El Precio De La Desigualdad

Macroeconomía

No. de capítulos: 8-9

La batalla por los presupuestos para poner fin al déficit es cada vez más encarnizada y el seleccionar las políticas macroeconómicas adecuadas se ha convertido en una verdadera odisea. En primer lugar, el problema del déficit ha sido motivo de gran debate, mientras se busca revitalizar la economía en un entorno donde cada vez son mayores los mitos vinculados a la batalla de presupuestos. Por otro lado, se habla de las deficientes políticas macroeconómicas causantes de la desigualdad, así como las consecuencias de la privatización de los entes reguladores. A continuación se describirá en detalle estos puntos.

El déficit es un gran problema que países como Estados Unidos han debido enfrentar dentro del marco de la batalla de los presupuestos. Sus orígenes se remontan a la época de los grandes superávits de la Reserva Federal que estaban a punto de cubrir en su totalidad la Deuda Nacional, pudiendo causar la desaparición de los Bonos del Tesoro. Para contrarrestar esta situación la Administración Bush adoptó soluciones como la austeridad que establecía la reducción de impuestos para las clases altas y el aumento para la clase media, acompañado de una reducción drástica de la inversión en programas sociales. Desafortunadamente la solución probó ser del todo ineficaz, cuando se desencadenó otra crisis, la Gran Recesión. Ésta alcanzó su mayor apogeo por las grandes gastos de la guerra en Irak y Afganistán, la exagerada inversión en armamento para la defensa del país y la ineficacia del Estado para negociar con las farmacéuticas que participaban en el programa de atención sanitaria Medicare. Sin embargo, existen alternativas que podrían ser tomadas en cuenta para poner punto final a la crisis como la creación de un sistema tributario más justo, la búsqueda de nuevas formas de renta por explotación de recursos, gravar externalidades negativas como la contaminación o incrementar los impuestos direccionados al sector financiero.

En la actualidad, la mayor parte de los esfuerzos están dirigidos al estímulo de la economía. Una de las opciones es invertir recursos económicos en áreas como la educación y el desarrollo de nuevas tecnologías que son actividades con alta rentabilidad o el uso de la estrategia de multiplicador del presupuesto equilibrado que hace referencia a como un aumento de impuestos y gastos, mantiene invariable el déficit y estimula la economía. Dentro de estos proyectos definitivamente se excluye las propuestas realizadas por la derecha como la teoría económica de Reagan, que ponía énfasis en reducir impuestos a todas las actividades económicas para aumentar los ingresos fiscales, mostrándose tiempo después como una completa falacia ya que el reducir impuestos de una forma tan descabellada sin tener en cuenta aspectos más específicos reducía el dinero recaudado y no se fomentaba la inversión.

Diversos son los mitos que giran en torno a la batalla por los presupuestos. El primer mito afirma que el incremento de impuestos para los más ricos perjudicaría al colectivo con la reducción del trabajo y ahorro; pero no toma en cuenta que un aumento ínfimo en los impuestos sobre las ganancias exorbitantes de las empresas es justo y les permitirá continuar siendo rentables. Por otro lado, está el mito sobre los ineficientes programas sociales a cargo del gobierno que aparentemente deberían ser privatizados, no obstante si tal cosa fuera llevada la práctica no mejoraría en lo absoluto las prestaciones, pero la clase más pudiente lucraría por la gestión de estos servicios. El tercer mito, atribuye la culpa de las altas tasas de desempleo a los mismos perjudicados bajo la absurda premisa que el pedir condiciones de trabajo justas y salarios dignos da lugar al decremento de

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