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Homo Videns


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2011  •  1.910 Palabras (8 Páginas)  •  506 Visitas

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El Homo Videns y la sociedad teledirigida

Kir Ortiz . Vista 34317 veces

El intelectual Giovanni Sartori analizó a finales de los años noventa la influencia de la televisión en la sociedad moderna y las consecuencias que se derivan de la supremacía de la imagen sobre la palabra escrita. Diez años después, el brillante ensayo del politólogo sigue vigente y muestra signos de convertirse en una sólida llamada de atención sobre el futuro de la sociedad digital ¿En qué nos estamos convirtiendo?.

• La obra nos advierte sobre el futuro

Giovanni Sartori, respetado politólogo italiano y Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en el año 2005, escribió en 1998 un libro titulado “Homo Videns. La sociedad teledirigida”. A lo largo de las intensas 140 páginas que tiene el ensayo, este controvertido autor expuso una serie de argumentos que fueron considerados muy provocadores en aquella época. Arremetía contra la incipiente consolidación de una sociedad basada en la imagen y dominada por la cultura de lo visual Para Sartori, la preponderancia de la imagen sobre la palabra escrita adquiere rango decatástrofe. En su opinión, la cultura audio-visual destruye la capacidad de abstracción, la crítica de las ideas y un empobrecimiento letal en el proceso de entender y conocer que posee el hombre. Divide su libro en tres apartados bien diferenciados: En primer lugar habla de la primacía de la imagen, en la que se describe el proceso por el cual se ha incorporado abiertamente la televisión en la vida diaria de ser humano, la influencia que tiene entre la niñez, una generación educada por y para la televisión, los videojuegos y finalmente Internet. En el segundo apartado, "La opinión teledirigida", se abordan temas en torno a las repercusiones sociales que ha tenido la aceptación sin límites de lo que aparece en la televisión, la total falta de cuestionamiento de sus contenidos y el modo en que los gobiernos han utilizado los medios de comunicación para manipular a las masas. Y en último lugar diserta sobre la democracia y su desintegración paulatina frente a la ausencia de razonamiento y esfuerzo intelectual que provoca la televisión.

No demoniza la televisión pero nos hace estar alerta sobre sus efectos

Sartori salta a la arena de la provocación para hacernos despertar de la somnolencia provocada por los medios de comunicación tras tantos años de anestesia. No trata de suavizar los argumentos, más bien al contrario, el autor nos abofetea con cada frase y cada idea. No se conforma con el papel de mero intelectual que disecciona la realidad y permanece en su púlpito, alejándose de las manchas que pueden provocar las ideas audaces. El italiano se atreve a proponer argumentos que sacuden las conciencias y obligan a desperezarse al músculo del pensamiento. Como apunta Concha Mateos Martín, Doctora en Ciencias de la Información en la Universidad de La Laguna, “Se ha arriesgado a que dentro de quince años se le pueda tachar de alarmista, desmesurado, exagerado, torpe, confundido y confundidor. Es decir, se ha arriesgado a que sus predicciones futuribles no se demuestren. Se ha arriesgado a que se enfaden aquellos a los que directamente interpela en su libro para que reaccionen: los padres, los educadores, los periodistas, los empresarios de la información”. O como el propio autor advierte en la página 17 de su libro “tal vez exagero un poco, pero es porque la mía quiere ser una profecía que se autodestruye, lo suficientemente pesimista como para asustar e inducir a la cautela”.

Este valiente intelectual no quiere que su mensaje se olvide enterrado en cualquier estantería, lo que pretende es agitar las mansas aguas de las conciencias adormecidas, levantar los párpados caídos de los individuos que roncan el sueño de la complacencia. Sin embargo, Sartori ejecuta su crítica sin demonizar la televisión. No desespera al lector con argumentos radicales, negativos y sin solución. El autor primero abre las heridas, pero no con intención de dejarlas que se pudran al agresivo aire del diserto sino que al final del libro, las asiste y las cierra con generosidad y positivismo.

La imagen nos tiene anestesiados, hipnotizados, atontados

El autor desata una crítica feroz sobre la televisión, pero sin embargo, no se considera un enemigo del progreso. Su intención real consiste en advertirnos del inmenso potencial negativo que poseen los medios visuales pero por otro lado reconoce también la parte positiva que puede aprovechar la sociedad de estos avances. Como dice Mateos “No se opone a lo que comúnmente se denomina progreso. Pero no olvida alertar sobre la necesidad de controlarlo. Frente a quienes defienden la supuesta democracia de un medio que es capaz de llegar a todos sin exigirles conocimientos extraordinarios, él recuerda que el progreso cuantitativo no es en sí progreso, pues también una epidemia o un tumor es mayor cuanto más se extiende pero no por ello es mejor”. Sin embargo, el autor dispara sin compasión contra la pérdida de la capacidad de abstracción que está provocando la constante exposición de los niños a las imágenes que aparecen en la pantalla de televisión. La información presentada por los medios se encuentra descontextualizada, manipulada y generada en base a unos intereses propios. Se crea un ser video-dependiente que se traga las imágenes sin masticar, como sopa templada que baja por el estómago y se salta el proceso de la razón y la crítica hasta llegar directamente al sistema excretor. El niño pierde progresivamente la visión que le ofrece la lectura de la palabra escrita, se sumerge sin darse cuenta en un mar de complacencia, chapoteando entre las imágenes sin aplicar el más mínimo sentido crítico

¿Quién no ha escuchado alguna vez la frase “Una imagen vale mas que mil

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