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Ensayo Rojo Y Negro


Enviado por   •  27 de Octubre de 2013  •  1.890 Palabras (8 Páginas)  •  770 Visitas

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"El amor es una maravillosa flor, pero es necesario tener el valor de ir a buscarla al borde de un horrible precipicio."

STENDHAL

A un texto literario lo podemos estudiar desde diferentes está perspectivas teóricas. Desde la semiótica, lo podemos hacer considerando que formado por un conjunto de signos portadores de significado, posee un código convencional, una denotación y múltiples connotaciones; y un significante, con una función meramente comunicativa. El autor considera una serie de signos que lo inspiran a organizar el contenido. El receptor de la obra, posteriormente le otorgará un significado que sólo coincide en parte con el significado que le da el autor.

En esta línea de pensamiento, Umberto Eco plantea que un texto representa una cadena de artificios expresivos que el destinatario debe actualizar . Entonces, si éste debe actualizarse es incompleto, algo está ausente por una omisión intencional del autor, quien tiene la intención de comprometernos, apelando a nuestra cooperación para lograr una interpretación completa y adecuada del texto, en función de los elementos presentes en él. Para esto debemos actualizar nuestros conocimientos enciclopédicos, lo que nos permitirá llenar los espacios en blanco.

La obra Rojo y Negro de Stendhal (Le rouge et le noir, 1830) no puede separarse del momento en que está escrita. El siglo XIX es una de las etapas más dinámicas de la historia de Francia y de Europa. Desde fines del siglo XVIII (1770) hasta 1848 surgen multitud de movimientos revolucionarios, cuyo punto culminante fue la Revolución Francesa. Tras la caída de Napoleón se abre en Francia la Restauración, que restablece los regímenes políticos anteriores. La novela refleja la época de la Restauración, como período aburrido e hipócrita, manejado por la Iglesia y la nobleza enfrentadas a los liberales.

Asimismo, la obra nos ofrece una crítica a veces dura de la situación social de Francia, principalmente de la burguesía provinciana arribista.

Si atendemos al año de aparición de la novela (1830), año en que triunfa el romanticismo con la aparición de Hernani de Víctor Hugo, resalta la genial anticipación de Stendhal a su época. Los protagonistas de Rojo y Negro son románticos pero no rebeldes hasta el martirio, o suicidas como lo es Ema Bovary.

En este contexto se ubica nuestro análisis, que se enfocará en indagar de qué forma se representa el amor, en la relación entre los personajes principales, atendiendo a las clases sociales a las que pertenecen. Para demostrar nuestra hipótesis se utilizarán ejemplos extraídos de capítulos de la primera y de la segunda parte de la novela, puesto que el tema atraviesa por completo la obra.

Atendiendo al eje seleccionado, los conocimientos enciclopédicos que se deben actualizar están relacionados con los hechos históricos, implícitos en la obra, pero fundamentales para comprender el contexto al que se hace referencia. Rojo y Negro es considerada una novela política, pero también podemos leerla como una novela romántica, en la que hay una historia de amor frustrada. En este entramado se articulan los hechos políticos de la sociedad francesa del siglo XIX, que hace a la novela compleja.

El héroe de esta obra está presentado como el plebeyo de la sociedad posnapoleónica de la Restauración; hijo de un aserrador, modelo de las ambiciones y frustraciones de la época, su vida se aseguraría, como en tiempos del Imperio napoleónico, a la fortuna que podría conseguir a través de la carrera militar. Pero en el presente esto se le niega. Decide entonces intentar alcanzar sus metas en la vida eclesiástica como también, diciendo a los demás lo que quieren oír y haciendo lo que desean verle hacer: “Fuerza era pasarse dos años pródigos en dispendios, en el seminario de Besançon, y como consecuencia, preparase haciendo algunas economías, objetivo más fácil de alcanzar disfrutando de un sueldo de ochocientos francos cobrados por trimestres adelantados, que percibiendo seiscientos francos pagaderos por meses” (Primera parte, capítulo XXII).

Si atendemos al comportamiento de Julián en los dos libros que componen la novela, podemos ver dos procedimientos distintos en relación al amor. En el primer libro, es donde se expresa el amor, como sentimiento natural, desinteresado, y al que no puede rendirse. El amor hacia la señora de Rênal era un amor “que ardía en el corazón del preceptor”, “no admiración de la hermosura de su amante ni orgullo de poseerla” . La idea que tenía sobre el amor fue fruto de las lecturas que hizo, de las palabras de Napoleón sobre la mujer y de las novelas en boga.

En la segunda parte, el amor de Julián, ahora hacia la Srta. Mathilde de la Mole, aparece como una proyección de los deseos de ascenso social del joven plebeyo, y de sus artimañas para conseguirlo. El goce aquí para él se experimenta en el triunfo por sobre los pretendientes, adinerados y poderosos que cortejaban a la Srta. Mathilde: “Triunfo de todas suertes sobre el marqués en un sentido: al marqués le contrariará tener su sucesor, y le pondrá furioso saber que ese sucesor soy yo. ¡Con qué altanería me miraba ayer en el café Tortoni, fingiendo que no me conocía! ¡Y con qué ironía me sonrió después, cuando no hacerlo habría sido descarada descortesía!” . Es entonces un sentimiento práctico, que le permite al héroe ascender en la sociedad y tomarse la revancha de sus anhelos frustrados; un campo de experimentación táctica, en el que hay mucho en juego y en el que el héroe puede fácilmente sucumbir, de ahí que se tenga en cuenta el peligro. Cuando la Srta. Mathilde lo increpa en el teatro (Segunda parte, cap. LXI) pidiéndole garantías, Julián Sorel pide fuerzas a Dios para no demostrar sus verdaderos sentimientos, porque significaría su perdición.

