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El Estado Actual De La Lengua Española (castellana) Y El Principio "escribo Como Hablo"


Enviado por   •  10 de Febrero de 2012  •  1.619 Palabras (7 Páginas)  •  768 Visitas

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El estado actual de la lengua española (castellana) y el principio “escribo

como hablo”

Para caracterizar la situación actual de la lengua española (castellana), en España se

habla de “degeneración”, “crisis”, “marasmo”1.

Las genialidades de presentadores y locutores de la TVE (sobre todo, la pésima

entonación del español hablado en la televisión). El habla de las clases dirigentes que en la

actualidad es de hiriente ramplonería y, en ocasiones, de escandaloso mal gusto. La erosión de

la parla de los hombres públicos que necesitan acumular muchas palabras con el menor

número posible de ideas. La lengua mediocre de la prensa. La pérdida del interés por la

lectura por parte de los niños. El eco, estrepitoso a veces, de la voz de la calle en la creación

literaria española. La incapacidad (o falta de deseo) de escribir de modo que lo que se escribe

se diferencie de lo que se habla. La confusión en el habla cotidiana de conceptos tan

diferentes como “probabilidad” y “obligación”, que impide a muchos hispanohablantes

interpretar correctamente la frase “El jueves debe de ser fiesta y, si es fiesta, debe ser un día

para descansar”. Lindezas gramaticales como“contradizcan”, “hubieron toros”,

“siéntensen”,“la dio una torta a la mujer” . El penoso espectáculo de las faltas de ortografía.

La irrupción en el habla cotidiana de voces extranjeras. La generalización de la palabra vulgar

o soez fuera de contexto, palabra que puede aludir a lo religioso. La vertiente hipócrita de la

mentalidad que prevalece en España y que se muestra asimismo en el lenguaje2.

No es sorprendente que, al referirse a la situación actual de la lengua española

(castellana), A. Zamora Vicente, escritor, filólogo, académico y secretario vitalicio de la Real

Academia Española, se vea obligado a constatar:

Se habla mal, se escribe peor y se adorna todo, charla o

escritura, con toscos ribetes de zafiedad.

Y continúa:

La enseñanza de la lengua se ha convertido en una tortura.

Llenan las cabezas de una caricatura de ciencia lingüística, pero no se

adiestra en el hablar, en escribir con rectitud y soltura. Menos aún se

inculca un ideal de lengua al que agarrarse 3.

Don Alonso no es el único lingüista español de prestigio a quien preocupa la

situación actual de la lengua española (castellana). En noviembre de 1995, en el acto de presentación en Madrid del libro La lengua española hoy: 24 autores (presentaron la obra

nada menos que los académicos Manuel Seco y Gregorio Salvador) se constató lo siguiente:

1) el español no es una lengua que se enseña adecuadamente a sus propios hablantes; 2) en

el rigor, la exigencia y en el tiempo dedicado a la educación lingüística de sus usuarios, a la

española le gana no ya media docena de lenguas, sino muchísimas más, incluso las otras

lenguas de España; 3) quizá esa desidia tradicional y consagrada por las leyes educativas

tenga algo que ver, aunque no la justifique, con el hecho de que no es el español precisamente

una lengua donde el registro coloquial y el literario, o sea el oral y el escrito, estén

perfectamente delimitados.4

Es interesante señalar que no sólo los lingüistas plantean el mismo problema. Así,

por ejemplo, Amando de Miguel, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, escribe:

Una de las esencias de una lengua civilizada es que se distinga

su forma escrita y su forma hablada... A menudo se sostiene que hay

que borrar esas barreras en aras de la espontaneidad. Gran tontería es

ésa. ... Grabamos lo que decimos y, al transcribirlo, nos damos cuenta

de que el lenguaje oral admite unas tolerancias que son insoportables

en el lenguaje escrito. Hay que echarse a temblar con esas

transcripciones literales de coloquios y mesas redondas. Lo peor no es

eso, sino que mucha gente cree que, en efecto, escribir como se habla

es gran mérito estilístico. Bien está que una novela reproduzca una

conversación tal como se habla; lo que resulta estragante es que ese

mismo recurso lo emplean el ensayista, el periodista y el hombre

público cuando ponen por escrito sus ideas. Ha entrado esta moda

nefanda de escribir como se habla y poco podemos hacer contra ella.

Si se remansa en costumbre, corremos el peligro de regresar a nuestro

remoto pasado en el que nuestros antepasados se comunicaban con

sonidos guturales5.

En cualquier sociedad, el estado en que se encuentra su idioma siempre refleja el de

la sociedad misma. En este sentido es importante el testimonio de A. Zamora Vicente, que ha escrito lo siguiente:

Vivimos en una agobiante falsificación. Todo es cáscara,

engaño a los ojos y al corazón. Mucho me temo que una mañana

cualquiera

...

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