La Formación Docente Y Sus Desafíos Ante Un Mundo Globalizado

La formación docente y sus desafíos ante un mundo globalizado

La labor docente comprende una serie de conocimientos y experiencias, dadas desde su formación académica y su práctica en el aula, entre otros contextos, Mockus (Como se citó en Pulido, 2005) piensa que el aprendizaje en el maestro debe ser un proceso integral desde su etapa inicial, pasando del análisis y aplicación de la disciplina en el aula al discurso que permite discutir y debatir basándose en una pedagogía compleja.

De esta forma, a través de la sana deliberación se puede romper el dogmatismo y formar una juventud libre, responsable, abierta al cambio, analítica, crítica y tolerante frente a los puntos de vista de los demás. (Pulido, 2005).

Por eso, más allá de la formación académica, el docente en su etapa de educación profesional y en su trabajo inicial con los educandos busca propiciar espacios de reflexión dentro de sus actividades con sus estudiantes y que el desarrollo del que hacer pedagógico con ellos sea una interacción más allá del objetivo de enseñar y aprender, y abarque otros aspectos que hacen parte de la formación del ser humanos en la sociedad.

Pero esa finalidad social no solo recae en los educandos, también en el docente, por eso “(…). Su formación apunta al desarrollo, además de sus competencias científicas y técnicas, de competencias personales para lograr una visión integral y humanista que le permita asumir cambios materiales y culturales en su entorno”. (Pulido, 2005, p.77).

Es así que mirando al maestro como un ser integral se evidencia la necesidad de su formación en el saber pedagógico, pero además el fortalecimiento de sus valores y demás componentes humanos. Cuando el individuo asume el compromiso de enseñar entiende las dimensiones del saber, tomando los conocimientos y transformándolos en objeto de su enseñar, de aquello que pone en práctica en el ejercicio de su labor y la relacionada con los retos propios de la acción educativa. (Pulido, 2005). Así se logra ver al maestro como una unidad estructural, integrada y compleja cuya formación es indispensable en su excelente desempeño, desde la academia y la experiencia.

El nivel profesional del maestro, dado a un buen desempeño “(…). Puede entenderse de dos maneras: como mejoramiento de las condiciones de trabajo del maestro y como desarrollo de su capacidad profesional, o sea lograr las aptitudes y competencias necesarias para el desarrollo de una buena docencia”. (Camargo, et al., 2004). Su eficiente trabajo no depende solamente a un sentido de vocación, también debe estar dado a unos escenarios propicios para una buena labor que cumpla sus expectativas, haciendo referencia a los marcos políticos e institucionales, a buenos ambientes en su área de trabajo y a tener los recursos suficientes para brindar una educación sin restricción alguna. Para enseñar de tal forma, se necesita que el educador tenga unas óptimas bases cimentadas en su aprendizaje universitario, tanto teórico como practico, aplicado a las circunstancias diarias de la escuela.

Un factor de inconformidad en los maestros es el poco reconocimiento a su labor y por lo tanto, no se ve retribuido de alguna forma, para motivar el mejoramiento permanente. Viéndolo desde un punto de vista social, la imagen del maestro en el país no está bien posicionada, siendo conscientes de la importancia en la estructura social de la nación, sin embargo, ésta ha sido relegada a lugares poco privilegiados, cambiando el concepto de docente, tergiversándolo, es así que aunque los profesionales de la educación sean de alta calidad, no sea reconocido su trabajo como antes, por lo contrario, se ha creado una

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