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Cómo Recuperarse De Las pérdidas De La Vida


Enviado por   •  3 de Enero de 2013  •  1.250 Palabras (5 Páginas)  •  556 Visitas

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CÓMO RECUPERARSE DE LAS PÉRDIDAS DE LA VIDA

Todos vivimos con miedo, algunos más que otros. Y el temor a la pérdida es uno de los temores más profundamente arraigados en todos nosotros, puesto que al escuchar “pérdida”, escuchamos también como un grito: ¡fracaso!, ¡soledad!, ¡muerte!.

Pero es un hecho innegable que la mayoría de nosotros tendremos que tratar con el dolor y las limitaciones, tarde o temprano, algunas veces de manera escasa, otras de forma importante. Entonces, ¿cómo podemos lidiar con las pérdidas de la vida? Y lo que es más importante, ¿cómo podemos recuperarnos cuando están nos suceden?.

Lo primero que debemos comprender es que cada vez que experimentamos una “pérdida” es importante ponerla en el contexto de lo que está pasando de modo que comprendamos todo el impacto que ella nos causa. Y lo segundo y más importante, es comprender que la vida es una mezcla de pérdida y ganancia, pérdida y adquisición, y que con cada pérdida viene el cambio, el crecimiento, nuevos discernimientos, comprensión, refinamiento, todas emociones positivas y de esperanza, aunque en ese instante no lo podamos visualizar.

Es necesario no componer las pérdidas, es decir no recordar todo lo anterior y sumarlo, en lugar de experimentar una pérdida por vez. El componer crea una pérdida más grande. Además es importante no culparnos por las pérdidas que experimentarnos ni cuestionarnos sobre nuestra actitud: “si hubiera estado ahí”, “si hubiera hecho las cosas de diferente manera”.

La pérdida no es el enemigo, el enemigo es no enfrentarla, estancarnos en el dolor y no seguir adelante. Las personas discapacitadas nos dan un ejemplo de adaptación y explotación de otras capacidades. Solo a través de enfrentar la pérdida aprendemos a nutrir nuestras cualidades espirituales, transformando nuestra pérdida en ganancia.

Cada pérdida conlleva pérdidas secundarias, es necesario identificarlas también; a veces pueden ser visibles, reales o cambios sutiles que involucran nuestras relaciones personales con los demás, status, el entorno, el estilo de vida, las esperanzas, deseos y fantasías, la pérdidas implican no solo presente sino también el futuro.

Cada pérdida necesita una reacción de pena, cada una merece su duelo. Cuando una pérdida es permanente (muerte, divorcio, juventud), lleva consigo el sentido de que realmente algo ha terminado, debemos hacer una nueva vida sin ese algo o alguien. Por el contrario, cuando una pérdida es temporal o parece serlo (trabajo, status), nos encontramos en una situación en la que no hay cierre, puede aparecer un sentimiento recurrente de pérdida.

Hay que desglosar las pérdidas y sentir dolor por cada una de ellas. El no hacerlo retrasa el proceso de sanación y recuperación. Muchas veces, las pérdidas de nuestra vida adulta pueden estar compuestas por pérdidas no resueltas en nuestra niñez. Las traemos a cuesta como un equipaje no deseado.

Al enfrentar pérdidas los niños pueden desarrollar tendencia a la depresión, esto distorsiona su visión real de la vida. En el divorcio de los padres, los niños experimentan muchos tipos de pérdidas; lo mismo sucede con el abandono y el abuso. Se nos enseña desde niños que adquirir es “normal”, “perder es anormal”, por lo tanto la pérdida parece mala y no natural, nos hace sentir culpables.

Las pérdidas nos hacen sentir que no estamos en control, pero debemos recordar que nunca estuvimos en control total de nuestra vida. No lo estamos ahora ni lo estaremos en el futuro.

Con cada pérdida vienen un cúmulo de emociones, casi siempre negativas: amargura, vacío, dolor, apatía, enojo, culpa, tristeza, temor, etc. Es importante comprender que sentir pena es una reacción normal, predecible y esperada,

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