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La Educación Preescolar En México


Enviado por   •  8 de Agosto de 2011  •  1.070 Palabras (5 Páginas)  •  1.619 Visitas

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La Educación Preescolar en México

Hasta hace relativamente poco tiempo, la responsabilidad de la atención y educación de la primera infancia era vista como un asunto de competencia estrictamente privada. Prevalecía la idea de que eran los padres (y más específicamente de las madres) quienes debían ocuparse del cuidado y estímulo de los niños pequeños. Se asumía que el dominio público tenía poco o nada que hacer al respecto (salvo, quizá en casos muy particulares de niños abandonados, maltratados o en de extrema pobreza). Esto permite explicar por qué las políticas públicas de educación preescolar universal han tardado tanto en volverse prioritarias, y asimismo, cuál es la razón de que algunos países como México hayan tardado tanto en convertir a la educación preescolar en un subsistema con carácter obligatorio. Sin embargo, en los últimos años ha habido un avance significativo en este sentido. Cada vez es más aceptado el punto de vista de que la socialización de los niños pequeños constituye una responsabilidad social compartida que debe recaer tanto en las esferas públicas como en las privadas, y que la función del Estado es fundamental en este aspecto. La población y el gobierno Mexicano han terminado por aceptar que tanto la atención prestada en el hogar, como la que brindan los servicios educativos formales, tienen un papel importante qué jugar en el desarrollo infantil, y que los niños pequeños pueden y deben beneficiarse de ambos niveles.

Las nociones sobre la infancia también han variado históricamente. Mientras se consideró a la niñez como una etapa inmadura o incompleta de la vida adulta, las políticas educativas dedicaron escasa atención al desarrollo infantil temprano y al estímulo de las potencialidades humanas que comienzan a desarrollarse en los primeros años de vida. En la medida en que la visión sobre la infancia logró identificarla como una etapa distinta a la edad adulta, con características psicológicas específicas y necesidades afectivas, lúdicas, motrices y cognitivas particulares, el énfasis sobre la importancia de intervenciones temprana formales cobró mayor interés y cuidado tanto por las autoridades comprometidas con la toma de decisiones en materia de educación, como por los padres de familia y los propios profesionales de la práctica educativa.

Pero la mera distinción de la niñez como una etapa especial y diferente a otras edades de la vida no es suficiente. Si bien es admitida en general la idea de las particularidades propias de la infancia, aún es insuficiente el reconocimiento que se otorga el valor intrínseco que tiene la vida infantil como tal. Ha sido común orientar las políticas y prácticas educativas hacia el aprovechamiento de la infancia como un medio para la organización de la vida adulta, o en su caso, al menos, para la preparación al desempeño en la vida escolar posterior. De esta forma, se piensa en la experiencia preescolar sólo como un factor de desarrollo de habilidades que conduzca a facilitar el buen desempeño en la escuela primaria, y a ésta como un preparativo para la escolaridad del nivel de secundaria.

Las aportaciones de filósofos, psicólogos y pedagogos de las últimas décadas del siglo XX impusieron distinciones precisas entre diferentes periodos o etapas de la infancia que han repercutido en la planeación y ejecución de programas educativos cada vez más diferenciados por edades y niveles de maduración. La intención manifiesta en el Programa

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