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Aspectos Políticos De La Venezuela Democrática Desde 1958 Hasta Nuestra Integración Ciudadana


Enviado por   •  8 de Abril de 2013  •  1.811 Palabras (8 Páginas)  •  669 Visitas

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Florentino y el diablo

Leyenda de florentino y el diablo escrita por Alberto Arvelo Torrealba

El reto

El coplero Florentino

por el ancho terraplén

caminos del Desamparo

desanda a golpe de seis.

Puntero en la soledad

que enlutan llamas de ayer,

macolla de tierra errante

le nace bajo el corcel.

Ojo ciego el lagunazo

sin garza, junco ni grey,

dura cuenca enterronada

donde el casco da traspié.

Los escuálidos espinos

desnudan su amarillez,

las chicharras atolondran

el cenizo anochecer.

Parece que para el mundo

la palma sin un vaivén.

El coplero solitario

vive su grave altivez

de ir caminando el erial

como quien pisa vergel.

En el caño de Las Ánimas

se para muerto de sed.

y en las patas del castaño

ve lo claro del jagüey.

El cacho de beber tira,

en agua lo oye caer;

cuando lo va levantando

se le salpican los pies,

pero del cuerno vacío

ni gota pudo beber.

Vuelve a tirarlo y salpica

el agua clara otra vez,

mas sólo arena sus ojos

en el turbio fondo ven.

Soplo de quema el suspiro,

paso llano el palafrén,

mirada y rumbo el coplero

pone para su caney,

cuando con trote sombrío

oye un jinete tras él.

Negra se le ve la manta,

negro el caballo también;

bajo el negro pelo'e guama

la cara no se le ve.

Pasa cantando una copla

sin la mirada volver:

—Amigo, por si se atreve,

aguárdeme en Santa Inés,

que yo lo voy a buscar

para cantar con usté.

Mala sombra del espanto

cruza por el terraplén.

Vaqueros de lejanía

la acompañan en tropel;

la encobijan y la borran

pajas del anochecer.

Florentino taciturno

coge el banco de través.

Puntero en la soledad

que enlutan llamas de ayer

parece que va soñando

con la sabana en la sien.

En un verso largo y hondo

se le estira el tono fiel:

Sabana, sabana, tierra

que hace sudar y querer,

parada con tanto rumbo,

con agua y muerta de sed,

una con mi alma en lo sola,

una con Dios en la fe;

sobre tu pecho desnudo

yo me paro a responder:

sepa el cantador sombrío

que yo cumplo con mi ley

y como canté con todos

tengo que cantar con él.

II

La porfía

Noche de fiero chubasco

por la enlutada llanura,

y de encendidas chipolas

que el rancho del peón alumbran.

Adentro suena el capacho,

afuera bate la lluvia;

vena en corazón de cedro

el bordón mana ternura;

no lejos asoma el río

pecho de sabana sucia;

más allá coros errantes,

ventarrón de negra furia,

y mientras teje el joropo

bandoleras amarguras

el rayo a la palma sola

le tira señeras puntas.

Súbito un hombre en la puerta:

indio de grave postura,

ojos negros, pelo negro,

frente dé cálida arruga,

pelo de guama luciente

que con el candil relumbra.

Un golpe de viento guapo

le pone a volar la blusa,

y se le ve jeme y medio

de puñal en la cintura.

Entra callado y se apuesta

para el lado de la música.

Oiga vale, ese es el Diablo.

—La

...

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