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Convento De Santa Catalina


Enviado por   •  16 de Marzo de 2014  •  1.526 Palabras (7 Páginas)  •  323 Visitas

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CONVENTO DE SANTA CATALINA

Lo que más me atrae de esta ciudadela es su intermitente y cautivante tejido urbano, su riquísima variedad y calidad espacial, su dramático tratamiento de la luz, su abrupto y sorprendente manejo de escala, su admirable definición de dominios, su estimulante uso del color y la nobleza y masividad de sus edificios, que se hace a veces transparente mediante arquerías o elementos sutiles. Todo ello orquestado magistral y coherentemente en un lenguaje sobrio, sencillo y sin aspavientos, propio de un convento de clausura.

La sucesión de plazas, patios y callejuelas, producto de las modificaciones impuestas a través de los siglos conforman un paisaje urbano coherente, pero complejo, por momentos laberíntico, muy rico en sensaciones visuales y espaciales. Patios de proporciones cuadradas definidos por claustros en la zona sur contrastan con una trama más irregular y orgánica en la zona norte, que es más antigua.

Calles amplias definidas por muros altos encuentran escala humana mediante arcos que las atraviesan. Callejuelas estrechas definidas por construcciones bajas de techo de teja nos apuran el paso y de pronto nos conducen a adorables placitas, o descubren generosos huertos. Efectivamente el estilo constructivo del monasterio, llevado a cabo hábilmente por alarifes, diestros en el tratamiento del sillar (piedra volcánica pusolánica de color blanco, predilecta en las construcciones arequipeñas antiguas) pero desprovistos de formación académica estilística, no difiere sustancialmente al resto de las construcciones de la Arequipa colonial.

Sin embargo, la ciudad y el monasterio recorrerían caminos diferentes a partir del sismo de 1868, en que la primera se entrega a nuevos estilos foráneos, el higienismo, neoclasicismo y posteriormente el movimiento moderno, mientras que el último mantendría el estilo colonial austero del conjunto, sin mayores aspavientos ni cambios de estilo (que sí sufrieron otros templos, como la catedral, la iglesia de la Compañía, el templo de San Francisco, entre otros), haciendo primar el conjunto a la individualidad.

El encanto de esta ciudadela reside en la solidez y plasticidad de sus volúmenes, y la belleza que maestros y alarifes lograron en la arquitectura de esos recintos mediante soluciones arizantes como los arbotantes (Un arco arbotante, es un elemento estructural exterior con forma de medio arco que recoge la presión en el arranque de la bóveda y la transmite a un contrafuerte, o estribo, adosado al muro de una nave lateral.. La parte inferior se apoya en un estribo, contrafuerte, o botarel; y la parte superior sirve de sostén, generalmente, a una bóveda de crucería. En los interiores, las cúpulas (desde el punto de vista estructural una cúpula delgada puede considerarse un elemento bidimensional de doble curvatura con simetría radial (respecto al cento de la esfera inscripta). Los esfuerzos predominantes son de tracción en el sentido de los paralelos y de compresión en el sentido de los meridianos. Estructuralmente sus ecuaciones de equilibrio corresponden a una lámina de revolución.) o la construcción de recias arquerías (arquería es un elemento arquitectónico sustentante vertical, compuesto por una sucesión o serie de arcos, que pueden disponerse en un solo orden o en varios superpuestos) asentadas sobre pilares (en ingeniería y arquitectura un pilar es un elemento soporte o sostén de un edificio, de orientación vertical o casi vertical, destinado a recibir cargas para transmitirlas a la cimentación y que, a diferencia de la columna, tiene sección poligonal). Y las cubiertas de bóveda amplían considerablemente el espacio y aumentan la sensación de fortaleza de los edificios. Se percibe así mismo, sobre todo en la zona de las callejas, la intervención de albañiles que, carentes de un diseño propiamente arquitectónico, fueron levantando muros, tejados, celdas, patios y portadas de sencillo planteamiento.

El actual edificio atesora espléndidas piezas de arte, como un altar barroco de madera tallada y dorada, de un cuerpo y tres calles, que exorna la capilla, y varias pinturas de la escuela cusqueña.

Debido a los constantes terremotos que se vio afecto el monasterio, las familias de las religiosas optaron por construir celdas únicas y privadas para cada uno de ellas. Lo que provoco que hubiera sectores ordenados y a falta de un plan otros con un notorio desorden. Durante casi dos siglos en la época virreinal, los claustros y celdas del monasterio han sufrido diversas modificaciones, agregados y nuevas construcciones que hacen que Santa Catalina se haya convertido en un mostrador escala humana de la arquitectura colonial arequipeña.

Portada del Monasterio: la portada de ingreso está adornada con un relieve de Santa Catalina

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