Es menester considerar también a los dos personajes femeninos que forman el triángulo de amor en la novela. En la primera parte, Mme. de Rênal encarna al tipo de mujer que Julián Sorel ama y por quién querría ser amado. No obstante, podemos ver que debido al cortejo que el señor Valenod hizo a la señora de Rênal, el amor para esta era un acto pecaminoso, sólo posible en las novelas que había leído, donde se presentaba como maravilloso y sagrado. Julián sólo ocupaba un lugar en su imaginación sin remordimientos de cometer un acto inmoral. Pero esto tuvo un giro imprevisto cuando la criada le comentó su intención de matrimonio con el preceptor de sus hijos, lo que causó un estado imprevisto de enfermedad que le impedía siquiera dormir. Todo cambió cuando llegó a ella la noticia del rechazo de Julián (cap. VIII de la primera parte).

No podemos obviar al narrador, quien con su presencia omnisciente en el relato conoce a la perfección el decurso de la historia y la personalidad de sus protagonistas. Éste nos dice en el cap. VIII de la primera parte que “con anterioridad a la entrada de Julián en la casa, absorta, entregada a las faenas que, lejos de París, son la suerte de las madres de familia, la señora de Rênal pensaba en las pasiones como pensamos nosotros en la lotería: un engaño seguro y un espejuelo de dicha buscado por los necios”. La entrada de Julián a su hogar le brindó la oportunidad de amar en verdad, y de entregarse a la pasión y al sentimiento más puro, como no lo hizo con su esposo a quien fastidiaba.

Pero el amor para ella significaba también el adulterio y el terror de ser descubierta. La relación entre Julián y la señora de Rênal se desarrolla entonces en el secreto y con el temor de ser sorprendidos. Stendhal, aprovechándose de esto, introduce una situación en la que se produce una confusión, y en el que se puede reconocer cómo cada uno de estos amantes le atribuye un sentido diferente a un objeto, en este caso un retrato. Para Julián, que pide se resguarde su secreto, significaría la perdición de sus planes si descubren el retrato de Napoleón; pero la señora de Rênal, en cambio, cree que es el retrato de una mujer. Esta escena cómica para nosotros los lectores, pero dramática para ambos personajes, se construye en base a la diferencia en la atribución de sentido.

En el personaje de la señorita Mathilde de la Mole vemos que el amor — al igual que su temperamento— es similar al de Julián; en efecto, se trata de un amor “táctico”, que tiene para el héroe como finalidad probarse en su audacia. Mathilde escoge a Julián por ser éste inferior y poseer energía y determinación; Julián hace lo propio con ella por elevar su rango social con alguien de categoría superior y porque ésta se lo permite. Uno y otro expresan sus mismos anhelos, se mueven por el mismo interés y su amor no traerá consecuencias graves para ninguno de los dos.

En cambio, el amor entre Julián y la señora de Rênal tendrá consecuencias fatales para los dos amantes. El primero optó por la muerte al no poder tener a su lado a quien amó en forma incondicional y desinteresada; para ella, significó morir abrazando a sus hijos, causa de la tristeza ocasionada por la ejecución de su verdadero amor.

Stendhal refleja en su novela la hipocresía de la sociedad francesa durante la Restauración, ofreciendo una crítica de las clases dominantes, el clero, la nobleza y la burguesía ambiciosa y materialista. Las relaciones personales se fundaban sobre una máxima, la conveniencia para las partes involucradas. Esto lo podemos apreciar en la obra en la que la mayoría de los personajes y, en particular Julián, son muy conscientes de la necesidad de desempeñar un papel especial a fin de obtener la aprobación de los que le rodean, aunque no siempre con éxito. El amor de Julián, el cual parece ser la excepción en la primera parte, en este contexto es utilizado como medio para conseguir un ascenso social, a través de la conquista de la señorita de La Mole.

Rojo y Negro ha tenido múltiples lecturas, considerándola una novela política, romántica, o una denuncia social, de acuerdo a las distintas valoraciones semióticas que se le atribuyen. El texto se constituye entonces, en términos de semiótica general, en un signo que genera múltiples interpretaciones. La de este trabajo es sólo una de las que forman parte del universo de interpretaciones, y que se corresponden con los indicios que nos brinda el autor a través del texto. Como planteamos al inicio del trabajo, el autor considera una serie de signos, que organizados le atribuyen un significado, el que el autor quiere darle a la obra. Los conocimientos enciclopédicos, -como las tensiones entre la propia tendencia republicana de Julián Sorel, su lealtad nostálgica a Napoleón y las conspiraciones de los aristócratas Católicos legitimistas, en particular los marqueses de la Mole y sus partidarios jesuitas, que representan el extremo opuesto político; y sin embargo a cuyos intereses Julián acaba por servir-, la visión del mundo, la idiosincrasia, las experiencias literarias de cada receptor (considerando la escritura y la lectura de una obra literaria como una actividad comunicativa), generarán las múltiples lecturas; y las concretizaciones que se puedan realizar serán siempre múltiples e infinitas.

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