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Cuentos Cortos


Enviado por   •  17 de Febrero de 2015  •  2.871 Palabras (12 Páginas)  •  382 Visitas

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El arroz pegado en el zapado de Timo. Estaba en el jardín de su casa, una mosca sobrevolaba cerca del niño. Miro atentamente abajo, pudo ver el grano de arroz pegado en sus pasadores. Cada vez que pateaba la pelota; sentía una sensación como si alguien le estuviese diciendo que no lo haga más. Se sentó, cogió el grano de arroz entre sus dedos, se colocó pegado al oído, curiosamente el granito le transmitió una voz de un hombre muy afligido.

Le suplicaba que dejara de moverse mucho que su ciudad se estaba destruyendo. Timo siguió oyendo asombrado y la conversación se hizo muy larga.

Bueno en su conversación le comunico algo muy importante, que el granito de arroz era una ciudad que se llamaba clemencia. Suplico que encarecidamente que guardara el granito de arroz en un lugar seguro donde nadie pudiera hacerle daño.

- No comentes con nadie, ni siquiera con tu madre, le dijo el hombrecillo. El niño coloco el granito de arroz en un pequeño bote de vidrio. Lo tapo con un corcho, Coloco en el armario de su dormitorio. La ciudad de arroz quedo oscuro por varios días. El gobernador de la ciudad intento comunicarse con el niño y no pudo. Hasta que un día la madre fue a ordenar el armario; encontró el bote de vidrio, lo coloco en su mesita de noche. Por fin llego la luz; la ciudad se alegró mucho. Cuando Timo llego del colegio, al ver el bote de vidrio, cogió para guardarlo otra vez, ya que no era un lugar seguro donde se encontraba. Un sonido estremeció su ser. Era el gobernador del liliputiense país. Desesperado intentaba comunicarse con Timo. Era la voz del gobernador, suplicándole que no le encerrara en el armario. Prefería que lo dejara en su mesilla de día y de noche lo guardara en el armario. Por seguridad de algún peligro. Había pasado muchos días, no había comunicación, al parecer todo se encontraba bien. El niño destapo el frasco de vidrio para coger el granito mágico. No se oía nada de nada; Como todo niño curioso, planto el granito de arroz en su jardín, para que estuviera más seguro. Cuando se levantó al día siguiente, vio que el jardín de su casa se había convertido en una aldea de diminutos hombrecillos.

-Ohhhhh, nooooo. - ¡¡¡ Rayossssssss!!! Tengo que solucionar todo esto.

Fue a desenterrar el grano y no lo encontró. Cogió al gobernante y lo encerró en el frasco, y ¡¡¡Zasss!!! Desapareció la aldea. Desde aquel día Timo, aprendió una lección muy importante, pensar antes de actuar.

En el desayuno dijo una frase a sus padres. - " Si el hombre actuara diferente, cambiaría el mundo".

Gabi y Saúl se quedaron pensando y luego se echaron a reír de alegría.

LA VISTA FIJA

Alberto Chimal - México México

Érase una niña pequeñita y muy bonita, con chapas rojas rojas cual flores de rubor, vestidito rosa y bonito cabello rizado. Jugaba en un parque con su pelota y era muy feliz. Oyese entonces un disparo, y la frente de la niña hizo ¡pop!, y una emisión hubo de sangre y sesos entremezclados que, flor también de rubor (aunque de otro, ¡ay, de otro rubor!), cayó en el pasto un segundo o dos antes que la propia niña.

De la pelota no se supo más, y yo creo que alguien se la robó. Debe haber sido fácil porque hasta la niña, que no se movía y de cuya frente seguía manando ese caldo rojo y tremebundo, llegó una mujer de pants que se quedó con la vista fija en ella; un señor de traje barato que también se quedó con la vista fija en ella; un par de muchachos, con uniforme y peinados de escuela militarizada, que también se quedaron con la vista fija en ella.

Y una anciana de coche con chofer, su chofer, un grupo de novicias, tres policías, un comerciante informal, un malabarista de crucero, un ejecutivo de exitosa empresa y otros muchos más, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, que tras llegar se quedaron igualmente alrededor de la niña, igualmente con la vista fija en ella, arruinando con sus pies descuidados el pasto del parque, favoreciendo la huida del posible y desalmado ladrón de pelotas, presas todos de la misma atracción: del mismo embrujo, imperioso y extraño.

Porque no se encontraban ante un televisor, no había reportero que comentara lo que veían, no había logotipo ni anuncio superpuesto ni nada entre ellos y las manchas rojas rojas en el pasto verde, los rizos manchados de rojo, los trozos de cráneo igualmente manchados de rojo, la expresión de sorpresa en la carita infantil, los bracitos y piernitas inertes, laxos, ya fríos.

Y, por ende, todo, todo cuanto veían era de ellos solamente: su secreto, como son secretos el frío del velador, el primer instante de la pesadilla, mi propia voz como se oye desde adentro.

Así que allí estaban, llenos de un gozo nuevo, vivo y tembloroso, de esos que son inconfesables y agradabilísimos. Y cuando todos se encontraban a diez metros o menos, aun sin otro cuidado que el espanto ante sus ojos, la niña explotó y los mató.

PRIMER TORNEO INTERPLANETARIO DE PACMAN

Diego Cid - Argentina Argentina

Sería erróneo pensar que todo empezó con el primer Torneo Interplanetario de Pacman. En realidad, la locura comenzó cuando los Elrogs vieron el juego por primera vez. Uno de ellos —dicen que fue el mismísimo Embajador, aunque es poco probable que haya sido así— se acercó a la máquina lentamente y envolvió la palanca de control con sus tentáculos azules. Pasó toda la mañana esquivando fantasmas y comiendo píldoras blancas, hasta que las autoridades terranas le pidieron formalmente que abandonara el juego. Luego del episodio, el Secretario de Comercio Espacial intuyó que los humanos finalmente habíamos encontrado algo para exportar a Elrog, que hasta el momento no había parecido necesitar nada de estos lares. El primer envío se agotó a la semana terrestre. Con el segundo y tercer envío, redujimos la enorme deuda que nuestro viejo planeta mantenía con los Elrogs. Cuando llegó la orden para el cuarto pedido, las autoridades terranas entraron en pánico. ¡Querían una máquina para cada habitante del planeta! La mayoría de las fábricas terrestres comenzaron a producir Pacmans por millones; todo el mundo conocía alguien que estuviera en el negocio. En casi todas las ciudades del mundo se levantaron monumentos al personaje amarillo que nos había salvado de la bancarrota. Pero nadie lograba entender la fascinación de los Elrogs por el juego; eran una raza antigua y brillante, que había logrado el viaje en el tiempo, la generación de energía ex nihilo, el viaje intergaláctico

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