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ENSAYO TRATADO DEL DELITO Y LAS PENAS CESAR BECCARIA


Enviado por   •  9 de Junio de 2013  •  2.158 Palabras (9 Páginas)  •  3.038 Visitas

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“TRATADO DE LOS DELITOS Y LAS PENAS”

(BECCARIA)

INTRODUCCIÓN

La historia del Derecho penal y particularmente lo que hoy vivimos mediante el conjunto de leyes que regulan a la sociedad, en cuanto a la comisión de delitos, es el resultado de los esfuerzos de muchos interesados que se han ocupado de este tema, filósofos, investigadores, cuerpos de jurisconsultos y sociedad en general. Desde los primeros asentamientos que tuvieron que encarar la lucha de unos contra otros, y el posterior desarrollo de las complejas relaciones de los ciudadanos de una misma comunidad, después de una comunidad a otra, para desembocar en la interacción de un Estado contra otro.

Es movido por un interés fundamental, el “PODER” en sus diferentes alcances, desde el poder económico, el del individuo, el de algunas instituciones como la iglesia y el propio Estado, quienes dependiendo del momento histórico de que se trate, no midieron la afectación social, que su ambición desencadenaba.

Creando desequilibrios e injusticias sociales, ha sido necesario buscar formas de regulación, que estipulen que es un delito, cuales son sus características y cuales son las penas que castigan dichos comportamientos con la intención de prevenir la comisión de un delito y poder desalentar a los posibles infractores.

De eso trata la obra del marqués de Becaria, quien en su momento desarrollo la obra que llaga hasta nuestros días con el nombre de “Tratado de los Delitos y las Penas”, el reconocimiento de los pensadores y filósofos de su época le reconocieron tanto en Italia como en otros países Europeos.

Muchos criticaron su obra por que ponía límites a los excesos de poder de quienes administraban la justicia, otros la aceptaron con agrado, y otros más tomaron su obra como base, para desarrollar estudios dirigidos a la atención del comportamiento o práctica delincuencial que aqueja a las sociedades.

Es indudable, que el análisis que realizó el autor de los delitos y las penas es la base para el estudio del comportamiento de los delincuentes, pero también la humanización de quienes en su calidad de castigadores de decretan las sanciones, cuidando en todo momento el justo medio para uno y para otros.

DESARROLLO

Cesar Bonesano, marqués de Becaria, introdujo en la discusión de esa época (1735), entre algunos personajes como Montaigne, Buffon, d Alembert, J.J., Rousseau, Voltaire, El conde de Veri, el marqués de Longo, y otros más.

El tema de los delitos, y la forma de impartir la justicia, en la que se dejaba ver su concienzuda observación y propuesta, para formular modificaciones tales que no sólo se aceptaron momentáneamente sino que ha sido la plataforma sobre la cual se fue construyendo un sistema de justicia mucho más apegado al ideal de crear, condiciones de bienestar para los que delinquen (infractores), los que determinan las penas (legisladores), quienes las aplican (sistema de justicia) y quienes siendo integrantes de una sociedad deben cumplir con los parámetros de buen comportamiento (ciudadanos), los cuales mediante un acuerdo de avenencia tienen que acatar las reglas para una trato armónico que permita la libertad y la regulación de las acciones de los individuos tomando en cuenta los valores, la cultura, la ética y las buenas costumbres de quienes en ella participan.

De todos es conocido que el sistema de justicia es detentado por los que más recursos económicos, políticos y sociales tienen en la comunidad o pueblo de que se hable, sin embargo desde hace varios siglos se ha cuestionado, esta disposición social que en la visión de Becaria permite el abuso en los castigos infligidos.

Para que existan leyes que regulan la acción de los infractores primero tiene que existir un delito, los hombres no se conformaron con tener un peculio propio sino que buscaron el aumento del mismo mediante la barbarie, que tuvo que ser limitada en la medida que se establecieron reglas de mínima concordia. Quienes no se alineaban a las nuevas circunstancias se hicieron acreedores a castigos que fueron ejemplares para intimidar a los otros, miembros de la sociedad para que no intentaran actuar de la misma forma.

Surge así la figura del Legislador quien tiene que establecer las reglas a seguir, delimitando cuales son las conductas que no son propias de un buen comportamiento, y lesionan e impactan a la comunidad.

Las reglas tiene que ser escritas, para que todos las conozcan y las acaten, no se puede dejar sólo a criterio del juez o el impartidor de justicia, la aplicación de las sanciones debido a que, si se tiene inclinación hacia la parte que demanda el resultado será fatal para el supuesto infractor.

Lograr la proporción en la aplicación de una sanción, ha sido el principal objetivo de quienes han tomado en sus manos el estudio del comportamiento antijurídico; del agente que por omisión o acción infringe comete un delito.

Becaria plantea que la pena es en función del daño u ofensa que se ha hecho a la sociedad, estableciendo leyes especificas para cada delito, sin que se recurra a los planteamientos del castigo divino, pues si este existe, quien cree en esta justicia también arreglará con Dios su conducta.

Los que más tienen son los que piensan en el honor y en la posible pérdida del mismo, los primeros monarcas se batían en duelo defendiendo sus bienes, pero el vulgo no tiene que perder y por eso no es vital el honor por el contrario a los plebeyos sólo les interesa la supervivencia. En todo momento la estabilidad en cuanto a la seguridad y tranquilidad pública, es que se organizan cuerpos especiales que defiendan a la propiedad y los derechos de quienes pueden estar en apreciación de un monarca o un juez en calidad de reo o de inocente. La aplicación de una pena en su justa dimensión, hará a los hombres más humanos y menos propensos a cometer ilícitos y empleará una medida que no destruya o sea mayor a la falta cometida haciendo menos dolorosa la condena.

Un elemento básico planteado en el tratado, es la defensa del enjuiciado mediante la presentación de testigos, que en ocasiones pueden ser de vital ayuda, pero también son fabricados por la parte actora y poco aceptados cuando el sentenciado no goza de la gracia de juez.

Los juicios se plantean como el instrumento que permite

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