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La Acción Cultural Y La Concienciación.


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2014  •  5.250 Palabras (21 Páginas)  •  197 Visitas

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La acción cultural y la concienciación.

TEMA: La práctica docente: rescate e innovación

EXISTENCIA EN Y CON EL MUNDO

La concienciación, al igual que la educación, es un proceso exclusivamente humano. Como seres conscientes, los hombres están no solo en el mundo sino con el mundo, junto con otros hombres.

Los hombres pueden satisfacer la condición necesaria de ser con el mundo porque son capaces de distanciarse objetivamente del mismo. Sin esta Objetivación a través de la cual también se objetivista a sí mismo, el hombre estaría limitado a ser en el mundo, careciendo tanto de autoconocimientos como de conocimiento acerca del mundo.

A diferencia de los hombres, los animales simplemente están en el mundo, y son incapaces de objetivarse a sí mismos o al mundo. Los hombres, por el contrario, que pueden superar esta adherencia y trascender el mero ser en el mundo, añaden a la vida que poseen, la existencia que construyen ellos mismos.

El ser que simplemente vive no es capaz de reflexionar acerca de sí mismo y de saberse viviendo en el mundo, el sujeto existente reflexiona acerca de su vida dentro del territorio mismo de la existencia y cuestiona su relación con el mundo. Su territorio existencial es el del trabajo, la historia, la cultura, los valores, el territorio en el cual los hombres experimentan la dialéctica entre el determinismo y la libertad.

Sólo los seres que pueden reflexionar acerca del hecho de que están determinados son capaces de liberarse.

Su reflexión conduce al despliegue de una acción profundamente transformadora sobre la realidad determinante. La conciencia de y la acción de la realidad son constituyentes inseparables del acto transformador mediante el cual los hombres se Convierten en seres de relación.

El compromiso y la distancia objetiva, la comprensión de la realidad en tanto objeto, la comprensión del significado de las acciones de los hombres sobre la realidad objetiva, la comunicación creativa acerca del objeto por medio del lenguaje, la pluralidad de respuestas frente a un desafío individual: estas dimensiones dan testimonio de la existencia de reflexión crítica en la relaciones de los hombres con el mundo. La conciencia nunca es mera reflexión acerca de, sino una reflexión sobre la realidad material.

Para el objetivismo mecánico, la conciencia es sólo una copia de la realidad objetiva. Para el solipsismo, el mundo se reduce a una creación caprichosa de la conciencia. En el primer caso, la conciencia sería incapaz de trascender el condicionamiento de la realidad; en el segundo, en la medida que «crea» realidad, constituye un a priori de la realidad.

En cualquier caso, el hombre no se compromete con la transformación de la realidad. Esto sería imposible en términos objetivos porque, para el objetivismo, la conciencia, la réplica o «copia» de la realidad, es el objeto de la realidad, y la realidad se transforma entonces a sí misma. El enfoque solipsista es igualmente incompatible con el concepto de transformación de la realidad, dado que la transformación de una realidad imaginaria es un absurdo. Por lo tanto no puede existir verdadera praxis en ninguna de estas dos concepciones de la conciencia. La praxis sólo es posible allí donde se mantiene la dialéctica objetivo-subjetivo.

La concienciación es viable sólo porque la conciencia de los hombres, aunque condicionada, puede reconocer que lo está. Esta dimensión «crítica» de la conciervn¿ ¿i ro-er ta i i las metas que los hombres asignan a sus actos de li *■ fm m Í M de la realidad. Dado que son capaces de establecer metas, sólo los hombres son capaces de correcto: el resaltado de sus acciones aún antes de iniciar la repuesta. Son seres que proyectan.

Concebimos el trabajo de un modo que lo define como exclusivamente: Una araña lleva a cabo operaciones que se parecen a las de un tejedor, y una abeja puede avergcrjtar i rr. Las de un arquitecto con la construcción de los rarales. Pero lo que diferencia al peor arquitecto de la tnejor de las abejas es que el arquitecto crea su estructura en la imaginación antes de erigirse en la realidad.

Para los hombres en tanto seres de praxis, transformar el mundo es humanizarlo, aun cuando esto no implique todavía la humanización de los hombres. Puede sencillamente implicar la impregnación del mundo con la presencia curiosa y creativa del hombre, sellándolo con la impronta de sus trabajos. El proceso de transformación del mundo, que revela la presencia de hombre, puede conducir tanto a la humanización como a su deshumanización, a su crecimiento o a su reducción. Estas alternativas revelan al hombre su propia naturaleza problemática y le plantean un problema, ya que le exigen que escoja un camino u otro.

Sólo los hombres son capaces de humanizar o deshumanizar. La humanización es su utopía, que anuncian al denunciar procesos de deshumanización.

Sin reflexión crítica no existe finalidad alguna, y la finalidad no significa nada al margen de una serie temporal ininterrumpida de acontecimientos. Para los hombres no existe un ‘«aquí» relativo a un «allí» que no se relacione con un «ahora», un «antes» y un «después». Los hombres no sólo construyen la historia que los constituye, sino que pueden dar cuenta de esta historia de creación mutua.

Existe otra distinción fundamental entre las relaciones del hombre con el mundo y los contactos de los animales con el mismo: sólo los hombres trabajan.

La acción es trabajo no en función del mayor o menor esfuerzo físico empleado por el organismo que actúa, sino por la conciencia que posee el sujeto de su propio esfuerzo, su posibilidad de programar la acción, de crear herramientas y utilizarlas para mediar entre sí mismo y el objeto de su acción, de tener objetivos, de anticipar resultados. Más aún, para que la acción sea trabajo, debe producir resultados significativos, que si bien son distintos del agente activo, al mismo tiempo le condicionan y devienen objetos de su reflexión. A medida que los hombres actúan efectivamente sobre el mundo, transformándolo con su trabajo, su conciencia se ve a su vez condicionada histórica y culturalmente a través de la <inversión de la praxis>. Según la calidad de este condicionamiento, la conciencia de los hombres alcanza varios niveles en el contexto de la realidad histórico-cultural.

CONDICIONAMIENTO HISTÓRICO Y NIVELES DE CONCIENCIA

Para entender los niveles de conciencia, debemos concebir la realidad histórico-cultural como una superestructura en relación a una infraestructura.

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