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ENSAYO SOBRE EDUCACIÓN RURAL


Enviado por   •  17 de Junio de 2013  •  2.599 Palabras (11 Páginas)  •  645 Visitas

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ENSAYO sobre Educación rural

El Referente de la Educación Secundaria en México

LA HERENCIA DE LA ESCUELA RURAL MEXICANA

Mtro. Manuel Hernández Pérez

Sociólogo e historiador. Profesor de la Facultad de

Sociología-SEA de la Universidad Veracruzana.

INTRODUCCIÓN

Los proyectos educativos en el periodo posrevolucionario conservaron las intenciones de civilizar y homogeneizar la cultura de la gente en el medio rural. Intelectuales y pedagogos provenientes de las clases medias de las ciudades defendieron la idea de que era necesaria una formación especializada de los maestros que se encargarían de dicha tarea.

En un inicio, la preparación de maestros rurales fue pensada sólo como una capacitación rápida, pero más adelante se planteó como un proceso de formación amplio que debía ser, ante todo, una enseñanza de tipo práctico, ligada a los requerimientos y necesidades de la vida del campo. La concepción de una enseñanza práctica sirvió de punto de enlace de tradiciones educativas del siglo diecinueve como la enseñanza objetiva, racional y vocacional, con modelos pedagógicos novedosos como la escuela de la acción (basados en John Dewey), en menor medida la educación racionalista y la educación socialista de los años treinta.

El presente trabajo aborda de manera introductoria uno de los pasajes más apasionantes y fundadores de la educación en México: la escuela rural mexicana, que inicio sus pasos en los años treinta y que algunos de sus postulados aún perviven en los métodos de enseñanza actuales. La finalidad central es presentar la forma en que los constructores del nuevo estado nacional elaboraron un discurso acerca del campesino y la forma en que se debería incorporar al desarrollo nacional. En los años treinta sólo una cuarta parte de la población vivía en las ciudades, de allí que la tarea de incorporar o integrar a los campesinos al proyecto modernizador era de vital importancia, por ello se iniciará todo un proyecto para educarlos y trasmitirles las nuevas ideas revolucionarias. Los intelectuales pedagogos estaban entre los llamados a desarrollar este trabajo, uno de ellos, Rafael Ramírez, será citado en este trabajo como ejemplo fehaciente de cómo se fue construyendo todo el imaginario del campesinado posrevolucionario.

INICIOS DE LA TAREA

En los inicios de este proyecto modernizador y de construcción del estado posrevolucionario, donde la mayoría de la población se concentraba en las comunidades rurales, era de vital importancia elaborar un plan para incorporar al campesinado a este nuevo esquema. En los inicios de los años treinta el campesino era sinónimo de atraso y del antiguo régimen porfirista que tenía que ser superado y desterrado. Por supuesto que no era fácil hacerlo, atrás quedaban muchos años de lucha. En los años veinte fue una etapa de buscar la unidad nacional, donde se buscaban consensos políticos para evitar la desestabilización por parte de aquellos grupos que quedaron descontentos después de la revolución armada.

Después de este periodo y pasada también la fase más cruenta de la guerra cristera, viene el periodo de la reconstrucción de las conciencias es “el momento en que se forja el imaginario social del nuevo Estado, que operará sobre nuevos sistemas simbólicos, sobre nuevos conjuntos de representaciones, sobre nuevas definiciones del mundo social” (Palacios, 1999:14) Ya no se busca ni desea cambiar por las armas la realidad del país, sino por la fuerza de la razón. Esto se buscó por medio de un intenso proceso de producción de imágenes y símbolos y la construcción de vehículos para su difusión y realización en los ambientes rurales. Eran momentos en que parecía que el futuro se podía alcanzar y los encargados de operar los cambios necesarios entre los campesinos serían los maestros rurales. Esta tarea no fue fácil pues existieron diferencias entre los mismos impulsores de estas políticas desde la Secretaria de Educación Pública, en la búsqueda de crear una idea de campesino que apoyara al sistema posrevolucionario, se dieron varias contradicciones que fueron abordadas y asumidas por los maestros rurales y pedagogos en los inicios de los años treinta, época en que se da una crisis del modelo posrevolucionario.

Los puntos centrales del debate y discrepancia estaban en primer lugar entre posturas que planteaban “homogeneizar o diversificar, integrar o incorporar, aculturar o mantener la campesinidad” (Palacios,1999:12)

El primer enfoque que podríamos llamar productivista, planteaba que los maestros tendrían que tener una orientación técnica y muy práctica, se concebía al campesino posrevolucionario con acceso a más tecnología y con unidades productivas más modernizadas. Esta postura quizás era más cercana a Narciso Bassol. Del otro lado estaba la postura llamada culturalista, quienes compartían esta visión planteaban que la estructura social del campesinado debía occidentalizarse, es decir, adquirir los valores y saberes de países hasta aquel momento muy avanzados, pero rescatando y preservando los usos y costumbres de los pueblos campesinos, con la finalidad de impulsar una cultura nacional muy fuerte. Esta postura era cercana a Moisés Sáenz, otro de los intelectuales de la educación rural posrevolucionaria. Cabe mencionar que estas posturas sólo fueron proyectos, no se logró aterrizarlas del todo porque había muchas contradicciones.

Así pues, la construcción del imaginario social en el periodo posrevolucionario y la representación del campesino (y del indígena en el contexto agrario) fue una elaboración de los grupos de intelectuales más involucrados e interesados en este proyecto: los maestros rurales y los intelectuales pedagogos. Ellos tenían un imaginario social fundado en las ideas de modernidad y progreso que debía ser trasladado a las comunidades campesinas. Para llevar a cabo este sueño se contaba con instrumentos o vehículos que trasmitían estas ideas, uno de los más importantes era la revista El Maestro Rural dirigida a los campesinos y maestros rurales en la línea de construir una conciencia revolucionaria. Esta revista comienza a circular en marzo de 1932.

Los intelectuales e ideólogos del Estado posrevolucionario pretendían sembrar en los campesinos un imaginario, un modelo que debía ser la vía para fortalecer y construir el nuevo régimen. Estos ideólogos ejercían una violencia simbólica legítima que les concedía el nuevo Estado. Todas las ideas, formas, imaginario y sus aliados tenían por objeto el imponer una definición del mundo

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