EL PROBLEMA AL REVÉS

Algunos ingenieros son competentes en el diseño técnico; algunos abogados son buenos en el ejercicio de la abogacía, son competentes en el dominio de las técnicas de una negociación o de una mediación, y en las relaciones con los clientes que van más allá de los límites convencionales del conocimiento legal.

Pocos críticos de la práctica profesional negarían estas cosas, pero solo algunos las tomarían como una fuente de indagación en la crisis del conocimiento y la preparación profesional.

Así no se dice de un práctico que destaca que tiene más conocimiento profesional que otro si no que tiene más sabiduría, talento, intuición o arte

Lamentablemente, términos de este tipo no sirven para abrir un proceso de indagación la cuestión de la relación entre la competencia de la práctica y el conocimiento profesional precisa ser planteada al revés. No deberíamos empezar por preguntar cómo debemos hacer un mejor uso del conocimiento científico sin qué podemos aprender a partir de un detenido examen de la competencia por la que en realidad los prácticos son capases de manejar las zonas indeterminadas de la practica independientemente de aquella otra competencia que se puede relacionar con la racionalidad técnica.

La perspectiva de esto comienza a partir de las siguientes premisas:

*Inherente a la práctica de aquellos profesionales que reconocemos como especialmente competentes, existe una fundamentación artística.

*El arte es una forma de ejercicio de la inteligencia.

*En el terreno de la práctica profesional, la ciencia aplicada y las técnicas basadas en la investigación ocupan un territorio críticamente importante si bien limitado colindante en varios de sus lados con el arte.

Cuando en las primeras décadas de este siglo, las profesiones comenzaron a apropiarse del prestigio de la universidad instalando sus centros de formación en el marco universitario, la profesionalización significo la sustitución del arte por el conocimiento sistemático preferentemente científico. En la formación de profesionales de la medicina, se a diseñado nuevos programas con el fin de preparar a os estudiantes no solo para a existencia biotecnias de las practicas clínicas, si no también para las practicas de las cuestiones relativas a la familia del enfermo, la gestión relacionada con la problemática de los enfermos crónicos y las dimensiones psicológicas de la enfermedad.

En algunos campos, la cuestión del arte profesional se a desarrollado en el contexto de la formación continua. La formación de profesores es un buen ejemplo de ello. Los profesores, que a menudo llevan mal el hecho de convertirse en los culpables directos de los fallos que se detectan en la educación pública, tienden no obstante a defender sus propias versiones de la necesidad del desarrollo profesional y de la renovación.

Existen entrenamientos guiados en la práctica de la educación física, y, tal vez lo más destacado, existen los conservatorios de música y danza y estudios de artes plásticas y de la imagen. No es casual que los profesionales a menudo se refieran a un arte de la enseñanza o de la dirección empresarial y utilicen el término artista para referirse a aquellos profesionales de la práctica extraordinariamente expertos en el manejo de situaciones de incertidumbre, singularidad y conflicto.

A menuda, existe un poderoso sentido de magia y de misterio en la atmosfera: la magia de los grandes intérpretes, el misterio que el talento de un modo caprichoso, como la gran divina, cae ya sobre un individuo y sobre otro. Aquí la función tutoría se presenta a controversia.

Otros creen que los estudiantes dotados de talento pueden aprender por un tipo de contagio, a través de la observación de sus maestros,

Tal vez entonces, el aprendizaje de todas formas de arte profesional dependan, al menos en parte, de condiciones similares a aquellas que se producen en los talleres o conservatorios: la libertad de aprender haciendo en un contexto de riesgo relativamente bajo, con posibilidades de acceso a tutores que inician

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