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Benjamin Y Epistemologia


Enviado por   •  1 de Febrero de 2012  •  2.984 Palabras (12 Páginas)  •  668 Visitas

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'El origen del drama barroco alemán' de Walter Benjamin; Consideraciones epistemo-críticas

Dra. © Micaela Cuesta - Universidad de Buenos Aires

Resumen

El origen del drama barroco alemán (1925) es la tesis que Walter Benjamin presentó para su habilitación como docente (Habilitationsschrift), pero que, no redundando en un cargo fue, sin más, rechazada. La presente obra suele ser caracterizada como un estudio correspondiente al campo de la teoría del arte o la crítica estética. Sin embargo, consideramos que leída a la luz de su “Introducción. Algunas cuestiones preliminares de crítica del conocimiento” lo que allí encuentra lugar es portador de un exceso: epistemológico, político, histórico. Hacia estos buscaremos dirigir nuestros interrogantes con el objeto de reflexionar en torno a la verdad como problema.

Palabras claves

Conocimiento, verdad, idea, constelación, alegoría, redención.

Consideraciones preliminares

Quisiera iniciar este artículo con una cita de Benjamin que ilustra el espíritu y el destino de la presente obra. Dice así:

“Una hermosa criatura duerme tras el seto de espinas de las páginas que van a continuación. / Que ningún príncipe afortunado se le acerque revestido de la cegadora armadura de la ciencia. Pues ella morderá al dar el beso de compromiso / Para despertarla, el autor se ha reservado más bien el papel del cocinero mayor. Ya hace mucho tiempo que se espera el bofetón estridente que ha de resonar a través de los corredores de la ciencia / Entonces se despertará también esta pobre verdad que se ha pinchado con la anacrónica rueca cuando, desobedeciendo, se proponía tejerse una toga de profesor en el cuarto de los trastos” (Benjamin, 1990: 234).

Como la cita preanuncia es a la ciencia a la que estará destinada esta introducción crítica. En rigor, a su teoría del conocimiento, a sus supuestos metodológicos y epistemológicos. Pero no es tanto una crítica cuya pretensión sea sustituir el canónico método de las ciencias por otro más “ajustado”, antes bien, el objetivo es interrogar por sus límites, buscando problematizar el modo en que en ellas es concebido algo así como la “verdad”. El uso de las comillas es necesario para marcar una diferencia entre esta concepción positivista -de la verdad- de la ciencia y otra, distinta, que no lo sea. Con ello lo que se pretende no es destruir toda idea posible de verdad, por el contrario, el motivo es dotarla de una nueva significación, disputarle al positivismo, por decirlo de algún modo, su sentido.

Los desarrollos que en esta “Introducción” tienen lugar son el resultado de la crítica producida sobre aquellas concepciones que entienden al método como la explicitación de un camino o bien como un procedimiento garantista dirigido a la obtención de conocimientos. Camino dictado, a su vez, por la intención -palabra que es necesario retener en virtud de la importancia que adquirirá en los planteos sucesivos- propiamente didáctica de establecer preceptos útiles al servicio de la posesión de los objetos supuestos del saber.

Estas nociones -camino, intención, posesión- vinculadas al método en las ciencias, son tributarias -señala Benjamin- de la operación more geométrico que ha impregnado el estilo de la filosofía y las ciencias particulares.

Estos signos distintivos del modo en que arribamos al conocimiento han de ser entendidos en el marco de un conjunto de suposiciones mas profundas que condicionan el modo prescripto de acceso a la realidad. Aludimos con ello a las nociones de conocimiento y verdad que se recortan en el texto benjaminiano y subyacen a las distintas modalidades teórico-epistemológicas sobre las cuales Benjamin intentará dar cuenta en este sinuoso texto. Sobre el modo estatuido de entender la “verdad” (el conocimiento) en las ciencias, Benjamin producirá su crítica y adelantará ciertos criterios que le sirven para orientar su propia práctica.

Antes de avanzar sobre estas diferenciaciones, consideramos necesario realizar una notación. La tesis acerca de la diferencia entre conocimiento y verdad se encuentra ya planteada -afirma Benjamin- en la doctrina platónica de las ideas. La referencia específica la sitúa el autor en El Banquete. En relación a ello, nuestra propuesta, lejos de ser pretender inventariar los puntos disonantes entre uno y otro texto, se dirigirá hacia aquellos elementos inmanentes al texto benjaminiano considerados pertinentes a la hora de esbozar su crítica y planteo epistemológico.

Sobre conocimiento y verdad

A fin de interrogar esta no coincidencia entre conocimiento y verdad, proponemos, a riesgo de ser esquemáticos, situar las diferencias entre ambos términos, a partir de la distinción analítica de dos puntos polémicos: el primero referido al objeto, y el segundo a la forma, es decir, al modo en que procede el conocimiento, por un lado y la verdad, por otro. Ambas cuestiones nos conducirán, a su vez, al problema específico del “método”.

En primer lugar, entonces, en lo que atañe al objeto, la diferencia cualitativa entre conocimiento y verdad radica -según Benjamin- en el estatuto de la(s) idea(s). Habría que detenerse aquí en una observación preliminar de fundamental importancia. Permanecer en el término objeto reviste cierta complejidad, pues se ha producido históricamente al objeto -desde el punto de vista de la ciencia- como aquello a ser poseído por el conocimiento. El objeto se presenta así como aquello que siendo exterior al sujeto cognoscente ha de ser aferrado por él a través del concepto. En otras palabras, se ha tornado homologable a objeto y “cosa” y, a ésta última se la ha vuelto susceptible de ser poseída. Ya sea en su versión idealista, esto es, en la que afirma que los objetos son producidos por nuestro entendimiento (por el sujeto) y en la misma medida conocidos por nosotros (pensamos en el famoso «giro copernicano» de Kant); ya sea, en la versión empirista que considera que en lo dado -en el dato puro de la empiria- está contenido ya su concepto; en ambos casos -decíamos- el modo en que se accede a la “verdad” se presenta como igualmente aproblemático y unilateral. Pues, o bien, la “verdad” queda del lado del sujeto, o bien ella se encuentra ya en el objeto y sólo debemos recogerla “fielmente” en su núcleo. La ilusión de aprehender mediante el concepto la totalidad del fenómeno permanece intacta.

Las operaciones que el conocimiento lleva a cabo a través del concepto en su afán de subsunsión

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