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Identidad, Alteridad, Conflicto Y Consenso En La Sociedad Contemporánea. Alumnos De 3er. Semestre


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2012  •  2.238 Palabras (9 Páginas)  •  997 Visitas

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La diversidad, entendida como la existencia de distintas formas de ser, es parte misma del desarrollo de la naturaleza y como tal ha sido característica del ser humano desde su origen mismo.

Si bien el día de hoy sólo existe una especie humana, el Homo sapiens, la historia de su evolución se desarrolló a partir de la existencia, interacción y convivencia –generalmente violenta- de diversas especies, una sola de las cuales logró subsistir.

Pero el hombre contemporáneo es también un ser diverso desde su condición misma de ser biológico. Somos diferentes en edad, sexo, razas, tamaños y muchas características físicas. Este tipo de diferencia es compartido con muchas otras especies de seres vivos.

Sin embargo, el desarrollo de la especie humana ha sido mucho más que su desarrollo biológico. Lo que define al hombre es su capacidad de transformar intencionalmente el mundo que lo rodea.

Cuando el hombre primitivo produjo su primera y más elemental herramienta de piedra se escindió para siempre del resto de los animales. El hombre hizo la herramienta, y en ese acto hizo al hombre. Quedó así sellada la inseparable relación entre el ser humano y sus formas de hacer las cosas –la cultura- y con ella la tecnología, y más adelante la ciencia.

El ser humano ha creado a lo largo de su desarrollo muy distintas formas de adaptarse a la naturaleza, de transformarla y, en ultima instancia, de apropiársela. También ha generado una multiplicidad de formas de relación y asociación con otros hombres. Así pues, la diversidad, entendida como distintas formas de hacer, ha sido también una característica humana a lo largo de toda su historia.

La diversidad como característica ha sido un instrumento de gran importancia en la sobrevivencia y desarrollo de la especie, ya que le ha permitido adaptarse y vivir en las más diversas condiciones naturales y sociales. Formas específicas de vincularse con la naturaleza bajo ciertas condiciones pueden ser inadecuadas y hasta fatales en otras condiciones. Paralelamente la diversidad en la forma de relacionarse entre sí ha permitido a los humanos superar las contradicciones de las relaciones sociales y construir otras nuevas, en el complejo, largo e irregular proceso de su historia.

La diversidad no es sólo una característica intrínseca del hombre, sino una de sus principales necesidades vitales y sociales.

Sin embargo, la existencia de la diversidad enfrenta también a los individuos y a los grupos humanos a aquello que es diferente de sí mismo. En esa condición, el ser humano se contrasta con otros, se percibe distinto de unos, pero también igual a otros, bajo múltiples puntos de vista. De este modo, la diversidad genera dos resultados opuestos; la alteridad y la identidad.

La alteridad y la identidad son reconocidas por el ser humano en muy distintos aspectos. Veamos algunos ejemplos.

En lo individual, una niña encuentra al otro, encuentra lo distinto –es decir, encuentra la condición de ser otro –en, digamos, su hermano. La diferencia de sexo no sólo es evidente, sino que se vincula a distintas formas de actuar y de relacionarse. Ella es distinta a su hermano. También encuentra la alteridad en la diferencia de edades. Es distinta a sus primos adolecentes. Pero al encontrarse distinta a sus primos se encuentra también igual a su hermano. Los dos son niños frente a quienes ya no lo son. Pero nuestra pequeña amiga también se reconoce distinta a sus padres, y en esta nueva dimensión se identifica también con sus primos, hijos ellos también. Sin embargo, sabe que ella, su hermano y sus padres son una familia, y en ese espacio se identifica con todos ellos y se reconoce distinta de la familia de sus primos.

Cualquiera de estas condiciones de identidad y alteridad puede tener mayor o menor importancia que las otras dependiendo de las circunstancias. Si a la hora de la comida las preferencias de los niños son claramente distintas de las de los adultos y prevalecen sobre las diferencias de parentesco, a la hora de salir de vacaciones cada quien lo hace con su familia y el parentesco prevalece como elemento de diferenciación.

Así pues, las condiciones de identidad y alteridad se combinan y se entrecruzan de distintas maneras, esto dependiendo de diversas circunstancias; la importancia de estas condiciones puede cambiar en distinto grado. Podemos afirmar que la condición de identidad o alteridad, en consecuencia, se manifiesta en muchas dimensiones. Es multidimensional.

Ahora bien, la alteridad no se encuentra sólo en el nivel individual sino, con especial importancia, en los niveles social y cultural, siendo parte fundamental de las relaciones sociales y culturales.

Tal como la niña encuentra condiciones de identidad y alteridad en distintas dimensiones en su vida, el ser humano se identifica y contrasta con otros desde sus condiciones colectivas. Características como la nacionalidad, la raza o la religión son espacios notables de este proceso. Aún más, condiciones de diferenciación individual y natural puede también ser condiciones de gran diferenciación social. Pensemos en los papeles socialmente asignados a hombres y mujeres, por considerar sólo un ejemplo, y que van mucho más allá de sus diferencias naturales.

Los distintos grupos sociales, en la medida en que se relacionan de manera diversa con la naturaleza, con otros grupos y con su interior, generan también intereses distintos y ven el mundo de maneras desiguales, generando concepciones diversas en torno al ser humano, la propia naturaleza y, en última instancia, el universo en general. Por tanto, y en la medida en que quienes son socialmente distintos comparten espacios físicos e interactúan con base de distintos intereses, se relacionan entre sí, con algún grado de conflicto. La diferencia de intereses lleva de la mano a la disputa por la satisfacción de éstos.

Esta conflictividad se ha expresado de muy distintas maneras a lo largo de la historia de la humanidad. Si bien es un tema que aún se discute entre los especialistas, existe la hipótesis de que la extinción de la última especie humana distinta del Homo sapiens, el hombre de Neandertal, fue resultado de su aniquilación a manos del hombre de Cro-Magnón, antepasado directo del actual ser humano.

Lo que sí se sabe con certeza es que desde sus primeros momentos en sociedad, las relaciones basadas en las diferencias naturales, a partir de las cuales se desarrollaban distintas tareas como cazar y cuidar a los niños, comenzaron a ser sustituidas por relaciones basadas en la diferenciación social, es decir, en la formación

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