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Derechos Humanos E Interculturalidad


Enviado por   •  3 de Mayo de 2013  •  3.150 Palabras (13 Páginas)  •  529 Visitas

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DERECHOS HUMANOS E INTERCULTURALIDAD

La interculturalidad (interculturalism, en inglés), es un proceso de comunicación e interacción entre personas y grupos donde no se permite que un grupo cultural esté por encima del otro, favoreciendo en todo momento la integración y convivencia entre culturas.

La educación intercultural es importante porque significa el ejercicio de derechos humanos y es una medida clave para derrotar a la discriminación. En otras palabras, la implementación de los derechos humanos requiere que la educación sea intercultural.

Los seres humanos aspiran a disfrutar de la paz, como la meta ideal de un nuevo orden, con estructuras más equitativas y modelos de convivencia plurales que deberán tener la base en unos valores compartidos. Solo en una situación de paz se pueden vivir los derechos fundamentales porque se respeta a cada ser humano en su totalidad.

La interacción entre paz, democracia, desarrollo, tiene que ser una realidad para reconocer y valorar las culturas, promoviendo una coexistencia y denunciando los comportamientos que atentan contra los DDHH. Estos derechos, como principios éticos, constituyen un horizonte moral para la humanidad, dan sentido a la vida social, son universales aunque tengan expresiones diferentes en distintas culturas, reconocen a cada persona, con su dignidad, como fin en sí misma. Cada derecho es para cada persona y para la humanidad. Son además indivisibles y forman untodo interdependiente.

QUE DERECHOS HUMANOS TENEMOS EN RELACION A LA EDUCACION INTERCULTURAL? Derecho a la No Discriminación Derecho a la Igualdad

Derecho a la educación Derecho a la Lengua

Derecho a la Participación Derecho a la Información y a la Libertad de Expresión Derecho a la Libertad de Conciencia, de Religión y de Creencias

Derecho a la Identidad Cultural Derecho al Desarrollo Derecho a la Verdad

COMO PODEMOS HACER REALIDAD ESTOS DERECHOS?

1 Conozcamos nuestros derechos y responsabilidades 2 Interculturalicemos los derechos humanos

3 No hay fórmulas mágicas ni una sola forma de educación intercultural

4 Promover Espacios Participativos de Reflexión

5 Participación Ciudadana en la Educación Intercultural

6 Leyes: La Gran Brecha entre la Legalidad y la Realidad

7 La educación bilingüe: disponible y no discriminatoria

8 Diversificación Curricular

9 Adecuada Formación y Apoyo a Docentes

10 Incluir Temática de los Derechos Humanos

Hablar de derechos humanos en el mundo contemporáneo supone enfrentarse a retos completamente diferentes de los que tuvieron en mente los redactores de la declaración universal de 1948. En las décadas posteriores a «nuestra» declaración, los economistas y políticos keynesianos fueron reformulando los ámbitos productivos e institucionales en aras de una «geopolítica de acumulación capitalista basada en la inclusión» que sentaba las bases del llamado estado del bienestar. En dichos años proliferaron los pactos entre el capital y el trabajo en los que el estado servía de garante y árbitro de la distribución de la riqueza. sin embargo, desde principios de los setenta hasta hoy en día, gran parte de ese edificio se ha venido abajo gracias a la extensión global de una «geopolítica de acumulación capitalista basada en la exclusión» y que recibe el nombre de neoliberalismo: desregulación de los mercados, de los flujos financieros y de la organización del trabajo, con la consiguiente erosión de las funciones sociales del estado. Si en la fase de inclusión, los derechos se erigían en barreras contra los «desastres» —efectos no intencionales de la acción intencional— que producía el mercado; en la fase de exclusión, es el mercado quien dicta las normas que permiten, sobre todo a las grandes corporaciones transnacionales, superar las «externalidades» y los obstáculos que los derechos e instituciones democráticas oponen al despliegue global y total del mercado capitalista. Vivimos, pues, en la época de la exclusión generalizada. Un mundo en el que las 4/5 partes de los habitantes que lo componen sobreviven en el umbral de la miseria; en el que, según el informe del banco mundial de 1998, la pobreza aumenta en 400 millones de personas al año, lo que significa que, actualmente, el 30% de la población mundial ¿vive? con menos de un dólar al día —afectando de una manera especial a las mujeres— y el 20% de la población con menos ingresos recibe menos del 2% de la riqueza y el 20% más rico, más del 80%. un mundo en el que, debido a los planes de (des)ajuste estructural que están imponiendo la desaparición de las más mínimas garantías sociales, más de 1 millón de trabajadoras y trabajadores mueren por accidentes de trabajo, 840 millones de personas pasan hambre, mil millones no tienen acceso a agua potable y la misma cantidad son analfabetas (pnud, 1996). Un mundo, en el que al año mueren de hambre y de enfermedades evitables una cifra que resulta de multiplicar por 6000 las muertes de las torres Gemelas... está claro, no cuentan las personas, cuenta únicamente la rentabilidad. Estas son las cifras del «fin de la historia», del final de la bipolarización y el triunfo del pensamiento y del poder único. cifras que muestran la desesperación de miles de millones de personas, abocadas a la pobreza más lacerante y que contemplan entre asombradas y airadas la ostentación de los países enriquecidos a su costa. Cifras, pues, que están en la base de lo que se ha venido en llamar «el surgimiento de los tribalismos y los localismos»: en definitiva, de los fundamentalismos. el «norte» recibe con sorpresa e indignación las demostraciones de rabia y cólera de un «sur» encerrado cada vez más en la desesperanza. ¿cómo responder? pues cerrando las fronteras, erigiendo fortalezas jurídicas y policiales que impidan la «invasión» de los desesperados, hambrientos...diferentes. el debate político y teórico sobre el multiculturalismo que se da en los países enriquecidos por el orden global, en vez de centrarse en las cifras de la miseria y en los efectos que está produciendo la «globalización» de la lucha de clases, se dedica a bramar contra los peligros culturales que suponen los diferentes, sobre todo aquellos que se ven obligados a emigrar para mejorar, en la medida de lo posible, sus precarias

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