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El Jurado Seducido


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2012  •  2.783 Palabras (12 Páginas)  •  953 Visitas

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EL ELOGIO DE LOS JUECES

INTRODUCCIÓN.

El juez es un abogado moderado y purificado por la edad: a quien los años le han quitado las ilusiones, las exageraciones, las deformaciones, el énfasis, y acaso también la impulsiva generosidad de la juventud; el juez es lo que queda después de suprimidas del abogado todas aquellas virtudes exteriores por las cuales el vulgo lo admira.

Pero el Juez, antes de decirse, necesita una fuerza de carácter de la que puede carecer el abogado; debe tener valor para ejercer la función de juzgar, que es casi divina, aunque sienta dentro de sí todas las debilidades y acaso todas las bajezas del hombre; debe saber imponer silencio a una voz inquieta que le pregunta qué hubiera hecho su propia fragilidad humana si se hubiese encontrado en las mismas condiciones en que se encontró ese a quien tiene que juzgar; debe estar tan seguro de su deber, que olvide, cada vez que pronuncia una sentencia, la amonestación eterna que le viene de la Montaña: no juzgarás.

Estas dos nociones son algunas de las que resalta Piero Calamandrei en su obra, y de las cuales partiré para desarrollar el presente ensayo, y aunado a ello también me permitiré plasmar algunos conceptos en torno a las ciencias que enmarcan la función del Juzgador, llámese Juez o Magistrado de las cuales únicamente pondré una breve concepción, esperando que ello enmarque lo que pretendo desarrollar y que básicamente el actuar de los juzgadores.

La función y el actuar de los Jueces, de los Magistrados, de los miembros del Poder Judicial, así como del profesionista que se ha encargado de dignificar la carrera de la abogacía, y con esto me refiero a todo el profesional del derecho, tanto los que se encuentran contemplados en la plantilla de servidores públicos impartidores de justicia, así como los abogados litigantes -que solemos ser la mayoría-. Para ello empezare por mencionar brevemente algunas concepciones que nos servirán para el desarrollo del presente documento.

Podremos empezar con la Ética, palabra que proviene del vocablo griego Ethor que significa costumbre. Es la disciplina filosófica y más propiamente axiológica que se ocupa del estudio de los valores (bueno-malo). La ética, es una ciencia justamente porque explica las cosas por sus causas, trata de emitir juicios sobre la bondad o maldad de algo, pero dando siempre la causa o razón de dicho juicio.

La ética es la ciencia que estudia los valores y fija los principios en los cuales debe realizarse una conducta moral. Una de las definiciones que se le otorga a la ética puede ser también como; "la ciencia práctica y normativa que estudia racionalmente la bondad y maldad de los actos humanos".

La ética, o la ciencia de la moral también conocida con el nombre de Deontología, nos enseña “el deber ser”, un deber ser que no puede mostrarse desligado del “ser”, y que al mismo tiempo, dignifica al mismo “ser”.

En ese orden de ideas, quisiera puntualizar que en la actualidad que vivimos y que estamos enfrentando, se requiere de Jueces con mayúscula, que con su testimonio de vida, sean ejemplos para la sociedad a la cual ellos están llamados a juzgar, de igual modo, se requiere de un Poder Judicial mucho más exigente en su conformación en este sentido, transparente en la gestión tanto judicial como económica, preclaro por su conducta institucional, eficiente en el servicio a la sociedad.

La ética al exigir a los Jueces, una actuación responsable de conformidad a los valores jurídicos fundamentales, accede al Derecho, no por una puerta falsa, sino más que por la vía de la teoría, por el camino de la práctica.

Ahora bien otro concepto que nos interesa y que debemos de tener presente es la MORAL, que proviene de la voz latina " MOS- MORIS", que significa costumbre, se refiere a lo espiritual, abstracto; relativo a la percepción o valoración del entendimiento o de la conciencia.

En el ámbito jurídico podemos señalar que cuando se tergiversa una sentencia por medio del cohecho, es una conducta injusta, por ir precisamente en contra del valor justicia, de la rectitud y la integridad de cualquier juez o abogado. Esta valoración nace de la conciencia de toda persona respecto a qué es y qué no es justo.

Sócrates es considerado como el fundador de la ética, debido a su insistencia en temas como: ¿ cuál es la esencia de la virtud, de la bondad, de la justicia?. Tenía como lema la frase del oráculo de Delfos: "Conócete a ti mismo" y llamó la atención sobre la importancia del conocimiento personal en contraposición al conocimiento del mundo externo.

Así, se ha considerado a la ÉTICA y a la MORAL como partes inseparable de la filosofía, y su estudio no es individual, sino general. Esto es, no trata de analizar si un acto u otro son buenos bajo una perspectiva en especial, sino la naturaleza del acto humano mismo; su valoración como tal, su intención y su dirección hacia un objetivo que tienda al bien, considerado éste, como el objeto a que tiende la voluntad humana.

Todo individuo, miembro de una sociedad, cuenta con La Obligación Moral, por ende No existe una ética profesional autónoma, desvinculada de la moral general. Una conciencia bien formada, dada la unicidad dinámico-operativa del hombre, logrará una compatibilidad en los principios regulares de la técnica profesional más eficaz con las exigencias que asegurar el verdadero bien del hombre.

Los principios morales pueden ser muchos, pero la raíz de la que surgen y se alimentan es sólo una, la razón moral; como es una la persona humana, también aunque su progresivo perfeccionamiento sea alcanzado determinando fines y objetivos intermedios. Para muchos profesionales, la moralidad de cada acto parece estar sometida a la primordial finalidad de afirmarse en la vida, DE SER SIEMPRE UN VENCEDOR.

Desde esta perspectiva, la educación moral y la formación ético- profesional, se limitan a enseñar el modo más eficaz de satisfacer las propias ambiciones por medio de la mejor armonización de las dotes naturales. Podemos encontrarnos con un profesional, cuyas " virtudes " indican una inmensa sed de grandeza, pero también indiferencia ante la moralidad de sus objetivos; el fin último de un profesional así, es triunfar, imperativo categórico que marca los límites entre el bien y el mal.

Es bueno cumplir una promesa, porque cuando se hace, queda uno obligado a cumplir con la misma naturaleza del acto, sin tener en cuenta las inclinaciones ni las consecuencias.

Por último pero

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