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La Religion Desde Punto De Vista Teologo


Enviado por   •  10 de Octubre de 2014  •  1.672 Palabras (7 Páginas)  •  318 Visitas

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La teología católica de las religiones se encuentra hoy ante una desconcertante y retadora encrucijada. Valiéndome de algunas de las categorías empleadas por H. R. Niebuhr en su obra Cristo y la cultura, intentaré determinar en estas reflexiones las etapas que se advierten en su evolución con el fin de hacer ver cómo dicha evolución ha llegado últimamente a un derrotero jamás sospechado hasta ahora o que no había sido tomado en cuenta con la seriedad que el tema merecía. Naturalmente, la cuestión fundamental es saber si esta encrucijada llevará a una renovación de la vida y praxis cristianas o a un progresivo callejón sin salida. Para responder a esta pregunta, concluyo sugiriendo que los teólogos católicos de las religiones adopten la metodología de la teología de la liberación. En mi opinión, lo que se necesita es una teología «liberacionista» de las religiones. Tanto la sugerencia como el estudio del estado de la cuestión solamente pueden presentarse aquí en forma esquemática, necesitando, por tanto, desarrollo y análisis ulteriores. La bibliografía ofrecida al final del trabajo muestra los lugares donde pueden encontrarse más fuentes básicas de información,

I. CRISTO CONTRA LAS RELIGIONES

Durante la mayor parte de la historia, la actitud del cristianismo hacia otras religiones ha sido hostil. Si bien muchos de los Padres primitivos de la Iglesia recomendaban encarecidamente adoptar un punto de vista positivo respecto a los no cristianos (por ejemplo, a través del Logos spermatikós), la valoración teológica más corriente de otras tradiciones desde, más o menos, el siglo V hasta el siglo XVI puede resumirse en la expresión, entendida casi literalmente, empleada por Orígenes y Cipriano: «Fuera de la Iglesia, no hay salvación». La insistencia de Agustín en la gratuidad de la gracia, en contra de Pelagio, vino a ponerse cada vez más en paralelismo con la escasez de la misma y su confinamiento dentro de la Iglesia (cf. IV Concilio de Letrán, 1215, y el de Florencia, 1442).

En la época del descubrimiento de América, gracias al Concilio de Trento y teólogos tales como Belarmino y Suárez, la actitud católica hacia los que se hallaban fuera de la Iglesia evolucionó de una perspectiva excluyente a otra incluyente: de un «fuera de la Iglesia» a un «sin la Iglesia» no hay salvación. Se reconoció la existencia de la gracia salvífica más allá de los límites visibles de la Iglesia; pero dicha gracia no podía actuar sin despertar, en las personas a quienes llegaba, un deseo implícito, subconsciente, de convertirse en miembro de la Iglesia. Tal punto de vista ha continuado hasta nuestro siglo, en que los teólogos han elaborado ingeniosas teorías sobre cómo una determinada persona podría ser verdadero miembro de la Iglesia, aunque lo fuera de una manera invisible o implícita, o se sintiera simplemente propenso a dicha pertenencia.

A pesar de ser más positivo el contenido de este modo de ver la cuestión, Cristo todavía aparecía contra las religiones; poquísimos teólogos se atrevieron, durante los últimos cinco siglos, a sugerir que la gracia, a disposición general, pudiera también ser otorgada a través de otras religiones.

II. CRISTO DENTRO DE LAS RELIGIONES

El Concilio Vaticano II tuvo el atrevimiento de hacer tal sugerencia, abriendo así el camino para un salto progresista en la teología católica de las religiones. Por primera vez en la historia de la Iglesia una declaración del magisterio admitía el valor y la validez no simplemente de los no cristianos, sino de las mismas religiones a las que pertenecen. Karl Rahner explicó lo que aparecía implícito en la «declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas»: los otros senderos religiosos son, o pueden ser, «vías de salvación... positivamente dentro del plan salvífico de Dios». Rahner, cuyos anteriores escritos se hallan en el trasfondo de la declaración conciliar, articula la versión más común de la teología católica de las religiones. Sus bien conocidas opiniones se apoyan en tres pilares: teología, antropología y cristología.

Desde el punto de vista teológico, si los cristianos proclaman la voluntad salvífica universal de Dios, deben afirmar también que Dios ofrece su gracia salvífica a todo ser humano. Desde el punto de vista antropológico, y por razón de la naturaleza esencialmente sociocultural de la humanidad, la oferta de gracia que hace Dios tanto al cristiano como al hindú ha de ser eclesial, es decir, integrada en alguna forma sociocultural. Ciertamente, concluye Rahner, podemos esperar que las religiones del mundo proporcionen esta mediación eclesial de la gracia salvífica universal.

Sin embargo, desde el punto de vista cristológico, los cristianos deben afirmar algo más acerca de la gracia; se trata siempre de la gracia de Cristo. Como «causa final» u objetivo intencional de toda la actuación ad extra de Dios, Jesucristo es simultáneamente causa constitutiva y cumplimiento final de la experiencia de gracia de todo ser humano. Por consiguiente, todos los hindúes o budistas que tienen experiencia de la gracia a través de sus religiones son «cristianos anónimos»: tocados por Cristo y orientados hacia él y su Iglesia. Rahner propuso

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