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Carta Para Entrevistar Extrangeros


Enviado por   •  25 de Marzo de 2012  •  5.457 Palabras (22 Páginas)  •  243 Visitas

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Al empezar el siglo aparecieron los principios de una ideología que años más tarde cristalizó en el nacionalsocialismo, doctrina conocida también con el nombre de nazismo. Los principios del nacionalsocialismo, reforzados por la teoría de la superioridad de la raza aria, se caracterizan por su antisemitismo, su apología de la acción y de la violencia y el autoritarismo.

Partidario de estas teorías, Adolf Hitler se unió en Munich al Partido Obrero Alemán tras la Primera Guerra Mundial. En 1920, dicho partido adoptó el nombre de Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo y, al año siguiente, Hitler se convirtió en su líder. En el libro Mi lucha (Mein kampf) Adolf Hitler describe el programa del movimiento, al que añadió algunas vagas ideas socialistas y anticapitalistas, que fueron, posteriormente, abandonadas. El nacionalsocialismo reclutó a sus seguidores principalmente entre los oficiales desmovilizados, soldados y también miembros de la clase media baja.

Cartel del Partido Nacionalsocialista

con la leyenda ¡Viva Alemania!

El partido tenía unidades organizadas militarmente, lasSturmabteilungen (SA), más conocidas popularmente por los "camisas pardas" debido al color de sus uniformes. Junto a éstas, las Schutzstaffeln (SS), unidades de élite ligadas al propio Hitler mediante juramento, tenían a su cargo la seguridad interior del estado. Argumentando que el partido había de ser regido por un único líder, el Führer, Adolf Hitler se erigió en jefe indiscutible del mismo. La esvástica o cruz gamada fue elegida como emblema y, en 1926, se introdujo el saludo con el brazo derecho levantado y la exclamación "Heil Hitler".

El movimiento creció con insospechada rapidez, debido en gran parte a la inteligente utilización propagandista del sueño de una patria recuperada, libre de las limitaciones impuestas por el Tratado de Versalles; creció también por el temor al comunismo y las tensiones sociales originadas por la depresión económica y el desempleo. Los nazis utilizaron la violencia para eliminar a sus oponentes y, gracias a una propaganda atractiva y una táctica hábil, Hitler asumió el poder legalmente al ser nombrado canciller del III Reich (1933), comenzando entonces la dictadura del partido. Las masas fueron cautivadas por los espectaculares desfiles militares, perfectamente organizados; por los sugestivos ritos de las asambleas del partido y por efectivos lemas acerca de la grandeza del país. Todos los ciudadanos eran minuciosamente controlados por la Gestapo, la temida policía secreta.

Concentración nazi en Nuremberg (1934)

Hitler no fue el teórico del nazismo (se lo habría impedido su limitada cultura), y la ruda filosofía vitalista de la que se erigió en portador derivaba más bien de corrientes irracionales y autoritarias que ya habían aparecido en la tradición alemana y europea de los últimos siglos (desde Bobineau hasta H. S. Chamberlain o desde Spengler al verdadero teórico del racismo nazi, Alfred Rosenberg). En cambio, sí fue el despiadado y eficientísimo organizador, del movimiento nazi en primer lugar, y del Estado alemán, después.

Sus convicciones y sus intereses políticos triunfaron gracias al rigor con que aplicó siempre las leyes de la violencia, y a la absoluta falta de respeto a cualquier género de oposición, incluso la interna, como lo demuestra el dramático episodio de La noche de los cuchillos largos, el 30 de junio de 1934, cuando todos los líderes nazis con veleidades de independencia fueron aniquilados junto con sus seguidores. Supo ser intérprete de la frustración y de las contradicciones de una sociedad destrozada por la guerra, situación agravada por la falta de clarividencia de los vencedores y la presión de las condiciones que éstos habían impuesto.

El nazismo ocultó su naturaleza despiadada y antidemocrática tras una confusa filosofía en la que se mezclaban las evocaciones a la tradición romántica de una Alemania "bárbara" pero vital, el culto y la exaltación de la fuerza como manifestación, el desprecio por los ideales democráticos, vistos como señal evidente de debilidad y de escasa virilidad, la exaltación racista del pueblo alemán, destinado a destruir y a sustituir a las otras razas, inferiores y decadentes, y temas políticos más concretos como la polémica en torno al Tratado de Versalles, la militarización de la economía y de toda la vida nacional mediante la introducción en todos los niveles delFührerprinzip (principio jerárquico), y la necesidad de una inmensa expansión industrial como única solución ante la crisis económica.

La idea de la superioridad de la raza aria condujo al genocidio: seis millones de judíos y miembros de otras razas (denominadas "inferiores" por los nazis, entre ellos gitanos) fueron asesinados en los campos de concentración. Es uno de los crímenes contra la Humanidad más monstruosos que jamás se han producido en la Historia universal.

Mi lucha

Aunque sea de segunda mano, Hitler expresó personalmente estos principios en su autobiografía espiritual, Mi lucha (Mein Kampf, 1925) de la cual, en 1961, se publicó una parte inédita de carácter más teórico-programático. La obra fue escrita en 1924 (durante los nueve meses de prisión que pasó en la fortaleza de Landsberg, por el putsch de Munich de 1923) y publicada también en Munich los años 1925 y 1927, en dos volúmenes, que alcanzaron enorme difusión al subir al poder el régimen nazi (cuatro millones de ejemplares hasta 1939).

La primera parte de Mi lucha es de carácter autobiográfico y reconstruye su juventud en Austria y, en particular, el período de Viena (hasta 1912), cuando en la mente inquieta de Hitler germinaron los sueños de grandeza alemana y de odio antisemita; el período de Munich; la participación en la guerra, a la que Hitler se incorporó como voluntario en un regimiento de Baviera; la acción activista en la "Deutsche Arbeiterpartei", de extrema derecha, con su bagaje formado de revanchismo, racismo, superioridad germánica; la fundación del partido nazi.

De aquí en adelante, los datos autobiográficos y la predicación propagandista, los escorzos de una absurda filosofía de la historia y la mística de la raza se mezclan de tal manera que constituyen el manual del nazismo. Especialmente, el principio racial y de la superioridad alemana. "El que habla de una misión del pueblo alemán en la tierra, debe de saber que ésta sólo puede consistir en la formación de un estado que considere, como supremo objetivo suyo,

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