EL LENGUAJE COMO OBJETO DE ESTUDIO DE LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA.

EL LENGUAJE COMO OBJETO DE ESTUDIO

DE LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA.

La importancia de la enseñanza de la lengua.

“Ferreiro, 2001, pág. 11. Hubo una época, hace varios siglos, en que escribir y leer eran actividades profesionales. Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio, y a este oficio se dedicaban el resto de sus días.” La Dra. Ferreiro nos recuerda como en el inicio de los diversos sistemas primigenios de escritura estas actividades estaban separadas, altamente especializadas y por lo tanto quien escribía no necesariamente era quien diseñaba el discurso y viceversa.

No se conocía el término “fracaso escolar” como ahora lo entendemos y tanto se ha estigmatizado, cierto es que desde aquellos tiempos habría quien no tuviera el éxito esperado en dicha profesión (aunque hubiera escuelas de escribas) pero no se suscitaba una severa conmoción didáctica. ¿Entonces qué es lo que lleva a nuestras escuelas a sufrir este alto nivel de incomunicación?

“Ferreiro, 2001, pág. 12. Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesión sino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía.”

La evolución de los primeros textos en arcilla o en papiro hacia la reproducción en masa de diferentes libros, convirtieron a aquellos primeros textos en textos asequibles a la gente común una vez que descendieron del lenguaje dominante y además hermético, pero esto implico varios retos que no siempre fueron superados.

El acto de leer y escribir mudó de ser un oficio altamente técnico en un acto de democratización, en un acto no de satisfacción sino de obligación, un signo o sello de ciudadanía, esta nueva construcción social derivó en una incapacidad de hacer efectivo tal acto de comunicación al no disfrutarlo sino más bien padecerlo por obligación.

Si bien es cierto que la instrucción en el arte de escribir se basa en la adquisición de una técnica para el trazado de “marcas gráficas” (letras) y que el leer es la técnica de la adecuada representación oral de estas marcas gráficas; la escuela no se aparta de la mera enseñanza de técnicas esperando que después de cultivar dichas habilidades a través de un milagroso sortilegio surja la lectura vivaz y la escritura efectiva.

Y es precisamente aquí donde surge el concepto de “fracaso escolar” debido a la falta de una sabiduría ilustrada o letrada. Primero achacada únicamente al alumno, después a su ambiente inmediato, para desembocar en teorías sociales donde analfabetismo y pobreza van unidas en contra de la enseñanza. Se habló de términos diferentes para referir esta disertación, países desarrollados, países en vías de desarrollo, primer mundistas, tercer mundistas, etc., ahora los términos ya no están tan claros como hace años pero lo cierto es que en aquellos países “ricos” donde se ha avasallado al analfabetismo se ha encontrado un nuevo problema: el iletrismo.

La sociedad ya no sólo se enfrenta al gravísimo problema de estar sumergido en las tinieblas durante el proceso de comunicación por el analfabetismo sino que además encara una estricta circunstancia, “Ferreiro, 2001, pág. 16, El iletrismo es el nuevo nombre de una realidad muy simple: la escolaridad básica universal no asegura ni la práctica cotidiana de la lectura, ni el gusto por leer, ni mucho menos el placer por la lectura”.

Y aunque se superen los niveles de analfabetismo es claro que esto no asegura superar el índice de iletrados, porque aunque se posean estudios básicos no se crean lectores plenos, y mucho menos escritores plenos.

En nuestra realidad educativa somos conscientes de dicha problemática al manifestar tristemente en cada nivel de enseñanza que los alumnos que recibimos “no saben leer y escribir” y esto es atribuido al nivel precursor. Dicho argumento puede ser escuchado incluso en niveles universitarios y entonces observamos que el acto de alfabetización que se recrea en la escuela esta desvinculado con el acto de alfabetizar para la vida cotidiana. Esta insignia de ciudadanía que pretendía ser la alfabetización no llega a su objetivo y este acto de democratización que tuvo la actividad altamente especializada de leer y escribir pierde entonces sentido.

Pareciera ser entonces que una brecha enorme se erige entre la enseñanza en la escuela y la vida cotidiana pero entonces para que se alfabetiza en la escuela si no es para la vida cotidiana…

La educación instruye en las técnicas para saber leer y para saber escribir, pero no forma al ciudadano para aleccionarse en el razonamiento de libros informativos, del periódico, de la literatura y ahora más recientemente en la cultura de la computadora y el uso de internet. Hay una clara desvinculación del ámbito escolar con la realidad cotidiana e inmediata.

Este sueño en donde el ejercicio de la democracia a partir de la educación libre y gratuita se ha ido empobreciendo puesto que no hay democracia en una sociedad donde analfabetismo e iletrismo son moneda corriente dentro de cualquier estructura social.

Nuestra realidad demanda lectores plenos y no solo descifradores. “Ferreiro, 2001, pág. 18. Los navegantes de Internet son barcos a la deriva si no saben tomar decisiones rápidas y seleccionar información.” Y es que aún cuando la tecnología abra el camino a la educación por si sola no es la panacea y no corregirá los problemas de entendimiento en el proceso de alfabetización. En todo caso hará más bastos los abismos generacionales y el aislamiento producto de no entender y no poder aplicar correctamente las nuevas tecnologías.

La Dra. Ferreiro menciona que las acciones a seguir tienen que ver más con elevar el nivel de enseñanza de la lectura y la escritura para la población, sin embargo señala que un papel importante lo tienen los editores, para hacer frente a una variable de esta fórmula fatal: pobreza-analfabetismo-multilingüismo.

Porque son los editores de libros quienes tienen un papel determinante al ser ellos quienes se convierten en defensores de la libertad del pensamiento y son ellos los que deben buscar producir un objeto con el conocimiento de saberlo

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