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Cantar Del El Mio Cid


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2012  •  386 Palabras (2 Páginas)  •  345 Visitas

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PRIMER CANTAR: Destierro del Cid

El poema comienza narrándonos como Don Alfonso, rey de Castilla manda a su vasallo más confiable, Ruy Díaz Cid, a cobrar las parias (impuesto que pagaban los reinos a los reyes cristianos para que no les atacasen y para que fuesen protegidos en batallas) que los reyes de Granada y Sevilla le debían dar cada año. En ese tiempo estos reyes eran los peores enemigos y cuando Ruy Díaz Cid se enteró de que Almudafar, rey de Granada, planeaba atacar a Almutamiz, Rey de Sevilla, trató de negociar con él; pero no sirvió de nada y cuando el Cid vio al rey Almudafar atacar al reino de Sevilla no tuvo más que enfrentársele para cuidar los intereses de su rey don Alfonso.

Después de una ardua batalla Ruy Díaz Cid logró acabar con el ejército del rey de Granada, volviendo a Castilla con muchas riquezas de este. A partir de este momento Ruy Díaz Cid fue honrado con el nombre de El Cid Campeador, que significa “El batallador”. El rey Don Alfonso inmediatamente lo recibió con fiestas

y alegría, despertando la envidia de sus demás vasallos. Estos egoístas y envidiosos sirvientes lo acusaron ante el rey (nunca se menciona “de que” lo acusaron, probablemente por no tener el texto original completo) y éste, furioso por lo que oía, lo mando a echar de su reino, dándole únicamente un plazo de 9 días.

El Cid, triste por la desconfianza de su rey, toma marcha para el exilio; pero no se iría solo: sus más leales amigos y seguidores se unirían a él cómo sus nuevos vasallos, entre ellos van Alvar Fañez, su primo hermano; Félez Muñoz, su sobrino y Pedro Bermudez y Minaya, sus mejores amigos.

Despidiéndose de su esposa y sus 2 hijas. Una vez fuera del reino, el pueblo del Cid fue ganando fuerza y riquezas. Ganaron varias batallas contra los moros de reinos vecinos, que solían dar problemas al Rey Alfonso y tal fue el poder del Cid que logró acabar con los duques de Barcelona y Marruecos. Llegaron a ser los más poderosos de España.

A pesar de ser desterrado y de que estaba prohibido que le dieran posada y alimento el Cid Campeador aún guardaba lealtad y cariño a su rey, por lo que al terminar cada batalla, le enviaba un presente a don Alfonso.

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