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Cuento Rita En Su Cumpleaños


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2012  •  1.289 Palabras (6 Páginas)  •  448 Visitas

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ta en su cumpleaños

La Cantante

La mujer, de unos cuarenta y siete años, vivía sola en una casa grande y antigua. Aparentemente, porque nunca se veía a nadie más en aquella enorme propiedad. De vez en cuando se le atisbaba a través de las cortinas sentada al piano: poseía una voz extraordinaria. Tocaba para acompañar su canto. Cantaba de una manera particular, porque a veces no eran precisamente notas lo que su voz emitía, sino como ruidos, lamentos, no sólo de personas, también de animales. Así pasaba de melodías suaves, con una voz dulce y nítida, canto de sirenas, a ruidos extraños, malignos podría decirse, como si de una tortura tratárase o de una manera brutal y salvaje estuviera siendo poseída. Era una gran cantante, pero en aquel poblado pequeño donde vivía no era muy conocido su trabajo y nadie imaginaba siquiera quién era. Se ausentaba grandes temporadas y su casa quedaba vacía, pero a pesar de ello, por las noches se oían los cantos, los ruidos o lo que fuera aquello que ella emitía. A la gente le aterraba la idea de pasar cerca de aquel inmueble ya que, aunque solitario, en el fondo se sabía perfectamente que algo de esa mujer estaba ahí en su ausencia.

Mientras tanto ella viajaba por el mundo ofreciendo su canto y su arte; la gente conocía esa música a través de discos. Su público era un tanto selecto, porque no a todos gustaba, y de hecho había a quienes les repugnaba. Pero en cualquier país al que viajaba había quienes la adoraban y apreciaban mucho su talento.

En una ocasión visitó mi país, y una amiga y yo asistimos al concierto. Nos dejó impresionadas, yo no podía creer que existiera un ser humano con una voz tan maravillosa. Poseía un registro enorme, que iba de los graves a los agudos con gran habilidad. Cambiaba su timbre de voz en una misma pieza que daba escalofrío; algunas veces parecía tener una voz grave, gruesa, casi como la de un cantante negro, y luego se trasladaba a unos sobreagudos de soprano ligera, pasando por distintos matices en su registro medio y masticando las palabras de una manera particular, exagerando las consonantes. También tocaba el piano espléndidamente. Todo esto acompañado de una fuerte emotividad: cada canción cada compás, cada nota eran intensos, profundos, llenos de pasión. Al final bajamos al camerino, pues queríamos felicitarla y mi amiga, que escribe para varias publicaciones, tenía deseos de entrevistarla, así que fuimos con la esperanza de poder acordar con sus representantes una cita y, de paso, aprovechar para saludar a la gran artista que nos acababa de cautivar.

Después de muchas dificultades logramos estar en una salita afuera de los camerinos, y nuevamente nos volvió a sorprender aquella mujer: su físico, su actitud, toda ella. Es normal que los artistas cambien abajo del escenario y más cuando tienen un manejo intenso de emociones, pero en este caso el contraste era fuerte sobremanera, sentíamos que no cuadraba en nada la persona que habíamos visto en el recital con la que teníamos enfrente, con la de las fotos, de los discos, de los videos. Tenía una cara de bondad, de humildad y era amable. Siempre pensamos que iba a ser una persona dura y que hasta miedo nos provocaría tenerla cerca. Su música oscura, sus letras, la poesía a la que recurría en algunas canciones, su maquillaje, su forma de vestir, todo parecía hasta ese momento haber sido lo opuesto a lo que ahora percibíamos de ella. Me quedé sin habla, simplemente la observaba, veía cómo la gente la felicitaba, como ella agradecía tantos halagos de la forma más sencilla y sincera. No podía dar crédito a lo que veía, no podía creer que estaba a unos metros de ese ser maravilloso, dotado de una voz de otro mundo.

Así transcurrieron algunos minutos y poco a poco el lugar fue quedando vacío, tanto que cuando quise buscar a mi amiga, no la encontré. Cuando

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