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DISCURSO LIBERAL, CULTURALISTA Y ECOSOCIALISTA


Enviado por   •  31 de Mayo de 2013  •  2.679 Palabras (11 Páginas)  •  1.128 Visitas

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

M.P.P PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA

UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA

FUNDACION MISION SUCRE

ALDEA UNIVERSITARIA DR. FRANCISCO ESPEJO

SEPTIMO SEMESTRE ESTUDIOS JURIDICOS

UNIDAD CURRICULAR: DERECHOS HUMANOS Y MODELOS DE DESARROLLO

DISCURSO LIBERAL, CULTURALISTA

Y

ECOSOCIALISTA

Prof.: Abg. Beatriz Romero

Participante:

Elpidio Gonzalez

C.I.N° V-10.865.716

Santa Lucia, Mayo de 2013

DISCURSO LIBERAL, CULTURALISTA Y ECOSOCIALISTA

Tres son los discursos sobre el medio ambiente que tratan de ganar identidad y presencia en el espacio histórico de las ciencias. Son ellos: El discurso liberal, el culturalista y el ecosocialista.

Cada uno de los cuales se debe a una posición ideológica bien definida y concreta, y responde a posiciones políticas que se mantienen como constantes en la historia. Se trata de las dos ideologías que en los tiempos modernos han generado dos lecturas distintas de la realidad: La ideología desde el poder, y la ideología desde el no-poder y la réplica. En cuanto a la tercera posición conciliatoria, tampoco es nueva y es con las dos anteriores una constante histórica del siglo xx.

Examinémoslas por separado, para después reflexionar sobre sus posibilidades reales en el mundo de la vida cotidiana.

EL DISCURSO LIBERAL

El discurso liberal (cuyo adjetivo se toma no en el sentido político sino filosófico y antropológico), considera a occidente como el padre de la humanidad y como su salvador. Y ese occidente es fácilmente identificable en el mapamundi: se trata de los Estados Unidos de Norteamérica, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y Canadá, y en menor escala, los otros países desarrollados de Europa.

Desde el poder de la ciencia y la tecnología y el dominio de los mercados mundiales, occidente expresa su hegemonía política y su poder, que alcanza la esfera de los discursos científicos.

En ese discurso liberal no hay duda de que la relación entre naturaleza y sociedad está problematizada. La expresión identificable de su marco teórico se encuentra en la introducción del informe "Nuestro futuro Común", publicado en 1987 con la dirección de Gro Harlem Brutland, ex primera Ministra de Noruega. Dice así:

"En la mitad del siglo XX, vimos nuestro planeta desde el espacio por primera vez. Tarde o temprano los historiadores encontrarán que esta visión tuvo un impacto mayor sobre el pensamiento que la revolución de Copérnico del siglo XVI, la cual cambió por completo la imagen de nosotros mismos al revelar que la tierra no es el centro del universo. Desde el espacio, vimos una pequeña y frágil esfera dominada no por la actividad humana, sino por un patrón de nubes, océanos, áreas verdes y suelos. La incapacidad de la humanidad para encuadrar sus actividades dentro de este patrón está cambiando los sistemas planetarios en formas fundamentales. Muchos de estos cambios vienen acompañados de amenazas letales”.

Como puede verse, la identificabilidad del planteamiento depende de unos códigos muy específicos y de definiciones muy precisas frente a las categorías fundamentales de la economía, psicología, e historia.

Esa identificabilidad está en el convencimiento indudable de que el conocimiento científico objetivo es del todo posible. Ese conocimiento objetivo se dirige a un mundo posible, externo al observador, que lo capta en una visión ocular, macroscópica, del todo válida y el cual se deja aprender, conocer y manipular.

Ese discurso liberal mantiene la posición cartesiana de la división de sujeto-objeto.

El optimismo de este discurso lo lleva a mantener la posibilidad de gestionar la realidad social, de creer en que se puede planificar el cambio social y a predicar una cultura económica dada bajo los grandes caracteres de la democracia liberal y del capitalismo como expresión, no sólo ideológica, sino totalitarista y final del proceso histórico.

Semejante construcción histórica de esa cultura económica occidental descansa en estrategias, expresiones funcionales de la ciencia de la oferta y la demanda, tales como la expansión del mercado, la mercantilización de la tierra y el trabajo; se apoya igualmente en categorías de la psicología social positivista y de la psicología industrial, que hablan de nuevas formas de disciplina en las fábricas, escuelas, hospitales, etc. sigue su tejido interdisciplinario con las doctrinas filosóficas basadas en el individualismo y utilitarismo y finalmente logra declarar, no sólo en el concierto científico sino en el de las praxis histórico-políticas, la constitución de la economía como una esfera real, autónoma, con sus propias leyes e independiente de lo político, lo social, lo cultural.

El discurso liberal sobre el medio ambiente de esa ciencia -la económica- afirma que la naturaleza está compuesta de recursos, que se agotan y son limitados, que poseen un valor monetario y que están sujetos a ser poseídos. En un sentido positivista y materialista, ese discurso económico expresa que los deseos del hombre son ilimitados.

Para la coherencia del marco teórico del discurso de la economía, en la dimensión liberal en que se ubica, es lógico y del todo necesario pensar en la economización de los recursos naturales, en proceder a que todos los recursos tengan títulos, y extender el sistema de precios a todos los aspectos de la naturaleza, incluyendo el agua, el aire, los genes, etc.

Ese discurso liberal sobre el desarrollo sostenible, elaborado desde occidente, obliga a los economistas del tercer mundo, cuya concepción del mundo es liberal a buscar una trinchera contestataria, que sin atacar el basamento teórico de la ciencia económica liberal, pueda generar una respuesta beneficiosa para el tercer mundo. Por eso se aboca a una conceptualización de la ecología

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