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Industria Textil En Mexico


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2012  •  2.829 Palabras (12 Páginas)  •  586 Visitas

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INDUSTRIA TEXTIL Y SOCIEDAD

Si miramos las etiquetas de nuestra ropa podemos comprobar que en ellas no se indica la procedencia de las mismas. Y bien, nos preguntamos: ¿de donde vienen nuestros productos textiles? Pues la mayoría de fuera de nuestras fronteras. A principios de siglo las grandes fábricas textiles se encontraban en los paises industrializados de Europa, pero a partir de los años setenta el sector textil ha sufrido un enorme cambio. Sus centros de producción y, por consiguiente, los flujos comerciales, se han desplazado de los países industrializados de Occidente hacia los nuevos países industrializados de Asia y Europa del Este; ¿el motivo? el contar en estos paises con mano de obra más barata y el gozar de privilegios fiscales. Sin embargo, la parte “negra” de este asunto es la explotación que éstas fábricas realizan sobre sus trabajadores; la mayoría mujeres y niñas que constituyen una mano de obra barata. Desempeñan un papel totalmente desconocido en la cadena de consumidores (que buscan camisetas baratas), grupos de tiendas y comerciantes que venden barato, pero con beneficios, y fabricantes que persiguen los mismos objetivos. Casos concretos que podemos nombrar son el de por ejemplo Honduras, en el parque industrial "Galaxi Industries" de origen coreano, donde más de 2000 mujeres producen jerseys de la marca conocida "Liz Clairborne" destinados al mercado estadounidense en condiciones, según se sabe, infrahumanas. Más escalofriante es el caso de Fatema una mujer que trabaja en el sector de la ropa desde los trece años en Bangla Desh. Puesto que es la mayor de un conductor de rickshaw, sus ingresos son muy bien recibidos en su familia. Cambió su anterior trabajo en Excell Garments Ltd, donde hacia un poco de todo, por su puesto actual en Dax Garments Factory donde podía ganar más como costurera a máquina. Sin embargo, después de tres meses de trabajo, sólo ha recibido un mes de sueldo del director, a parte de golpes y gritos. Al preguntar a otros chicos y chicas que trabajan en la confección de ropa desde qué edad trabajan, se ve que muchos han empezado a los 10, 11 o 12 años. Algunos no están insatisfechos con su remuneración, pero no les gustan las horas extra que están obligados a hacer, hasta 48 horas sin interrupción. Miembro activo de la Federación de trabajadores de la confección (no se puede llamar sindicatos, prohibidos hasta el año pasado), Nazrul de 18 años da ejemplos de personas que han trabajado 72 horas sin interrupción. Su queja más fuerte es que no tiene nunca vacaciones, al igual que Latta, de 12 años, que no tiene un sólo día libre desde que empezó a trabajar en una fábrica de ropa hace 18 meses. Empleada del Asian American Free Labor instituto de Bangla Desh, Rosaline Costa explica: "Trabajan como esclavos, no tienen vacaciones ni días libres. Puesto que no pueden ir al lavabo durante el trabajo, los niños tienen problemas de riñón. ¿Quieren usar ropa confeccionada en estas condiciones?" Costa no niega la importancia vital de la industria textil para el futuro de este país. "Pero lo que digo es esto: de esta manera no, pisoteando a los niños, no. Además, hay que mejorar los sueldos y las condiciones de las muchas mujeres que trabajan en este sector. Sería muy bueno que Occidente sólo aceptara ropa producida de una manera digna." Desde que anunció su intención de fundar un sindicato de trabajadores del textil y, en particular, desde su aviso en la televisión americana: "Su camiseta está teñida con la sangre de miles de niños", Costa está constantemente vigilada. "Pero me da igual", añade, "con tal de que se haga algo contra el trabajo infantil."

Pedemos señalar incluso marcas textiles concretas que “realizan” la explotación. Durante una investigación sobre el trabajo infantil en la India y Bangla Desh, Nick Buckley, un periodista del Mail on Sunday, encontró conexiones tanto con la empresa internacional de la confección C&A como con el fabricante de tejanos Levi Strauss.

Buckley dice: "Desde que estuve allí, para mí el trabajo infantil significa niños y niñas de once, doce o trece años que trabajan de las 8 de la mañana hasta la medianoche, en una fábrica, lejos de sus padres. Por la noche, comparten con tres o cuatro niñas una chabola hecha de bambú de tres por tres. Reciben dos raciones de arroz cada día, una vez con algo de verdura, y un poco de carne, quizá una vez a la semana. La mayoría de los niños que vimos no ganaban ni siquiera cincuenta peniques al día."

El fabricante dice: "Lo hacen por dineros No es verdad, no lo hacen por dinero, lo hacen porque están obligados. Porque tienen que comer, tienen que pagar el alquiler y necesitan ropa. La mayoría de los niños que vimos venían del campo. Pensaban ganar dinero, que podrían enviar a sus padres que se quedaron en el pueblo. Pero se dan rápidamente cuenta de que la mitad del sueldo de una semana de 70 horas la tendrán que destinar al pago del alquiler. Escriben a sus familias para disculparse: "Lo siento, no puedo ayudar a alimentar a mis hermanos o hermanas."

Pero, ¿Por qué ocurre esto? Parece ser que porque todo el mundo lo quiere. Las empresas occidentales buscan mano de obra barata y más beneficios y los países del Sur quieren su parte del negocio. Es una conspiración donde las víctimas son los niños. Y también los demás trabajadores. Estos países disponen de leyes que regulan los sueldos mínimos y la edad mínima para trabajar, pero no se aplican. Los empresarios no las cumplen y dicen a los niños que no revelen su verdadera edad y su verdadero sueldo a los extranjeros que se lo preguntan. Esta conspiración sigue adelante y los gobiernos de ambos lados tienen idéntica parte de culpa.

Las soluciones podrían ser el aplicar un comercio justo aunque si lo pensamos bien, el modelo de relaciones comerciales directas con los productores de textiles que aplican las organizaciones de comercio justo no puede funcionar para el comercio mundial en general. No seria razonable desde un punto de vista económico, puesto que el compromiso con proveedores concretos conllevaría costes mucho más altos y, por lo tanto, una desventaja a nivel de competencia. Sin embargo, el comercio justo fija normas que otros podrían y deberían cumplir. Puesto que no se pueden hacer obligatorias por ley, ¿de qué otra manera podrían volverse imperativas? La Federación del textil y los sindicatos exigen que se incluyan estipulaciones sociales en los acuerdos comerciales. Pero, ¿es razonable hacer depender la liberalización prevista de este sector de estas condiciones sociales y ecológicas? Estas cuestiones se están debatiendo en la nueva Organización mundial

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