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Nuevo Milenio


Enviado por   •  30 de Agosto de 2014  •  5.979 Palabras (24 Páginas)  •  154 Visitas

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Ética y civilización: apuntes para el Tercer Milenio

Juan Antonio Blanco

El fantasma que hoy recorre, no sólo Europa, sino el mundo, no es ya el del comunismo; es el de la incertidumbre. Lo único cierto en el umbral del Tercer Milenio es la incertidumbre, colectiva e individual, respecto al porvenir. Al concluir el siglo XX los tres grandes déficits de nuestra especie, son la sabiduría, la imaginación y la esperanza.

La fascinante revolución tecnológica que hoy vivimos ha acelerado la velocidad de la historia humana; ha compactado nuestra actividad, al violentar las distancias y hacernos interactuar mundialmente a la velocidad de nuestros ordenadores. Hoy las fronteras se han vuelto porosas a las influencias culturales, los flujos de capital y de información.

"Todo ha cambiado, excepto nuestro pensamiento", nos advirtió Einstein al inaugurar la era nuclear.

La humanidad ha quedado enjaulada en una arquitectura institucional, -local y mundial- que se torna obsoleta e incapaz de responder con eficacia a los retos de la cambiante realidad. Pero, sobre todo, vivimos atrapados por nuestro imaginario moderno, axiomas civilizatorios y mitos culturales.

La Biblia -considerada, al margen de creencias religiosas, un libro de sabiduría-nos alerta al respecto: "(...) nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar." "1"

Seguimos vertiendo nuestra nueva realidad tecnológica en viejos odres institucionales que no pueden ya contenerla. De ese modo -para decirlo como Hegel-, lo racional deviene irracional. El siglo que ahora despedimos fue testigo, en innumerables ocasiones, de la aplicación bárbara -en lo social y ecológico-, del progreso tecnológico alcanzado.

La cibernética nos informa que los parámetros de un sistema sólo pueden controlarse desde otro sistema de mayor complejidad. La complejidad del actual orden mundial no es ya gobernable desde la institucionalidad que emergió al finalizar la II Guerra Mundial. Mucho menos puede serlo desde los axiomas éticos del imaginario moderno, cuyas raíces más distantes sobrepasan ya cinco siglos.

El obsoleto paradigma moderno

El desarrollo tecnológico ha tornado obsoletos los axiomas que sustentaban el paradigma moderno:

* dado el ritmo de contaminación del ecosistema y la capacidad de las nuevas tecnologías para su explotación, ha dejado de ser cierto que éste tiene la capacidad de absorber y reciclar de modo natural los desechos y la devastación de nuestras sociedades;

* El crecimiento económico está enfrentando una crisis derivada de los patrones industrializadores y de consumo en los que está basado, y de la depauperación de la población mundial a la que ha conducido el esquema de explotación periférico por los países desarrollados;

* El progreso tecnológico lejos de traer el progreso social ha sido puesto al servicio ya de dos guerras mundiales y de una secuela de dramáticos conflictos, al tiempo que ha situado a la humanidad pendiente del frágil hilo de un accidente genético o nuclear;

* El creciente consumo, tampoco ha aportado una vida más feliz a aquella parte minoritaria de la humanidad que lo ejerce a espaldas de la mayoría de los habitantes de nuestro planeta. La noción de que "no sólo de pan vive el hombre" cobra fuerza en sociedades de alto desarrollo tecnológico sumidas en creciente alienación;

* La Razón moderna, tampoco ha materializado a plenitud el reino de libertad, igualdad y fraternidad que prometió cuando puso fin al mundo que la precedió;

* El destino del ecosistema y de la humanidad está hoy "fuera de todo control racional", precisamente por el empeño de continuar aplicando los conceptos de la razón moderna, a un mundo ya cambiado radicalmente por ella;

* El modelo de familia nuclear, patriarcal, monógama y heterosexual ha sido puesto en crisis en sus funciones económicas y socializadoras, por la propia dinámica que traen aparejadas las nuevas tecnologías de la Era de la Información.

A mediados del siglo XX el paradigma moderno, la creencia en el valor supremo del conocimiento como vehículo del progreso y la felicidad, por vía de la racionalización de los procesos naturales y sociales, daba ya señales de agotamiento.

Entendemos por civilización el modo específico de relacionarse una sociedad consigo misma y su entorno mediante el empleo de un sistema tecnológico cuyo uso tiende a impactar a todas las esferas de la actividad social y a universalizarse en un estadio histórico prolongado. Las técnicas de caza/recolección de alimentos, agropecuarias, industriales y cibernéticas corresponden a los principales procesos civilizatorios que ha conocido la historia humana.

Cultura por otra parte, es el conjunto de estructuras sociales, valores, mitos y vigencias generales en que una sociedad organiza su modo de vida y convivencia y asume, desde ellos, un proceso civilizatorio específico.

Las dos culturas centrales a la organización moderna, capitalismo y socialismo de estado, compartieron los axiomas del paradigma moderno en el marco de la civilización industrial, del mismo modo que Atenas y Esparta, disímiles y enfrentadas, constituyeron culturas alternativas de la civilización agrícola mediterránea.

La crisis final del socialismo de estado y la atribuida al capitalismo actual son, en realidad, las dos caras de la crisis civilizatoria que marca, para unos, el tránsito a una postmodernidad enajenada que equiparan con el fin de la Historia y, para otros, la última oportunidad del mundo moderno -o la primera del postmoderno-de alcanzar su frustrada expectativa de libertad, igualdad y fraternidad.

El llamado proceso de globalización es en realidad la reorganización del sistema mundial de acumulación capitalista en el marco del proceso civilizatorio iniciado por las nuevas tecnologías. Se pretende así que ese nuevo proceso civilizatorio sea el pilar para la renovación y extensión temporal de la cultura capitalista. Sus ideólogos nos venden el capitalismo globalizado como si se tratase él mismo del nuevo proceso civilizatorio cuando en realidad apenas constituye uno de los modos -el menos promisorio, por cierto-de su posible organización social.

La Era Moderna, de la que ahora iniciamos la despedida hacia un oscuro porvenir, nació y se desarrolló entre antagónicas doctrinas sobre el futuro. A cada individuo sólo le cabía la posibilidad de acelerar

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