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Dioses Y Serpientes En La Mitología


Enviado por   •  4 de Abril de 2013  •  7.495 Palabras (30 Páginas)  •  317 Visitas

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“Antiguas leyendas de la tribu de Nyoro en África indican que los primeros humanos vinieron del cielo, parecían camaleones y fundaron la humanidad”. Esta es una de las leyendas que forman parte de la extensa literatura y mitología de las antiguas culturas, que están llenas de relatos de dragones o serpientes que vuelan. ¿Quiénes eran estas fantásticas criaturas voladoras que parecen haber coexistido con el hombre primitivo, algunas veces como benefactores y otras como destructoras? Quizás eran sólo criaturas fabulosas, producto de la imaginación del hombre antiguo. O es posible que sean la manifestación de acontecimientos perturbadores y profundamente arraigados en su pasado, que han sido inconscientemente reprimidos y recordados solamente en términos alegóricos, como acontece con las obras de Gaudí. Bastantes civilizaciones de este mundo remontan su ascendencia a estos seres identificados como dragones o serpientes voladoras. En la mayoría de los casos son los que llevaron la civilización a la humanidad y los describen frecuentemente como los dioses que los crearon. El hombre antiguo se refiere a estos seres como dioses, que podían moverse libremente por los cielos en sus “carros de fuego” o “barcos celestiales.” Aparentemente vivían en una “morada divina” y descendían a menudo para interferir en los asuntos de los hombres. Hace más de 20 años, el escritor R.A. Boulay escribió su obra “Serpientes y dragones voladores“, basada en mitos y leyendas de todo el mundo: India, China, Sumer, Egipto, América, etc… Este artículo resume algunas de sus ideas al respecto.

En este punto deseo hacer una aclaración importante: Lo que parecen indicar las tablillas sumerias, el Génesis (derivado de estas tablillas) y otras evidencias, es que se produjo la creación del Homo Sapiens por parte de unos seres venidos de otro planeta, mediante la manipulación genética, algo que hoy en día ya empezamos a estar en condiciones de hacer y comprender. Sin embargo, esto no contradice ni la teoría de la evolución ni la idea de que hay un creador inicial de todo lo existente, a lo que se le suele llamar Dios. Pero parece que los dioses (en realidad no se habla de un único “dios”) bíblico no son este creador inicial, sino “solo” los creadores del Homo Sapiens.

A este respecto deseo hacer referencia a la siguiente frase de D. T. Suzuki, que fue un maestro y divulgador japonés del Budismo, del Zen y del Shin: El significado del Avatamsaka y de su filosofía será incomprensible a menos que experimentemos… un estado de completa disolución, donde no exista dife­renciación entre la mente y el cuerpo, entre el sujeto y el objeto… Entonces miramos alrededor y vemos eso… que cada objeto está relacionado con todos los demás objetos… no sólo espacialmente, sino temporalmen­te… Experimentamos que no hay espacio sin tiempo, que no hay tiempo sin espacio; que se interpenetran.” . A lo mejor esto es lo que representa (de una manera parcial, como no podría ser de otra manera) al Todo que llamamos Dios creador.

Las más antiguas e importantes culturas de Mesopotamia fueron fundadas probablemente por estos dioses serpientes. La colonización de este planeta por estos seres se describe en la “lista de los Reyes Sumerios” (ver otros artículos de este blog sobre Sumer). Este documento data del tercer milenio antes de Cristo y proporciona la sucesión de los reyes de Sumer, la duración de sus reinados y el tiempo en que vinieron sus antepasados. Se les llamaba Anunnaki y se nos dice que descendieron a la tierra para establecer sus ciudades en la antigua Mesopotamia. Asombrosamente hay múltiples datos sobre estas primeras civilizaciones sumerias, que luego fueron substituidos por los Acadios y las culturas babilónicas. De las numerosas tablillas, monumentos, y escrituras cuneiformes que han sido descubiertos en épocas recientes es posible reconstruir de una manera bastante completa los acontecimientos que transcurrieron en aquella época remota de la humanidad.

Hay también una gran cantidad de evidencias, como el Antiguo Testamento, provenientes de la misma fuente, pero que sufrieron una distorsión. De la combinación de estas antiguas fuentes seculares y religiosas es posible ensamblar la historia de nuestra ascendencia, que parecen indicar que descendemos de dioses serpiente o de extraterrestres que colonizaron la tierra hace muchos miles de años. Parece que nuestros antepasados comenzaron a colonizar la tierra para obtener los metales necesarios para su planeta. Para procesar y transportar estos metales en cargueros aéreos construyeron cinco ciudades operacionales en Mesopotamia, entre ellas las plataformas de lanzamiento espacial, que parece estaban centradas en la Península del Sinai. La gente de sumeria se refería a estos “dioses” como Anunnaki o los hijos de Anu, su principal dios y líder.

Parece bastante evidente que los Anunnaki eran una raza extraterrestre. Y según algunos textos todo parece indicar que era una raza inteligente de origen reptil. Esto no debería sorprendernos, cuando en la Tierra tenemos constancia de que durante muchos millones de años los saurios fueron los amos del planeta y que incluso se considera que las aves actuales son de origen saurio.

En las tablillas sumerias se explica que en un momento dado requirieron una mano de obra barata y por esta razón crearon al Homo Sapiens combinando las características genéticas de la raza Anunnaki con las del hombre primitivo (en otro artículo se trata este tema en mayor detalle), produciendo el “Adán” del Antiguo Testamento. Por esta razón se supone que este Adán era mitad humano y mitad reptil. Y sin embargo, inicialmente no podía reproducirse por si mismo. Cuando las condiciones comenzaron a cambiar en la Tierra y el clima se fue volviendo más seco, se hizo necesario modificar el Adán para adaptarlo mejor al clima variable. El hombre fue modificado y se le aplicaron rasgos más mamíferos. Ésta probablemente fue la “caída bíblica del hombre” donde Adán alcanzó el conocimiento o la capacidad para reproducirse sexualmente. Como resultado de esta modificación genética, el hombre perdió la mayor parte de su aspecto y naturaleza reptil: piel brillante, luminosa y escamosa, y adquirió características mamíferas: una piel suave y flexible, pelo en el cuerpo, la necesidad de sudar y la capacidad de reproducirse. Ya no corrió más desnudo. Ahora tuvo que usar ropa para su comodidad y protección. Para todos los propósitos, el hombre ahora era un Homo Sapiens.

El hombre pronto pobló la Tierra para trabajar para sus amos Anunnaki. Esta probado por diversas fuente, entre ellas el Antiguo Testamento, que los “dioses” Anunnaki se aparearon con las hijas del hombre, produciendo los semidioses y héroes de la antigüedad. Ellos fueron conocidos en el Antiguo Testamento

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