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El Cepillo De Dientes


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2012  •  12.388 Palabras (50 Páginas)  •  761 Visitas

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EL CEPILLO DE DIENTES

O NÁUFRAGOS EN EL PARQUE DE ATRACCIONES.

PERSONAJES.

1. ÉL

2. ELLA

3. ANTONA

4. UNA VOZ

ACTO PRIMERO.

Entra Ella, joven y bonita. Viste un pijama de seda sobre el cual lleva una bata. Zapatillas de levantarse. Trae una bandeja. Debajo del brazo un periódico y una revista. Deja todo sobre la mesa. Al hacerlo se le cae descuidadamente el tenedor.

Un momento la escena vacía. El Jazz se escucha muy fuerte.

Ella vuelve a entrar. Esta vez con cafetera y la leche. Las deja sobre la mesa. Da los últimos toques a la mesa del desayuno. Sólo ahora observa que uno de los dos tenedores está en el suelo. Lo recoge y se lo queda mirando fijamente.

Ella - Anoche… sí, anoche soñé con un tenedor. Bueno, eso no tiene nada de raro. Debe ser un símbolo sexual inconsciente… (Arrugando el ceño). Pero lo raro era que el tenedor decía que quería ser cuchara. El pobre tenía complejo de cuchara… de cuchara de postre.

Yo no se por qué soy tan complicada. El psiquiatra tampoco. Me dijo que hablara en voz alta por las mañanas, que eso era bueno para la salud mental. Sirve para desintoxicarse después por la noche.”Imagínese – me dijo – que está sola en un escenario iluminado, frente a grandes personalidades que la están mirando y a usted no le importa nada, nada, nada…” (Se dirige con soltura y desinhibición al público desde la embocadura del escenario). “¡Excelentísimo señor presidente, excelentísimo ministro consuetudinario, miembros del Cuerpo Diplomático y de otros cuerpos, señorita Agregada Escultural…¡ OH, Monseñor!”. (Hace una genuflexión. Repentinamente se pone a cantar con energía y sin la menor inhibición un fragmento de “Madame Butterfly”. Desde el baño llega el inconfundible ruido de una persona haciendo gárgaras. ELLA trata de acallar el ruido cantando más fuerte y echando miradas furiosas hacia el baño, pero, finalmente, se interrumpe y en forma rencorosa señala hacia el dormitorio). Vivo con un hombre. Por lo menos todos llaman así a ese ser de pies grandes que hace gárgaras en los momentos más inesperados, la noche de bodas, por ejemplo.

Yo soy su mujer. Eso quiere decir que debo ser femenina. Lo que no es fácil. Hay que sentirse débil poner los ojos brillantes para que el ser de los pies grandes la proteja a una; ah, también debo ser atractiva. No puedo permitir que me crezca el bigote ni que se me caigan los dientes. Además debo recordar que los ravioles ensanchan las caderas y los espárragos achican el busto (Dando un gran suspiro). Pero la verdad es que estoy cansada, terriblemente cansada de ser la esposa femenina de ese animal masculino que se rasca, pierde el pelo sistemáticamente y canta tangos pasados de moda. (Soñadora). Quisiera… quisiera engordar, fumar un puro, y enviudar de una manera indolora y elegante.

El monólogo, como psicoterapia, también sirve para que una se le ocurra ideas, ideas inocentes como… enviudar sin anestesia. Hoy, como todos los días, tengo preparadas algunas sorpresas. Para empezar, el café no es café. No. Tampoco es Nescafé. Es veneno. Veneno con gusto a café descafeinado.

Las tostadas… parecen tostadas, ¿verdad?, nadie diría que no lo son. Bueno, en cierto modo lo son, pero las tosté con gas hidrógeno que producen efectos fatales al ser digeridas. (Encantada). ¡Ah… y el azúcar! El azúcar tiene un poco de raticida granulado. Esto último es un virtuosismo de especialista que muchos considerarán exagerado, pero que es propio de mi sentido de la responsabilidad. (Se oye un canturreo que proviene del dormitorio).

Él - ¿Marta?, ¿Dónde dejaste mi corbata?

Ella - (Con una risita siniestra). ¡Es hora de actuar! (Gritando al dormitorio). ¡Hijito, está servido el desayuno! (Ella se sienta y empieza a poner mantequilla a una tostada. Pausa. Más Fuerte). ¡Esta servido el desayuno!

(Entra Él. Terminando de arreglarse la corbata. Lleva la chaqueta en la mano. Parece tener prisa. Ella aumenta el volumen de la música.

Él se sienta y abre el periódico.

El jazz se escucha muy fuerte. Él deja el periódico y le habla a Ella, pero sólo se ve el movimiento de sus labios porque la música impide oír lo que dice. Este juego Monegal de que no se escucha una palabra dura un rato).

Ella - (Gritando). ¿Qué dices? ¡No oigo nada!

Él - (Gritando). ¡Que cortes esa radio!

Ella - (Gritando). ¡Egoísta!

(Ella se pone un audífono en un oído y lo conecta al equipo estéreo. La música deja de oírse. Ahora las voces son normales).

Él - El veneno, por favor (Ella no lo oye). Un poco de café, queri9da. Sst, ¿qué dices?, sst (Ella lo hace callar con un gesto. Evidentemente está concentrada en lo que escucha a través del audífono).

Ella - (Con tono misterioso). Es el pronóstico.

Él - ¿De qué?

Ella - (Casi confidencial). Del tiempo.

Él - (Un poco irritado). ¿Y qué dice?

Ella - ¿Ah?

Él - ¿Qué dice?

Ella - (Escuchando primero). “Nubosidad parcial en el resto del territorio…”

Él - La Bolsa es así, inestable.

Ella - Si, si, parece increíble, ¿no?, pero es cierto.

Él - Sírveme el café, querida. (Ella toma la cafetera, pero en vez de servirle café, empieza a seguir con ella el compás de una música que se adivina por la cara absorta y sus ojos blancos. Él, distraído con el periódico, no se ha dado cuenta de que no le ha servido café. Revuelve tranquilamente en su taza vacía). ¿Qué estás escuchando ahora?

Ella - “Desayuno en su hogar”. Consejos para comenzar la jornada. (Escucha primero y luego haba). Hoy es el feliz aniversario de la revolución sangrienta de octubre… Empecemos, pues, la jornada con optimismo y energía… Respiremos hondo… Ah (Ella respira

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