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DEMOCRACIA Y SOLIDARIDA EN LA SOCIEDAD


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2011  •  1.553 Palabras (7 Páginas)  •  717 Visitas

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DEMOCRACIA Y SOLIDARIDA EN LA SOCIEDAD

Al analizar el tema propuesto encuentro una estrecha relación con lo que es el cuerpo humano. En él se dan en grado sumo las dos relaciones de solidaridad y Democracia. En efecto, todo en el cuerpo humano se desenvuelve en forma armónica, interdependiente y solidaria. La mente impera las acciones que realizan cada uno de los órganos dentro de una jerarquización tal que el cerebro rige la totalidad de las funciones vitales a la vez que cada órgano realiza una función específica, pero todos contribuyen para la realización de las diferentes actividades de modo que mi ojo no es ajeno a lo que ejecuta mi mano, ni éstos trabajan independientemente de las órdenes que les da el cerebro.

El análisis me lleva a constatar que si entendemos la democracia como el espacio privilegiado de la libertad, ésta sería solo una quimera pues el ser humano no es absolutamente libre. El individuo no escoge libremente ni el tiempo ni el espacio en que llegó a la vida, ni escogió a su familia o a su cultura o a su raza. Todo èsto le fue impuesto y en el curso de la vida siempre se encontrarà en situaciones de subordinación e infinidad de circunstancias iràn trazando caminos obligados a su propia existencia. Màs aùn, aquellas cosas que el hombre supuestamente realiza como amo y señor absoluto por propia decisión van creando cadenas que lo someten a un determinado modo de ser. Aùn màs, el hombre solo es libre de escoger el mejor bien y carece de libertad para realizar el mal. De modo que, en síntesis, democracia antes que libertad absoluta de hacer o no hacer es y debe ser solidaridad, de modo que se es libre en la medida en que el hombre asume compromisos de acción constructivos de la totalidad, del ente social, del Estado del cual forma parte solidaria, etc., Se es solidario cuando se trabaja por el bien común sabiendo que al subordinar mi acción al bien total construyo mi propio bienestar, de la misma manera que en el cuerpo humano la subordinación de los órganos al cerebro contribuye al bienestar de éstos. En esta subordinación consiste la democracia de la que hablamos u hemos olvidado construir.

Estamos cansados de la división de la falta de solidaridad y del disgusto que nos produce la subordinación a un ente estatal que nos produce desconfianza y descontento. Caminamos sin rumbo fijo, anárquicos en un mundo en el que estamos perdiendo el sentido de la totalidad y de la función del estado, donde la autoridad perdió confianza, vivimos con resignación en un mundo monetario dominante y aplastante. La interdependencia de los órganos del estado tiene lazos cada vez más débiles cuya relación esta herida por la corrupción que limita y desestabiliza las funciones del estado pues donde el orden social esta ausente es por la falta de interdependencia en sus funciones como nación y por eso mismo por la falta de solidaridad, que no es más que un deber para que el estado donserve su mayor anelo, el de la seguridad democrática que tanto se desea en un estado como el nuestro.

Entonces el remedio a la desintegración metabólica de las funciones del estado esta en la solidaridad en la construcción del propósito común, el de el mantenimiento de la seguridad democrática, que depure las imperfecciones del estado y cree nuevas posibilidades de desarrollo social. Para tanta enfermedad es necesario un analgésico que calme y de esperanzas a la realización del ideal estatal de justicia y paz, hablo de la solidaridad en los órganos del estado para alcanzar esos mismos bienes sublimes. Para erradicar tanta zisánia es indispensable comenzar por la unión solidaria de tales órganos, reconstruir tejidos y realizar la construcción del verdadero estado social de derecho Ad maiorem gloriam Dei.

En la así llamada cultura moderna han nacido virus letales como la duda radical, la desconfianza, el relativismo, en Europa se profesa “Dios no existe, haz lo que quieras” o “haz lo que quieras pero que te haga feliz”, vivimos en una sociedad fuertemente edonista y superficial donde estos virus están asumiendo la función cancerígena que aniquila nuestros valores sociales más profundos. Hablo de solidaridad como del deber de ser felices contribuyendo a bién común, pues el hombre no es feliz sino en el proceso en el que hace felices a otros y esto es divino. La eudemonia producida por el orden estatal en cuanto a armonía mayor posible dignifica al hombre y por lo tanto es un valor indispensable pues deseable. El ciudadano

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