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La Construcción De Ciudadanía Democrática En La Escuela Primaria.


Enviado por   •  28 de Agosto de 2013  •  1.096 Palabras (5 Páginas)  •  442 Visitas

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La construcción de ciudadanía democrática en la escuela primaria.

Por el Profr. Juan Pérez Medina (Red MovPAP)

La violencia es el signo de nuestros días, las causas que la generan son diversas, pero fundamentalmente se encuentran alojadas en aquellas que generan la desigualdad y la exclusión, expresada en múltiples elementos como la pertenencia a algún grupo étnico, el sexo, la condición socioeconómica, las creencias, el color de la piel, etc. Aquellas, a su vez, son expresiones de las relaciones de poder que se establecen en el marco del estado y sus formas estructurales de desarrollo. No es vano mencionar que la violencia es una consecuencia de las formas culturales creadas por el modo de producción imperante en cada circunstancia histórico/concreta; por lo tanto, el papel de la escuela ante estos hechos, sobre todo en situación de resistencia y cambio, se inscribe en la tarea de construir una alternativa de ciudadanía que se caracterice por ser, crítica, participativa y democrática, cuyo objetivo final sea la de contribuir a la construcción de una sociedad justa y libre.

La escuela no es un espacio neutral, sino que en ella converge la vida misma con todas sus cargas socioculturales. Es por ello un espacio de oportunidad para construir los valores de la verdadera ciudadanía democrática. Aquella en que el ciudadano es un sujeto de derechos y deberes recíprocos y mancomunados; que como individuo social tiene la responsabilidad y asume el compromiso de “profundizar la democracia cívica; la democracia económica y la democracia política” (José Domínguez, mayo 2005).

La construcción de una ciudadanía verdaderamente democrática es, específicamente en la escuela, garantía innegable de la expansión de posibilidades para la convivencia armónica y, por tanto, para el aprendizaje. Cuanto más ciudadanía más responsabilidad, cuanto más democracia más condiciones para construir y apropiarse de nuevos saberes.

Las relaciones de poder creadas en el ámbito social se expresan en la escuela a partir de estructuras verdaderamente jerarquizadas y de tradiciones autoritarias propias de las sociedades de democracia formal y representativa que limitan la expresión verdadera de ciudadanía democrática, en donde los maestros y, sobre todo los alumnos, no son sujetos de derecho, sino subordinados a las reglas del poder verticalmente constituido.

Los procesos de aprendizaje se desarrollan en este marco y se fortalecen mediante el ejercicio de una práctica docente desprovista de libertades suficientes para asumir compromisos éticos de cambio, sobre todo cuando se cree que la función de la escuela está limitada a transmitir conocimientos y no a constituir ciudadanos cívicamente comprometidos, culturalmente tolerantes y socialmente solidarios, que hagan posible superar la dramática situación social en que nos encontramos.

La cuestión de la ciudadanía democrática en las escuelas se centra en la idea de que es un asunto que viene de fuera y se impone como algo necesario. Las formas de entender y vivir en la escuela ya están previamente establecidas y aceptadas, razón por la cual solo hace falta que todos nos adaptemos a ellas, aunque signifiquen (Viñao Frago, 1985), la estrategia deliberada para “silenciar y frenar más que para dar vida y llevar a debate los verdaderos problemas y conflictos”.

Así pues, es necesario construir la democracia en la escuela como un ejerciccio en donde se forme ciudadanía real y consciente. La acción educativa que conlleva esta iniciativa pasa por la necesidad de desestructurar las relaciones de poder creadas, tanto estructurales como funcionales y aceptar horizontalizar la vida escolar, mediante la participación y el diálogo permanente; tomando en consideración que quienes asisten a nuestras escuelas son los educandos más afectados por estas relaciones de poder injustas, pues pertenecen a los estratos sociales mas vulnerables y, adolecen de los códigos sociales que la sociedad más avanzada domina en el proceso de la interacción y el diálogo. Su grado de exclusión social se expresa en la escuela como fracaso escolar, repitencia y alta deserción; por lo tanto, será necesario tomar previsiones para atender, como parte de los resultados esperados, la mejora de estos índices.

Constituir una escuela que construya ciudadanía democrática pasa por la necesaria redefinición del rol del docente, quien debe comprometerse con esta nueva situación que se ha de caracterizar por una praxis profundamente crítica de sí y del contexto, lo que implica repensar la práctica y las relaciones que en ella se crean o se recrean, abandonando las concepciones memorísticas y descontextualizadas de los aprendizajes, mediante la revisión y transformación del currículo para hacerlo más flexible, significativo y pertinente. Lo anterior, nos lleva a replantear el diseño curricular oficial y adaptarlo a nuestros objetivos. Significa abandonar lo establecido y avanzar por medio de la participación, la colaboración y el diálogo en su recontextualización y reconstrucción para hacerlo más eficaz para el aprendizaje, pues se trata de que esté centrado en el interés y las necesidades de aprendizaje de los educandos. Establecer nuevas metodologías de trabajo que conlleve al docente a investigar lo qué hace, la forma en qué lo hace y para qué lo hace. Se trata de asumir pues un nuevo rol en donde se deseche la idea de que todo ya está hecho y solo hay que vaciarlo en la cabeza de los alumnos. Se trata de reconocer que nadie llega a la escuela sin conocimientos previos y que éstos requieren ser reconocidos, que hay un contexto histórico concreto que determina las condiciones de cada quien y establece su modo de estar y de integrarse al colectivo escolar. Qué su condición de docente comprometido obligan a reconocerse y reconocer a quienes están interactuando junto con él y asumir las ventajas que esto tiene sin prejuicios falsos acerca de lo que significa interactuar de manera dinámica con los padres de familia y la comunidad.

Diagnosticar de manera participativa la realidad que nos atañe, nos conduce a la definición de objetivos y acciones comunes y a una adecuada distribución de responsabilidades. La necesidad de construir estrategias que den pauta para la inclusión sistemática de los educandos en las tareas escolares y, sobre todo, aquellas que tienen que ver con su propio aprendizaje. Se trata de un proceso de construcción de espacios para la participación, que posibiliten la cimentación de autonomías, de normas de conducta en colectivo, de principios de convivencia, solidaridad y respeto por el otro, en este marco de formación de ciudadanía democrática. Esta propuesta tan necesaria es en esencia, revolucionaria y opuesta a la que se nos ofrece desde el currículo oficial. Llevarla a cabo implicará desafiar esta realidad y asumir con convicción el conflicto permanente con el status social creado. Pero sin duda esta es una tarea impostergable para todos los educadores y educadoras.

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