LA INTERVENSIÓN DE LA ESCUELAS DE EDUCACIÓN BÁSICA Y LA FAMILIA EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO.

LA INTERVENSIÓN DE LA ESCUELAS DE EDUCACIÓN BÁSICA

Y LA FAMILIA EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO.

El presente es una breve reflexión sobre cómo se construye la identidad de género, es decir, como se van adquiriendo las conductas, actitudes e incluso preferencias, que socialmente se atribuyen como propias del género femenino y masculino. En una primera parte abordaremos de qué manera influye la escuela, en particular, las prácticas de las y los docentes en la conformación de dicha identidad. Con el propósito de que tomemos conciencia de cuanto influimos en la construcción de la identidad de género, y proponernos empezar actuar desde nuestra función para revertir las praxis que históricamente han perpetuado el sexismo, la inequidad y la violencia de género.

Un segundo espacio, no por segundo menos importante, lo dedicaremos a reconocer cómo desde la propia institución de la familia se inicia con la construcción social de la identidad de género, en la cual los propios miembros de la familia, en especial las madres y padres, propician actitudes machistas, sexistas y de violencia de género, actuar que se realiza si ninguna clase de cargo de consciencia pues se le ve como algo natural. Sirviendo este reconocimiento de las situaciones contextuales con la finalidad de no sólo invitar, sino exhortar a las y los compañeros docentes a que asuman un papel orientador con las madres y padres de familia, y que en su interrelación con estos, busquen promover, ponderar y potenciar la equidad de género al interior del seno de las familias de sus alumnas y alumnos.

Intervención de la escuela en la construcción e la identidad de género

Empecemos por determinar a que nos referimos con identidad; Norma Fullen nos escribe en “La identidad de género” nos describe “identidad es el conjunto de representaciones del yo por el cual el sujeto comprueba es siempre igual a sí mismo y diferente de los otros”, sin embargo ese “igual a sí” esta influenciado por lo que la cultura a la que pertenece espera como característico de su sexo, entendido éste, como la condición biológica que lo distingue como hombre o mujer. Esta precisión se hace necesaria porque hemos tomado conciencia de que la identidad de género es una construcción, es el producto de una serie de indicadores que la sociedad, la cultura y la historia han determinado como propios de un género u otro. La misma autora nos especifica: “la identidad de género corresponde al sentimiento de pertenencia al sexo femenino o masculino”. Claro que ese sentido de pertenencia está orientado por lo que el contexto en el que estamos inmersos reconoce como propio de tal o cual género.

Hasta aquí, ¿Cuál es el problema?, el problema emerge cuando nos percatamos de que de manera regularmente inconsciente, es la escuela y especialmente las y los docentes los que influimos en nuestros alumnas y alumnos en la construcción de su identidad de género y en la ponderación de actitudes que privilegian a los unos sobre las otras. Ángeles Calero Fernández, en “Mensajes y actitudes sexistas en las aulas”, como se van dando una serie de mensajes y actitudes sexistas en las aulas, destacando que la escuela es el marco idóneo para alimentar los intereses y vehicular las expectativas de mujeres y hombres de mañana, claro que para ello se requiere un cambio urgente que se refleje en actitudes y acciones específicas para lograrlo. Por ello, es conducente identificar las áreas de oportunidad, movilizar nuestros paradigmas y reconocer que la actitud de las y los educadores, así como los materiales con que se cuenta en las escuelas reflejan sexismo e inequidad de género.

Si asumimos que las y los educadores no nos comportamos de igual modo ante las niñas que ante los niños, que atendemos a las y los alumnos en función de lo que consideramos más apropiado para su formación no como individuos, sino como lo que la sociedad les asigna como pertenecientes a un grupo sexual determinado, llegando a presentar un cúmulo de actitudes discriminatorias e inequitativas en el tarto y atención que la damos a niñas y niños, siendo estos últimos en los que recaen una serie de privilegios

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