La Gran Obra

La alquimia es una disciplina que asocia prácticas operativas y especulativas alrededor de la transmutación de los metales. La alquimia combina elementos de física, química, metalurgia, medicina, astronomía, semiótica, filosofía y arte, y muchos de sus procedimientos son la base de las ciencias modernas. La palabra alquimia proviene del árabe “al-kimia”, que a su vez habría tomado la palabra del griego antiguo “kumehia” que significa aliar, mezclar.

Para los alquimistas, toda la materia del universo está construida a partir de los cuatro elementos primordiales (el aire, el agua, el fuego y la tierra), pero las propiedades de la materia son el reflejo de tres principios espirituales básicos o la “Tria Prima”: el azufre como principio divino e inconsciente del alma, las emociones y los deseos; el mercurio como principio del espíritu, la razón y de la conciencia; y la sal como principio material que da cohesión a los otros dos principios. Estas sustancias no son tangibles, sino que son las esencias que rigen la naturaleza interior y exterior de los objetos. La base de la alquimia es que si somos capaces de modificar las proporciones de estos tres principios, seremos capaces de cambiar la naturaleza de las cosas y transmutarlas en otras.

En nuestro taller, cada uno de los planetas está representado por un oficial o una de las tres dignidades: el Sol (el V.•.M.•.), la Luna (el M.•. de C.•.), Venus (el Secr.•.), Marte (el Tes.•.), Júpiter (el Pr.•. V.•.), Saturno (el Seg.•. V.•.) y Mercurio (el Or.•.).En la alquimia, cada uno de los planetas estaba asociado con las propiedades de un metal, denominado “metal planetario”: el Sol con el oro, la Luna con la plata, Venus con el cobre, Marte con el hierro, Júpiter con el estaño, Saturno con el plomo y, evidentemente, Mercurio con el mercurio.

La alquimia buscaba extraer de la materia la esencia de mercurio, pues se consideraba la base principal de todos los demás metales y, si se modifican adecuadamente las proporciones de azufre y de sal, sería posible cambiar sus propiedades y transmutarlo en cualquiera de los otros metales planetarios. Se podría entonces a partir del plomo extraer el mercurio filosófico que lo define, agregar azufre y obtener oro.

Uno de los objetivos principales de la alquimia, denominada la “Magnum Opus” o la Gran Obra, consistía en la realización, a partir de elementos vulgares, de la piedra filosofal, elemento de grandes poderes. La piedra filosofal tendría propiedades que corresponden a las fases mineral, animal y humana. Así, en el plano mineral, sería capaz de transmutar los metales viles (como el plomo y el hierro) en metales nobles (como la plata y oro). En el plano animal, la piedra filosofal era un ingrediente indispensable para la preparación de la “panacea” o medicina universal, capaz de curar cualquier enfermedad. En el plano humano, la piedra filosofal servía a la cocción del “elixir de la vida” que otorgaba vida eterna.

La Magnum Opus, o búsqueda de la piedra filosofal, estaba compuesta de tres etapas principales, muy complejas y difíciles de realizar, que debían efectuarse en la penumbra o en la obscuridad para no pervertir con la luz a la materia prima; un trabajo que requería de infinita paciencia y cuidado. Con una descripción bastante simplificada, podemos decir que la primera de estas tres etapas, la Nigredo, bajo la influencia de Saturno, consistía en la calcinación en el horno alquímico de la materia prima junto con ácido sulfúrico para separar el azufre y el mercurio, tras lo cual se obtenía una substancia negra constituida principalmente de mercurio, ya libre de impurezas y de otros metales. La segunda etapa, el Albedo, bajo la influencia de la Luna, consistía en exponer la substancia negra al aire y después lavarlo abundantemente con agua mineral, para obtener una substancia de color blanco, pura y libre de sales. Finalmente, se realizaba la Rubedo, bajo la influencia del Sol, donde se sometía la substancia blanca al fuego, para llevarla a la incandescencia

...