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El Sentido Practico - Bordieu


Enviado por   •  29 de Julio de 2014  •  4.542 Palabras (19 Páginas)  •  297 Visitas

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Cap. II: “La antropología imaginaria del subjetivismo”

Sartre no reconoce disposiciones duraderas ni eventualidades probables. Para él cada acción es una especie de confrontación sin antecedentes del sujeto y con el mundo.

El mundo de la acción es un universo imaginario de posibles intercambiables, dependiente por entero de los decretos de la conciencia que lo crea, desprovisto totalmente de objetividad (Ej.: si es emocionante porque el sujeto se quiere emocionado).

El sujeto sartreano, sujeto individual o colectivo, sólo puede liberarse de la discontinuidad absoluta de las elecciones sin pasado ni porvenir de la libertad mediante la libre resolución de la promesa y la fidelidad a sí mismo o mediante la libre dimisión de la mala fe.

Se opondrá a este análisis de la antropología sartreana los textos en que Sartre reconoce, por ejemplo, las “ síntesis pasivas “ de un universo de significaciones ya constituidas.

EL mundo social, lugar de esos compromisos “bastardos” entre la cosa y el sentido, que definen el “sentido objetivo” como sentido hecho cosa y las disposiciones como sentido hecho cuerpo, constituye un verdadero desafío para quien no respira más que en el universo de puro de la conciencia o de la “praxis”. Sartre rechaza la clase como clase de condiciones y condicionamientos, de disposiciones y estilos de vida duraderos por tanto, en la que él ve una clase cosa, una clase esencia, encerrada en su ser, reducida a la inercia y, por consiguiente, a la impotencia, a la que opone “el grupototalizador en una praxis”, nacido de la clase cosa pero contra ella.

La trascendencia de lo social sólo puede ser efecto de la “competencia”, es decir, del número o de la “materialización de la competencia” en los objetos culturales, consistiendo la alienación en la abdicación libre de la libertad en beneficio de las exigencias de la “materia trabajada”: “El obrero del siglo XIX se hace lo que es, es decir, que determina práctica y racionalmente el orden de urgencia de sus gastos – luego decide en su libre praxis – y con esta misma libertad se hace lo que era, lo que es, lo que tiene que ser: una máquina cuyo salario representa simplemente los gastos de mantenimiento (...). El ser-de-clase como ser práctico inerte les llega a los hombres a través de las síntesis pasivas de la materia trabajada”. Por otra parte para Sartre: “La Historia determina el contenido de las relaciones humanas en su totalidad, y estas relaciones (...) remiten a todo. Pero no es ella la que hace que haya relaciones humanas en general”.

El objetivismo universaliza la relación teórica [savant] con el objeto de la ciencia, el subjetivismo universaliza la experiencia que el sujeto del discurso teórico [savant] forma de sí mismo en tanto sujeto.

El interés del análisis sartreano estriba en que muestra cómo el principio y el objeto en juego [enjeu] de la lucha entre el objetivismo y el subjetivismo es la idea que la ciencia del hombre se hace del hombre, es decir, del objeto pero también del sujeto de la ciencia. Así es como la teoríallamada del “actor racional” oscila entre el ultra subjetivismo finalista de la conciencia “sin inercia” que inaugura a cada instante el senti-do del mundo y que no puede encontrar la continuidad y la constancia más que en la fidelidad a sí mismo con la que “ella misma se ata”. El determinismo intelectual está separado por algunos efectos del lenguaje de un determinismo mecanicista que reduce la acción a una reacción mecánica ante determinaciones mecánicas y los agentes económicos a partículas indiscernibles sujetas a las leyes de un equilibrio mecáni-co: hacer depender la elección, por un lado, de las constricciones estructurales ( técnicas, económicas o jurídicas) que delimitan el conjunto de acciones posibles y, por otro lado, de preferencias supuestamente universales y conscientes – o sujetas a principios universales – supone no permitir a los agentes, forzados por la evidencia de las razones y la necesidad lógica de “cálculo racional”, otra libertad que la adhesión a la verdad – es decir, a las posibilidades objetivas – o el error del pensamiento subjetivo, es decir, parcial y particular.

No se puede emprender racionalmente el proyecto de fundar la creencia sobre una decisión racional sin vernos obligados a pedir a la razón que colabore en su propio aniquilamiento en la creencia., esa “desapro-bación de la razón” supremamente “conforme a la razón”: para pasar de la decisión de creer, que puede ser suscitada por la razón, a la creencia duradera, es decir, capaz de superar las intermitencias de laconciencia y de la voluntad, se está obligado a invocar otros poderes que los de la razón.

Según Pascal: somos tanto autómatas como espíritu. Las pruebas sólo convencen al espíritu, la costumbre hace de nuestras pruebas las más fuertes y las más creídas. Hay que adquirir una creencia más fácil, que es la de la costumbre, que sin violencia, sin método, sin argumentos nos hace creer las cosas e inclina todas nuestras potencias a esta creencia, de modo que nuestra alma caiga en ella espontáneamente. Hay que hacer que crean nuestras dos piezas: el espíritu por la razón de que basta haber visto una vez en a vida, y el autómata por la costumbre, y no permitiéndole que se incline a lo contrario.

Según el economicismo hay una economía de las prácticas, es decir una razón inmanente a las prácticas, que no encuentra su “origen” en las “decisiones” de la razón como cálculo consciente ni en las determina-ciones de mecanismos exteriores y superiores a los agentes. Al no reconocer otra forma de acción que la acción racional o la reacción mecánica, se impide comprender la lógica de todas las acciones que son razonables sin ser producto de un designio razonado o, con más razón, de un cálculo racional. Habitadas por una especie de finalidad objetiva sin estar conscientemente organizadas en relación a un fin explícitamente constituido; inteligibles y coherentes sin que procedan no obstante de una voluntad de coherencia y de una decisión deliberada; ajustadas al futuro sin ser el producto de un proyecto o de un plan.

Cap. III: “Estructuras, habitus, prácticas”

El objetivismo construye lo social como un espectáculo ofrecido a un observador que toma “un punto de vista” sobre la acción y que, trasladando al objeto los principios de su relación con él, actúa como si éste estuviera destinado únicamente para el conocimiento y todas las interacciones se redujesen en él a inter-cambios simbólicos. Este punto de vista se toma en las posiciones elevadas de la estructura social, desde donde

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