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Santa Brígida


Enviado por   •  24 de Agosto de 2011  •  910 Palabras (4 Páginas)  •  501 Visitas

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REVELACIONES CELESTIALES DE SANTA BRÍGIDA PRINCESA DE SUECIA

Testimonio que Jesucristo da de Si mismo y de su Divina Encarnación.

LIBRO PRIMERO - REVELACIÓN 1

Yo soy el Creador del cielo y de la tierra, que tengo una misma Divinidad con el Padre y con el Espíritu Santo. Yo soy el que hablaba a los Profetas y Patriarcas, y a quien ellos esperaban. Y para cumplir su deseo y mi palabra, tomé carne sin pecado ni concupiscencia, entré en las entrañas virginales de mi Madre como el sol esplendente que entra por un purísimo cristal, porque como el sol cuando pasa por un vidrio no lo daña ni quiebra, axial la virginidad de mi purísima Madre no fue dañada ni manchada, cuando yo tomé en su vientre mi Humanidad. Y de tal manera me hice hombre, que no por eso dejé de ser Dios, ni era menor que el Padre y el Espíritu Santo en la Divinidad, porque aunque estaba en el vientre virginal de mi Madre, todo lo regía y gobernaba; porque como nunca se aparta del fuego el resplandor, así tampoco mi Divinidad jamás se apartó de mi humanidad, ni aun en la muerte.

Y mi cuerpo purísimo y limpio de todo pecado, quise que fuera llagado de pies a cabeza y puesto en una cruz por los pecados de todos los hombres, y este mismo cuerpo mío es sacrificado cada día en el altar, para que el hombre se encendiese en mi amor, y de ordinario meditase y pensase los beneficios que le he hecho. Pero el hombre, olvidado de todo esto, me ha menospreciado y arrojado de mi propio reino, y en mi lugar ha escogido y honrado a un infame ladrón. Quise asentar mi reino en el hombre, y de razón y rigor yo había de ser su Rey y Señor, porque lo hice y lo redimí; pero el hombre me ha quebrantado y profanado la fe y palabra que me dio en el Bautismo; ha violado y menospreciado las leyes que le propuse; ama su propia voluntad y parecer, y a mí me menosprecia.

Y no contento con eso, estima en más que a mí al demonio, que es ladrón infame, y le ha dado su fe y palabra, siendo un ladrón que roba y lleva para sí las almas que redimí con mi sangre, engañándolas él con falsas promesas. Y aunque lleva las almas, no las lleva porque sea más poderoso que yo, pues mi poder es tan grande, que todo lo puedo hacer con solo una palabra, y tan justo, que aunque todos los santos me rogaran, no haré una cosa, por mínima que sea, contra razón y justicia.

Pero las lleva, porque el hombre usa mal su libre albedrío, menospreciando mis leyes y consintiendo en las tentaciones: y así es bueno que experimente la tiranía de aquel a quien creyó; porque el demonio, aunque yo lo hice y crié bueno, él por su pecado y malicia cayó de su dignidad, y quedó como verdugo para atormentar a los pecadores. Y aunque es verdad que he sido y soy menospreciado de los hombres, soy, no obstante, tan misericordioso, que cualquiera que me pidiere misericordia

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