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Etica Docente


Enviado por   •  22 de Febrero de 2015  •  2.530 Palabras (11 Páginas)  •  256 Visitas

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FORMACION DE LA ETICA DOCENTE

LA ETICA EN LA EDUCACION DE VENEZUELA

La ética está vinculada a la moral y establece lo que es bueno, malo, permitido o deseado respecto a una acción o una decisión. El concepto proviene del griegoethikos, que significa “carácter”. Puede definirse a la ética como la ciencia del comportamiento moral, ya que estudia y determina cómo deben actuar los integrantes de una sociedad.

Un código, por su parte, es una combinación de signos que tiene un determinado valor dentro de un sistema establecido. En el derecho, se conoce como código al conjunto de normas que regulan una materia determinada.

Un código de ética, por lo tanto, fija normas que regulan los comportamientos de las personas dentro de una empresa u organización. Aunque la ética no es coactiva (no impone castigos legales), el código de ética supone una normativa interna de cumplimiento obligatorio. No divulgar información confidencial, no discriminar a los clientes o los compañeros de trabajo por motivos de raza, nacionalidad o religión y no aceptar sobornos, por ejemplo, son algunos de los postulados que suelen estar incluidos en los códigos de ética.

Las normas mencionadas en los códigos de ética pueden estar vinculadas con las normas legales (por ejemplo, discriminar es un delito penado por la ley). El principal objetivo de estos códigos es mantener una línea de comportamiento uniforme entre todos los integrantes de una empresa. Al incluir instrucciones por escrito, no resulta necesario que un directivo explique a cada momento cuáles son las obligaciones que tiene un empleado. Por otra parte, aquellas personas que redactan el código de ética se encuentran en una posición jerárquica sobre el resto, ya que están en condiciones de estipular cuáles son las conductas correctas desde un punto de vista moral.

El ámbito educativo constituye el espacio en el cual los seres humanos pueden responsabilizarse, comunicativamente, por la creación, gestión y aplicación valiosa del conocimiento. En este ámbito es donde, en la convergencia de múltiples actores sociales dispuestos a establecer acuerdos y llevarlos a la práctica, una sociedad puede conocer y conocerse así misma de modo crítico, valorar sus potencialidades, superar sus debilidades, cultivar sus capacidades y afirmar un proyecto de vida en común. Dicho proyecto, amplio, tolerante y plural, se constituye en una plataforma para construir y perfeccionar instituciones justas, a través de la formación de excelentes profesionales, ciudadanos comprometidos (Esteban Bara, F. 2004) y personas que se corresponsabilizan por la vida en todas sus dimensiones. En todos los niveles educativos y, en especial, en la Universidad, la responsabilidad es la de avanzar hacia la excelencia. Ello implica el avance significativo en la reflexión crítica sobre los fines para los cuales educar, en la determinación concertada de las estrategias adecuadas para alcanzar tales fines y en el desarrollo de acciones eficaces para su progresiva realización. La excelencia, como virtud, pertenece a la dimensión ética de la conducta humana, y abarca reflexión, estrategia y acción para la vida digna. Ella alcanza una importancia creciente en la actualidad dentro del campo educativo. Excelencia que significa trabajar por el mas alto nivel en los siguientes campos: Información actualizada y consolidada, conocimiento valido, legitimo y eficaz para la resolución de problemas, saber abierto, comprensivo e integrador, sabiduría capaz de elevar todos y cada uno de los niveles anteriores al pensamiento y realización de la vida buena (V. Martin, 2005). Educar no solo para conocer, sino principalmente para pensar. Pensar comunicativamente las finalidades de la acción humana y las mediaciones a través de las cuales se busca alcanzarlas.

Ética de la Responsabilidad: Desde una ética de la responsabilidad y una ética de las capacidades se articula el papel central de Universidad en la construcción de un tejido de valores compartidos y comunes. En ese marco, la Universidad en su conjunto -desde su alta gerencia hasta los investigadores, docentes, estudiantes y personal- puede capacitarse para avanzar al menos en tres niveles: En primer termino, superar la responsividad, como acción de únicamente responder a la obligación legal de vincularse con las necesidades de la sociedad; Desarrollar la responsabilidad, entendida como hacerse cargo de sus capacidades especificas para aportar soluciones a la vida social; y promover la responsabilización, en tanto capacidad, ejercida anticipadamente y de modo voluntario y acordado con los actores sociales, de rendir cuenta de su actuación y de las posibilidades de una vida mas humana.

Una acción educativa fundada en la responsabilidad ética puede hacer de la Universidad un lugar especial para promover el paso de una sociedad del conocimiento, fundada en el poder, el dominio y la eficacia, a una sociedad del saber, que oriente el conocimiento y la eficacia hacia el desarrollo de estrategias de inclusión, comprensión y equilibrio. De este modo el saber orienta la convivencia como régimen propio de la vida de las sociedades: Convivencia Intercultural, interétnica, interreligiosa y entre ideologías diferentes, para una sociedad plural y democrática. En medio de una realidad conflictiva, siempre es posible impulsar una educación centrada en los valores del respeto, la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza, para la construcción de una trama valorativa común que, sin reducirse a la supervivencia o a la coexistencia en cuanto niveles mínimos de socialidad, permita la convivencia en la diversidad (Cortina, 2005).

Ética y Convivencia: La construcción de convivencia es una tarea que se nutre de todos los niveles de la existencia humana, desde la corporeidad y la emocionalidad hasta la racionalidad y la espiritualidad. Sin ignorar la complejidad de dimensiones, la ética profundiza en el campo de la racionalidad, dentro del cual aspira a convertirse en el saber que guíe la acción humana. Para que los seres humanos actúen convergentemente de modo racional, es necesario que se preparen a través de una adecuada formación para formular, jerarquizar y ordenar de modo inteligente los valores, metas y objetivos que persigan en sus actuaciones a nivel personal, organizacional y social.

Las organizaciones en las que los seres humanos articulan su actuación para realizar tales valores y metas pueden construir un diseño inteligente que les permita realizar los bienes humanos comunes a través de las mediaciones del conocimiento, la política, la economía (A. Gómez Lobo, 2006). Tales bienes comunes abracan todos los equilibrios necesarios para la vida, desde la ecología hasta la intercultura,

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