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Brigadas Escolares


Enviado por   •  13 de Julio de 2011  •  4.871 Palabras (20 Páginas)  •  1.530 Visitas

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INTRODUCCIÓN

La familia y la escuela han mantenido siempre, de manera compartida y desde sus respectivos

ámbitos de responsabilidad, el protagonismo en materia de educación de niños y jóvenes. En la

actualidad, lejos ya del axioma que regía en otros tiempos según el cual “la familia educa y la

escuela enseña”, ésta última se configura como un elemento nuclear de la faceta educadora, la

transmisión de valores y la preparación de los alumnos desde un punto de vista integral, como

personas que han de afrontar, en un futuro, todos los condicionantes de la vida adulta.

Las transformaciones sociales que, a veces de manera vertiginosa, se están produciendo en las

últimas décadas han provocado cambios sustanciales en las reglas del juego en las que se

desenvuelven la educación y sus agentes. En poco tiempo, hemos presenciado modificaciones

drásticas en variables como la estructura familiar y sus patrones de organización, las condiciones de habitabilidad y de convivencia en los núcleos de población, las exigencias sociales, formativas y

laborales para adquirir niveles de vida que se consideran necesarios, la creciente influencia de los

medios de comunicación y de las tecnologías de la información en los procesos de socialización y

educativos, el tipo de jornada laboral y sus consecuencias en las relaciones familiares y la posición

en que quedan la escuela y las instituciones.

En un contexto tan especial como el descrito, de las familias y las escuelas se esperan nuevas

respuestas para las que no siempre disponen de modelos de actuación. De este modo se

encuentran, como instituciones con responsabilidad y con capacidad de decisión, en un entorno en

el que no se desenvuelven con soltura. Las familias, por diferentes circunstancias, no consiguen

centrar los modos de ejercer su acción socializadora, mientras que, en las prácticas escolares, se

hacen necesarias actitudes docentes que estimulen el aprendizaje como mecanismo promotor de

una riqueza personal, que el esfuerzo que se exige persiga un fin ético, intelectual, emocional y

social y que se consiga estimular de manera permanente a los más jóvenes para seguir

aprendiendo. Todo este proceso requiere un cambio en los estilos de vida de las escuelas que

tendrá muchas más posibilidades de éxito si encuentra apoyo también en las prácticas sociales y el

entorno se orienta igualmente hacia un desarrollo humano solidario y éticamente comprometido.

La educación es, sin duda, el instrumento básico para el desarrollo personal y el soporte de una

sociedad mejor y más equilibrada. Sin embargo, esta afirmación que, desde el discurso parece

obvia, es una realidad no siempre asentada en el devenir cotidiano y una tarea que, desde todas las

instituciones, se debe desarrollar con el mayor consenso posible, independientemente de filiaciones

1 Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.o escenarios sociales, políticos o laborales. Ese consenso sobre el tipo de educación que queremos para nuestros hijos es lo que permitirá la evolución de los sistemas educativos y su referencia como motor social y hará del hecho educativo un elemento incontestable. Hace falta, por tanto, iniciar un debate en profundidad, exento de prejuicios desde el que los criterios partidistas encuentren convergencias ante las necesidades de los que ahora son nuestros niños, adolescentes y jóvenes.

Apostar por la educación, por tanto, significa reconsiderar los recursos personales y materiales

puestos al servicio de su desarrollo y no quedarnos en una visión a corto plazo, con medidas

correctoras parciales, de escasa efectividad en muchos casos. Es obvio que también es esencial el

papel que deben desarrollar las familias y la necesidad de vinculación permanente con la evolución

educativa y humana de los hijos, especialmente desde la perspectiva de considerar que la

transmisión de valores y modelos de vida se cimienta básicamente en la relación padres-hijos. Es

frecuente observar, y así lo constatamos en el Defensor del Menor, como la desestructuración

familiar y la falta de referencia de los padres conduce fácilmente a problemas de distinto tipo para los menores (fracaso escolar, consumo de drogas, trastornos de conducta, etc.).

1. CONVIVENCIA EN EL ÁMBITO ESCOLAR

Uno de los aspectos para los que más se ha de reforzar esa colaboración necesaria entre escuela,

familia y entorno social es, sin duda, el de la convivencia en el ámbito escolar. Recientes sucesos y

la proliferación de problemas de convivencia, cuando no de episodios de violencia, en la escuela,

obligan a una reflexión sosegada al respecto y a la toma de decisiones tendentes a promocionar la

convivencia en los centros y a pensar en el aula como el lugar idóneo para el aprendizaje de dicha

convivencia.

Las familias, el profesorado y el propio alumnado, han puesto reiteradamente de manifiesto su

preocupación y un cierto malestar por lo que consideran graves dificultades en el desarrollo de las

relaciones que se producen en las instituciones educativas, que han provocado algún episodio de

alarma

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