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La Antropología Social: Una Prospectiva En La Salud pública


Enviado por   •  13 de Marzo de 2013  •  2.195 Palabras (9 Páginas)  •  604 Visitas

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La antropología social: una prospectiva en la salud pública

Uriel Andrade Camacho1

Al doctor Gonzalo Aguirre Beltrán, in memoriam

Un amplio campo de estudio tiene la antropología social: analiza los cambios que ocurren en nuestra sociedad, tales como los políticos, económicos, culturales y sociales, entre otros, con el propósito de comprenderlos y darlos a conocer a otros grupos sociales para que estos adopten o rechacen los patrones de conducta de otra sociedad.

En el área de la salud pública, la antropología social está cobrando enorme importancia. Su finalidad primordial es presentar, estudiar y sugerir cambios a ciertos hábitos que afectan de forma negativa a una comunidad. Para lograr dicha transformación, es necesario comprender la naturaleza de los hábitos y la cultura de esa población, tarea propia del antropólogo social, quien servirá de mediador entre la comunidad y los trabajadores de la salud, podrá coordinar e intercambiar conocimientos con unos y otros, y proporcionará una ret roal imentación entre el paciente, el antropólogo social y el sanitarista, por ejemplo, en la meta de permear un programa de salud que se compone de hábitos de higiene, planificación y control de la natalidad, entre otros aspectos.

Ciertos estudios efectuados en varios países —algunos de ellos de América Latina— indican que si el personal de salubridad estuviera familiarizado con la cultura de la población a la cual atenderá y además de eso conociera los problemas locales de salud y enfermedad, podría alcanzar un alto nivel de eficiencia en su labor de prevención y atención de las enfermedades.

La relación sanitarista-antropólogo social

El antropólogo social ofrece dos posibilidades al trabajador de la salud: una perspectiva que facilita al sanitarista un conocimiento del grupo social en el que va a trabajar, y algunos métodos y técnicas específicas para hallar la solución a los problemas de la localidad.

El antropólogo es un profesional que facilita la labor socializadora; por lo tanto, es fundamental su apoyo en las campañas de salud pública. Algunas tareas pueden encomendarse sin dificultad a los especialistas en salud. Teóricamente, todos los organizadores y sanitaristas forman parte del programa de protección a la salud y deben tener una formación humanística básica debido a que sus funciones implican la toma de decisiones respecto de los cambios de una población. Sin embargo, en la práctica, esta preparación es precaria, incluso en el caso de los sanitaristas, quienes están en contacto directo con la población. Por lo anterior, y debido a que no todos los problemas que aparecen en los programas de salud pueden resolverse fácilmente, resulta urgente la presencia del antropólogo social.

La antropología social es una ciencia muy joven en el campo de la salud, o más bien, muy poco involucrada. Aún falta conocer una fórmula general para modificar exitosamente los malos hábitos de la salud. Por ello es indispensable estudiar y resolver separadamente cada problema, y en esto el antropólogo social puede ser de gran utilidad.

El Comité de Expertos de la Organización Mundial de la Salud define la educación para la salud como “el conocimiento e interés por aquellas experiencias del individuo, el grupo o comunidad que influyen en las creencias, actitudes y conducta respecto a la salud, así como a los procesos y esfuerzos para producir cambios a fin de lograr tales cambios”. Dicho Comité refiere los “esfuerzos formales adecuadamente planteados para proporcionar experiencias acordes al tiempo, lugar y forma que conduzcan al logro de los conocimientos, las actitudes y los tipos de conducta favorables a la salud individual, del grupo o comunidad”.

El doctor Gonzalo Aguirre Beltrán y otros autores consideran la educación para la salud como un medio para mejorar la salud individual y colectiva; como el desarrollo de un sentido de responsabilidad del individuo hacia su propia salud, y como una fase de los programas de instituciones de salud pública y hospitalaria. En todo caso, la educación se basa en conocer los problemas de salud y en la posibilidad de influir en ellos con el propósito de promover, restaurar y mantener la salud.

Además, la educación para la salud intenta llenar el vacío entre lo que se conoce científicamente acerca de la conducta necesaria para obtener un nivel óptimo de salud y lo que realmente practica la población. Así, los esfuerzos en la educación para la salud deben enfocarse, en primer lugar, al individuo que carece de los conocimientos para mantenerla y, en segundo término, al individuo que, teniendo tales conocimientos, no los practica por diversas razones. Al tratar de llenar el vacío, la educación para la salud no sólo concierne al individuo para obtener el máximo nivel de salud posible.

El profesional de la salud —y específicamente el sanitarista— tiene un campo sumamente fecundo para el desarrollo de las actividades relacionadas con la educación para la salud pública. Su posición social como experto en asuntos de salud, pero su escasa formación humanística, hace que su trabajo sea difícil de concretar; ahí es donde entra en acción el antropólogo social y su ascendiente frente al paciente, los familiares de éste y la comunidad, convertidos en espacios indispensables para la formación de actitudes y conductas favorables para la salud individual y colectiva. La presencia de ambos permite informar, sugerir e inclusive indicar tipos de conducta deseables para la promoción y mantenimiento de la salud y la prevención de la enfermedad.

Dentro de los niveles de la medicina preventiva establecidos en la educación para la salud, apoya definitivamente las acciones que se siguen en los niveles subsiguientes (prevención específica, diagnóstico temprano, tratamiento oportuno y rehabilitación).

La educación para la salud es una rama especializada de la salud pública; como tal, tiene un cuerpo de conocimientos y técnicas que conjunta tanto a las ciencias de la salud como a las ciencias sociales. El educador en salud debe manejar conceptos relacionados con la conducta humana, las características sociales, culturales y económicas de la población, las motivaciones y las barreras hacia los cambios de conducta, y asimismo debe tener un sólido conocimiento de la epidemiología de las enfermedades infecciosas y crónicas y de la patología social.

Por tanto, la educación para la salud explora constantemente nuevos horizontes en los campos de la psicología social, la

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