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Jorge González Camarena, El Pintor De La Historia De México


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2012  •  1.982 Palabras (8 Páginas)  •  595 Visitas

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■ Sus trabajos son reconocidos en otros países, como Chile, Italia y Bulgaria

■ Hoy será recordado, a 100 años de su nacimiento, en una sencilla ceremonia a realizarse en el IPN

La historia de México, sus raíces e imaginario nunca fueron tan majestuosos como cuando los retrató Jorge González Camarena, uno de los grandes pintores que ha dado el país, tan genial como su gran amigo Diego Rivera, pero sin el reconocimiento mundial de éste.

Hoy lunes 24 de marzo se cumplen cien años del nacimiento del artista, quien dedicó casi toda su vida al muralismo, la pintura de caballete (más de 2 mil piezas) y la escultura, sobre todo para narrar, mediante su obra, la época que le tocó vivir, “con un profundo compromiso nacional”, como él mismo explicó al recibir el Premio Nacional de Artes en 1970.

No obstante la gran relevancia del legado del pintor jalisciense, éste padece la indiferencia oficial: “si viviéramos en otra época sería distinto, pero a la actual burocracia cultural la obra de mi abuelo simplemente no le interesa o ni la conocen”, explica Marcel, el nieto mayor de González Camarena.

Es por ello que el homenaje para celebrar el centenario del natalicio del artista no será hoy, como correspondería a su gran talento, en el Palacio de Bellas Artes, donde se encuentra su espléndido mural Liberación, en el cual plasma que el hombre sólo puede librarse de sus ataduras por medio del conocimiento, sino en una sencilla ceremonia organizada por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), que exhibe en sus muros Alegoría de la ciencia y la tierra.

Jorge González Camarena nació el 24 de marzo de 1908 en Guadalajara, Jalisco, donde residían sus padres, Arturo González y Sara Camarena, originarios de Arandas, quienes inculcaron en su familia el amor y el respeto por la riqueza cultural del país.

Tuvo siete hermanos, entre ellos Guillermo (el inventor de la televisión a color y con quien frecuentemente se confunde al muralista).

Desde niño, Coque (como lo llamó siempre con afecto su nieto Marcel) se sintió atraído por el arte. Sus primeros trabajos los realizó tallando guijarros hasta darles la forma que quería, moldeando arcilla que cocía en un horno construido por él mismo o bien dibujando tiras cómicas protagonizadas por personajes de su invención, los Chiquinitos, las cuales vendía a sus compañeros de la escuela.

Cuando la familia González Camarena se mudó a la ciudad de México, el maestro de pintura de la primaria donde estudiaba Jorge, el pintor Francisco Zenteno, reconoció sus dotes artísticas y le aconsejó ingresar a la Academia de San Carlos.

Así fue como, a los 14 años, el muchacho comenzó a asistir a la institución donde pronto se convirtió en ayudante de Gerardo Murillo,Dr. Atl, al tiempo que demostró su interés por defender al gremio artístico. Promovió el movimiento estudiantil para llevar a Diego Rivera a la dirección de San Carlos, y formó parte del consejo de maestros y alumnos para formular un plan de estudios más avanzado.

En 1929, a los 21 años, cuando se perfilaba ya como el gran artista que llegó a ser, comenzó a escribir y dibujar para publicaciones comoRevista de Revistas y Nuestro México. Al mismo tiempo, realizaba sus primeras investigaciones sobre arte prehispánico y popular, elementos que formaron parte esencial de su composición plástica.

En 1932 fue comisionado para restaurar los frescos del siglo XVI del convento de Huejotzingo, Puebla, donde radicó durante dos años.

“Tras redescubrir los frescos del convento franciscano, publicó un estudio sobre el resultado de sus investigaciones en la Revista Futuro, descubriendo que en esos muros trabajó el último pintor azteca y primer artista mexicano Marcos Cipactli, quien, como demostró mi abuelo, también pintó el lienzo original de la Virgen de Guadalupe, desmintiendo así su origen sobrenatural”, explica, en entrevista con La Jornada, Marcel González Camarena.

Así como preparaba sus pinturas con pigmentos naturales, inspirado en las técnicas de los tlacuilos del México antiguo, el pintor fue un apasionado de la música, “se incorporó tanto a la vida cotidiana de Huejotzingo, que inclusive se integró a la orquesta del pueblo, un cuarteto de música prehispánica, tocando la chirimía. Ahí comenzó a estudiar también el pensamiento mágico y las tradiciones de los antiguos mexicanos”.

En 1939, el artista pintó su primer mural, Alegoría de Zimapán, en el hotel Fundición, de Zimapán, Hidalgo. Poco más tarde, realizó uno de sus mejores trabajos, el Díptico de la vida, mural compuesto por dos tableros, pintado en el edificio Guardiola, de la ciudad de México.

Esta obra causó polémica, ya que González Camarena representó el tema de la vida con un hombre y una mujer desnudos, “dueños de la fuerza cósmica que respira la humanidad”, decía.

En defensa de la obra, recuerda Marcel, “Salvador Novo comentó ‘no es si son morales o inmorales, sino si son murales o inmurales’. Finalmente, el temblor de 1957 le causó pequeñas grietas al edificio, pretexto suficiente para que las autoridades decidieran destruir la obra”.

González Camarena es autor de obras como La erupción del Xitle, mural al óleo-cera que se ubica en el museo de sitio de la zona arqueológica de Cuicuilco, en el Distrito Federal; el bajorrelieve policromado en piedra, mosaico y pintura de hule realizado en el muro exterior de la Casa de Estudios del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, “que hoy es el símbolo de esa escuela y se reproduce incluso en los anillos de sus graduados”; así como del impresionante mural Belisario Domínguez, de 130 metros cuadrados, pintado al óleo en el plafón, y los tres muros del cubo de la escalera del edificio del Senado de la República.

El artista también trabajó en la fachada del edificio que ocupó Televicentro, ahí realizó una obra de 900 metros cuadrados, titulada Frisos de la televisión, a base de relieves escultóricos en cemento policromado con incrustaciones de cerámica, mismos que tras las remodelaciones de Televisa fueron destruidos.

En 1950 hizo otra de sus grandes obras en el edificio del Instituto

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