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Edgar Allan Poe


Enviado por   •  13 de Agosto de 2011  •  1.132 Palabras (5 Páginas)  •  1.059 Visitas

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El cuervo

Una vez, en una taciturna media noche,

mientras meditaba débil y fatigado,

sobre un curioso y extraño volumen

de sabiduría antigua,

mientras cabeceaba, soñoliento,

de repente algo sonó,

como el rumor de alguien llamando

suavemente a la puerta de mi habitación.

>> Es alguien que viene a visitarme - murmuré

y llama a la puerta de mi habitación.

Sólo eso, nada más. <<

Ah, recuerdo claramente

que era en el negro Diciembre.

Y que cada chispazo de los truenos hacía

danzar en el suelo su espectro.

Ardientemente deseaba la aurora;

vagamente me proponía extraer

de mis libros una distracción para mi tristeza,

para mi tristeza para mi Leonor perdida,

la rara y radiante joven

a quien los ángeles llamaban Leonor,

para quien, aquí, nunca más habrá nombre.

Y el incierto y triste crujir de la seda

de cada cortinaje de púrpura

me estremecía, me llenaba

de fantásticos temores nunca sentidos,

por lo que, a fin de calmar los latidos

de mi corazón, me embelesaba repitiendo:

>> Será un visitante que quiere entrar

y llama a la puerta de mi habitación.

Algún visitante retrasado que quiere entrar

y llama a la puerta de mi habitación.

Eso debe ser, y nada más <<.

De repente, mi alma, se revistió de fuerza;

y sin dudar más

dije:

>> Señor, o señora,

les pido en verdad perdón;

pero lo cierto es que me adormecí y

habéis llamado tan suavemente

y tan débilmente habéis llamado

a la puerta de mi habitación

que no estaba seguro de haberos oído <<.

Abrí la puerta.

Oscuridad y nada más.

Mirando a través de la sombra,

estuve mucho rato maravillado,

extrañado dudando, soñando más sueños que

ningún mortal se habría atrevido a soñar,

pero el silencio se rompió

y la quietud no hizo ninguna señal,

y la única palabra allí hablada fue

la palabra dicha en un susurro >>¡Leonor!<<.

Esto dije susurrando, y el eco respondió

en un murmullo la palabra >>¡Leonor!<<.

Simplemente esto y nada más.

Al entrar de nuevo en mi habitación,

toda mi alma abrasándose,

muy pronto de nuevo, oí una llamada

más fuerte que antes.

>> Seguramente -dije-, seguramente es

alguien en la persiana de mi ventana.

Déjame ver, entonces, lo que es,

y resolver este misterio;

que mi corazón se calme un momento

y averigüe este misterio.

¡ Es el viento y nada más.<<

Empujé la ventana hacia afuera,

cuando, con una gran agitación

y movimientos de alas

irrumpió un majestuoso cuervo

de los santos días de antaño.

No hizo ninguna reverencia;

no se paró ni dudó un momento;

pero, con una actitud de Lord o de Lady,

trepó sobre la puerta de mi habitación,

encima de un busto de Blas,

encima de la puerta de mi habitación.

Se posó y nada más.

Entonces aquel pájaro de ébano,

...

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