en Educación Especial, del modelo médico al modelo educativo

promovido por la Conferencia Mundial de Salamanca (1994), los profesionales viven un proceso

de desprofesionalización. Toda su formación y profesionalización bajo el modelo médico es

incompatible en el modelo educativo o en el paradigma social y de respeto a los derechos humanos

en la educación de los alumnos con discapacidad. Y así lo vive todo el equipo multiprofesional,

desde el profesor de Educación Especial, el psicólogo, el trabajador social y los terapistas

específicos, además del psiquiatra y el neurólogo, cuando intervenían en algunos casos.

Los Programas de formación inicial de los docentes en Educación Especial en América Latina

no han cambiado en la misma proporción al de la radicalidad que el modelo educativo impulsado

exige; siguen formando en la especialidad por discapacidad específica. Es en los Programas de

postrado donde se ha asumido el cambio, pero los que acceden a ellos son los menos, y son

quienes de antemano ya se convencieron de la necesidad del cambio de paradigma. Son los que ya

cambiaron en la práctica profesional y buscan un reconocimiento académico o una reafirmación;

incluso, encuentran en el posgrado un referente profesional que les permita no enfrentar el

cambio en forma aislada y en condiciones de vulnerabilidad profesional. No obstante, dicha

modificación en la formación profesional, se requiere en la formación inicial, ya que la atención a

las Necesidades Educativas Especiales no es una especialidad más entre otras, sino una atención

genérica de los docentes de Educación Especial, de acuerdo al cambio paradigma invocado en

Salamanca (1994).

Históricamente, la Educación Especial nace configurándose desde una perspectiva epistemológica

positivista. Los avances científicos en los diversos ámbitos de la discapacidad van trasminando la

organización de los servicios y se incorporan diferentes profesionales de la clínica médica quienes

basan su intervención en una buena anamnesis y el mejor de los diagnósticos. Resultaba obvio que

un buen diagnóstico conducía a un buen tratamiento. El expediente del alumno se iba abultando

año tras año y se iba transfiriendo de un plantel a otro. La biografía del alumno se escribía a través

de su historia clínica. Se cumplía aquella máxima de que “infancia es destino”1

, que empezaba

desde el alumbramiento. Había que dar cuenta si hubo hipoxia al nacer o algún sufrimiento fetal

por el cordón umbilical enredado al cuello del bebé. Desentrañar si el origen del problema era

prenatal, perinatal o postnatal, debido a alguna lesión cerebral, era básico; cuya causa podría ser

por falta de oxigenación, alguna infección contagiosa o por algún golpe con un objeto contundente

o caída accidental. De la anamnesis, seguía el electroencefalograma o el análisis en laboratorio del

líquido del bulbo raquídeo o medula espinal. Este era el parte médico pediátrico o neurológico.

Le seguía el estudio psicológico mediante test psicométricos y proyectivos para diagnosticar el

grado de inteligencia y los rasgos de personalidad del alumno. Como era contraindicado que las

sesiones de prueba duraran más de tres horas había que realizar de 3 a 4 sesiones por candidato

a ingresar a algún servicio de Educación Especial. Todo comenzaba con un buen raport para

entrevistar al alumno y obtener la información más confiable posible. Se hicieron indispensables

el test de Wechsler, el famoso WISC para medir la inteligencia infantil que provenía del WAISC

1 Es una frase del célebre psicoanalista mexicano, Santiago Ramírez de la UNAM, cuyo obra emblemática

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