Crucigrama

EL ZAPOTE, CIUDAD DE IXTEPEC

Martha Izquierdo

Aun con el sueño en los ojos, todos los días con los primeros rayos del sol, unos 13 niños de 8 a 12 años se alistan diariamente para caminar tres kilómetros en un sendero remontado, en medio de chaparrales espinosos y con el temor de que algún animal salga del monte y los ataque. Pese a sus miedos, son más fuertes sus ganas de aprender, por eso no les importa caminar seis kilómetros diariamente de ida y vuelta a la comunidad de Nizanda, adonde acuden a la escuela primaria. Pero no es la falta de una escuela; la escuela existe, se encuentra en medio del monte.

El problema es llegar ahí. Para ello, don Israel Jiménez, machete en mano, abre camino. El aula de clases luce desolada, varios panales de abejas la rodean. En su interior, el pizarrón se encuentra en espera de ser ocupado al igual que las sillas llenas de polvo. Ya nadie llega hasta ahí, la falta de un maestro obliga a los niños que hay en la comunidad a buscar en otro lugar la educación gratuita a la que constitucionalmente tienen derecho.

A excepción de lagunas niñas de 6 y 7 años, sus padres prefieren que se queden en sus casas para evitar que algo malo les pueda ocurrir en el trayecto a la escuela; además, sus frágiles cuerpecitos, víctimas de la desnutrición, no les permitirían aguantar la travesía. Así se les ve por las calles de El Zapote, calles que al igual que sus habitantes permanecen en el olvido de sus autoridades municipales. El derecho a la educación está a seis kilómetros, donde queda la escuela primaria.

Los de preescolar ni pensar siquiera en la posibilidad de brindarles educación, nadie se ocupa de ellos.

Mientras machetea para evitar que los chaparrales espinosos impidan el paso, don Israel se pregunta: “¿Por qué las autoridades no hacen nada? Solo se necesita un maestro para estos niños. En el momento en que el IEEPO (Instituto de Estatal de Educación Pública en Oaxaca), se decida, todos los de la comunidad estamos dispuestos a limpiar la escuela; aunque yo no tengo hijos pequeños, estoy dispuesto a dar tequio, me parte el alma ver todos los días a los niños pasar muy temprano, sufriendo para poder ir a la escuela”. Luego, continúa limpiando con su machete.

Y es que solo esos trece pequeños que tienen verdaderas ganas de aprender hacen el sacrificio para no quedar sumidos en el analfabetismo al que las propias autoridades los condenaron al no mandarle por lo menos a un maestro para brindarles educación.

¿Se parece la situación de tu comunidad o de su escuela a las condiciones de los niños del El Zapote?

¿En qué sí o en qué no?

¿Cuáles son los derechos humanos que están dejando de ejercer los niños de esta comunidad?

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