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Cuida Los Arboles De Tu Ciudad


Enviado por   •  14 de Julio de 2013  •  1.171 Palabras (5 Páginas)  •  325 Visitas

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TITULO: “CUIDA LOS ARBOLES DE TU CIUDAD”

SEUDONIMO: MAMAMAMA

“CUIDA LOS ARBOLES DE TU CIUDAD”

Meditando; como todos los sábados por la tarde en mi casa; sentado en el sillón verde de la abuela; que se vistió de surcos y colores, por culpa del rayo de luz que lo acaricia cada mañana; volví a sentir aquella emoción; tal como ocurrió en mis encuentros casuales con algunas personas, que dejaron en mi corazón un sentimiento especial que llegó hasta el borde de mi alma y que nunca había sentido.

Es muy raro lo que me pasó hace algunos días; ellas, como guiadas por alguien, se me acercaron; fueron tres personas que llevaban algo en común: su eterna suciedad por fuera y la esencia de una luz que los puede distinguir solo cuando los miras a los ojos, y que aquella mirada incierta y defendida que siempre encontramos en la calle, en todos los demás…, es diferente en ellos.

Los encontré en un par de esquinas y en un basural cuando durante la semana me dirigía al trabajo; disimulados entre ese mar de personas de todo tipo y circunstancia; mezclados entre los que venden, piden o te ofrecen de todo: flores, revistas, libros de extraña procedencia, muchos CD o cualquier otra cosa, que intentan vender por casi nada…

En esas esquinas del dolor que ya conocemos y nos hacemos los locos; en la que transitan todos los días, gente con niños en brazos; discapacitados de origen o destino; y otros con problemas reales o falsedades; la mayor parte de ellos, tratando de impresionar y conseguir algo…

Recuerdo mis palabras en esas esquinas, cada vez que paso:

- ¿Cómo estás?

- Casi todos responden lo mismo, muy mal señor…; malita señor; terribles males tengo, ¡ayúdeme!

- Otros; se molestan y me dicen, ¿no ve que no tengo ni piernas?, ¿cómo me pregunta eso?

A ellos los encontré en esos sitios; la viejita con los tumores en la cara, que no sé cómo hizo para que pueda verla en vario sitios en un solo día; el niño con la cabeza calvita, con sus dientes, como filas de soldados intentando romper su espacio; y el hombre joven, escarbando la basura, con las ganas del que busca sin sentido su futuro y sus hijos atrás recogiendo lo que va dejando, como si recogieran un pedazo de su vida.

Recuerdo aquel día en que la anciana, con su mandíbula salida y con su frente, como acero corroído por el tiempo; se acerca a mí, como si quisiera decirme: ¡mírame! Otras personas pasan circulando indiferentes y asqueadas de verla cerca; y yo, en el intento de evitar mirarla, encuentro su mirada y sin saber que hacer le pregunto:

- ¿señora, cómo está?

- muy bien, me responde; ¿y usted?

- ¿cómo es que está bien?, ¿no es que está pidiendo ayuda?

- ¡no!, yo me presento a la gente, no pido nada; es de Dios que alguien con alegría de dar me brinde algo.

Insisto;

- pero…, dígame, ¿qué necesita?

- lo que usted quiera, nada más señor, es lo único…; me responde con voz quieta.

- bueno; mi voluntad ahora es darle una sonrisa…

La miro fijamente y le sonrío, esperando que ella me diga cualquier cosa, se

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