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Impuesto Al Consumo


Enviado por   •  8 de Agosto de 2014  •  3.114 Palabras (13 Páginas)  •  237 Visitas

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EL IMPUESTO AL CONSUMO: UNA CRITICA

La economía neoclásica mantiene desde hace mucho tiempo que, desde el punto de vista

fiscal, un impuesto a las ganancias es mejor que un impuesto específico al consumo ya

que, además de los ingresos obtenidos (aún asumiendo que sean iguales en ambos casos)

el impuesto al consumo distorsiona la asignación de recursos de las preferencias de los

consumidores.

Igual que en otros casos, cuando los economistas se apresuran a juzgar diversos cursos de

acción como “superiores” u “óptimos” debe señalarse que el supuesto ceteris paribus que

subyace en ese juicio -en este caso, por ejemplo, que el ingreso total es el mismo- no

siempre se mantiene en la vida real. Debemos comprender que la naturaleza misma de

específico impuesto puede conducir a que en última instancia un ingreso fiscal resulte

mayor o menor que otro. Supongamos, por ejemplo, que todos los impuestos que hoy

existen fueran abrogados y que la misma suma total a partir de ahora se recaude a través

de impuestos de capitación. Esto haría que cada persona de determinado país pague el

mismo impuesto para financiar el gobierno central, las provincias y los municipios. Esto

significaría desde luego que habría que dividir los ingresos fiscales totales por el número

de habitantes, por ejemplo, mayores de edad. Esto eventualmente podría arrojar una cifra

sencillamente imposible de pagar. Por tanto, el economista no puede decir que el

impuesto a la renta o, a los efectos, cualquier otro impuesto, es mejor que otro desde el

punto de vista del contribuyente puesto que el ingreso fiscal total es muchas veces una

función del tipo de impuesto de que se trate. También debe incluirse en este análisis que

el economista no puede desconocer que cuando se habla desde el punto de vista del

contribuyente se debe de tener en cuenta las estructuras subjetivas de valoración. Incluso

si el ingreso total que debe pagar el contribuyente resulta ser lo mismo en el caso del

impuesto A y en el caso del impuesto B puede, aun en ese caso, tener una apreciación

muy distinta respecto de cada uno de los dos impuestos. Debe tenerse presente que los

impuestos a las ganancias se recaudan a través de un examen de virtualmente todos los

aspectos privados del contribuyente. Cada contribuyente está obligado por ley a tener

comprobantes de sus ingresos y deducciones y llenar una serie de planillas y responder

diversas preguntas.

Formas del impuesto al consumo

No es nuevo el debate por parte de los economistas acerca de si es mejor un impuesto al consumo o un impuesto a las ganancias. Antes de entrar al segundo paso de nuestro análisis, es decir una crítica del impuesto al consumo como sustituto del impuesto a las ganancias, debe señalarse que muchas de las propuestas significan agregar nuevos impuestos al consumo a la ya muy complicada estructura fiscal. En otros términos, alobservar que los niveles del impuesto a las ganancias han llegado a límites difíciles de sobrepasar, algunos economistas proponen agregar nuevos impuestos al consumo.

Pero empecemos ahora analizando el impuesto al consumo como si la propuesta

consistiera en sustituirla por el impuesto a las ganancias, manteniendo, claro está el

ingreso fiscal en el mismo nivel. Esto fue originalmente propuesto por Irving Fisher(1).

En esta propuesta habría una tasa a las ganancias a las cuales habría que deducir su

consumo neto. A este mecanismo complicado inventado por Fisher debe agregarse el

impuesto al valor agregado. En este caso, en lugar de cada individuo, cada empresa

estaría sujeta al seguimiento burocrático ya que cada una debería declarar su ingreso y

sus gastos pagando cierto impuesto al ingreso neto o agregado. Esto produciría una

malasignación de los recursos ya que, por ejemplo, habría un fuerte incentivo para la

integración vertical dado que cuanto menos transacciones comerciales tengan lugar,

menor serán las veces que repercuta el impuesto. También como ha sucedido en distintos

lugares donde se aplica el impuesto al valor agregado aparecen incentivos de facturas que

no corresponden a transacciones reales al efecto de inflar los gastos y así reducir el valor

agregado. A mi juicio, manteniendo los demás factores constantes, un impuesto a las

ventas es más simple y distorsiona menos los precios relativos que el impuesto al valor

agregado. Un tercer tipo de impuesto al consumo sería un impuesto concentrado en las

ventas minoristas que es en última instancia una variante del impuesto a las ventas. Los

impuestos de este tipo tienen la ventaja, sobre el impuesto a las ganancias y el impuesto

al valor agregado, de que las intromisiones gubernamentales resultan menores.

Analicemos los méritos o deméritos de un impuesto al consumo frente a un impuesto a

las ganancias, dejando por ahora de lado el asunto de la interferencia burocrática. El

impuesto a las ganancias se basa en el principio de la habilidad o la capacidad de pago. El

impuesto al consumo,

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