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LA MALINCHE. MITO Y LEYENDA


Enviado por   •  26 de Julio de 2011  •  1.558 Palabras (7 Páginas)  •  3.742 Visitas

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La Malinche, Malinalli, Malintzin, doña Marina; esos nombres refieren a la mujer que nació c. 1505 en una familia azteca, de cuna noble. La fecha y localización exactas de su nacimiento no son ciertas por la falta de no tener archivos exactos. Tampoco son ciertas las circunstancias de su vida antes de llegar los españoles.

Marina nació en una familia noble en la provincia de Paynalla en Coatzacoalcos, en la región de Veracruz al sur de México. Cuando su padre murió, su madre se volvió a casar y dio a luz a un varón. Aunque Marina era la primogénita y heredera legítima, su madre y su padrastro favorecieron al nuevo bebé. Para que el varón obtuviera el puesto de poder en la familia, su madre dijo que Malinalli había muerto y la envió, calladamente, afuera del pueblo para ser esclava

Antes de convertirse en propiedad del cacique de Tabasco, Marina viajó en cautiverio desde su región natal de habla náhuatl a las regiones de habla maya en Yucatán, donde aprendió dicha lengua. Durante esta época, Hernán Cortés había llegado desde Cuba a la costa de Tabasco con su intérprete, Jerónimo de Aguilar, quien había aprendido el maya después de naufragar, ser esclavizado por los mayas de Yucatán y posteriormente rescatado por los españoles. Eventualmente, Malinalli se encontró en Tabasco, esclava de un cacique. En el año 1519, Cortés llegó a Veracruz, y Malinalli fue parte de un grupo de veinte mujeres regaladas a él. Éste es el punto de partida de lo que es su papel en la historia de la conquista de México.

Habiendo tomado la decisión de buscar favores de los españoles en lugar de pelear con ellos, los mayas les ofrecieron alimento, vestido, oro y esclavos, incluso a 20 mujeres. Aguilar, quien también se había ordenado como sacerdote, además de servir como intérprete ayudó en la conversión de los mayas. Las mujeres, Marina entre ellas, fueron bautizadas en marzo de 1519. Se desconoce la edad que tenía cuando la bautizaron.

A la hora de bautizarla, un cura español le dio el nombre de Marina. Bernal Díaz, quien fuera testigo e hiciera una crónica de esta época en La conquista de la Nueva España, se refiere a ella como Doña Marina. El homónimo del nombre español, Malina, se convirtió en Malintzin (el sufijo náhuatl "-tzin" denota respeto). Cortés era conocido como Malintzin-é, porque los indígenas no podían pronunciar bien la r española, de manera que Cortés y Malintzin eran conocidos por casi el mismo nombre. Luego, al tratar de pronunciar este nombre náhuatl, los españoles cambiaron el sonido suave de tzin-é a la ch española y el resultado fue Malinche.

Díaz del Castillo coincide en que, debido a su asociación cercana con Marina, a Cortés también lo llamaban Malinche, lo cual, de acuerdo a Díaz, se traduce como "El capitán de Marina". En el libro Conquest of Mexico, Prescott también afirma que Cortés era llamado Malinche, pero lo traduce como "capitán" y dice que La Malinche quiere decir "La mujer del capitán".

Cuando Cortés recibió las mujeres, obsequió las mujeres bautizadas a sus militares y Marina estuvo destinada primero a Alonso Hernández de Puertocarrero; luego regresó un mes después a donde Cortés. Casi de inmediato empezó a trabajar con Aguilar como intérprete. Cuando Cortés llegó a las regiones de habla náhuatl, hacia el occidente por la costa del golfo, ella interpretaba entre el náhuatl y el maya para Aguilar, quien sabía interpretar entre el maya y el español. Fue bautizada y obtuvo el nombre de doña Marina. Como traductora, Malinalli ayudaba a Cortés porque sabía las lenguas maya y náhuatl; al mismo tiempo, aprendía el español rápidamente. Como aconsejadora, avisaba a Cortés en los costumbres de los aztecas. Como amante, Doña Marina dio a luz a un niño que se llamó Martín, el hijo de Cortés. Marina rápidamente amplió sus conocimientos lingüísticos al aprender español o castellano. Se ganó la confianza de Cortés, se convirtió en su secretaria y después en su querida, y hasta llegó a darle un hijo. A Cortés se le ofrecían a menudo otras mujeres, pero él siempre las rechazaba, demostrando así su respeto y cariño por Marina. En una carta escribió, "Después de Dios, le debemos la conquista de la Nueva España a Doña Marina".

Sin duda, el punto culminante de su carrera como intérprete fue el encuentro inicial, cara a cara, entre Cortés y Moctezuma, pero asimismo participó directamente en numerosos intercambios entre los españoles y la gran cantidad de personas que encontraron y trataron. Se dice que ella favorecía activamente las negociaciones en lugar del derramamiento de sangre.

Después de la conquista, Cortés, quien ya tenía una esposa en España, demostró su respeto

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