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La Identidad Del Docente Siglo XX


Enviado por   •  18 de Febrero de 2013  •  1.556 Palabras (7 Páginas)  •  639 Visitas

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LA IDENTIDAD DEL DOCENTE EN EL SIGLO XXI

En una visión a largo plazo, la formación de los maestros no sólo es asunto central para mejorar la Educación sino constituye el mecanismo fundamental para reoxigenar el Sistema Educativo: los nuevos maestros no son sólo sustitutos de los que mueren o se jubilan, son la vía por la que el Sistema renueva sus prácticas, cuestiona sus tradiciones, acepta nuevas visiones teóricas, se abre al conocimiento y se revitaliza.

En este México empobrecido en donde la sobrevivencia ha llegado a ser la preocupación más latente de todos los habitantes, país de intensos trabajos y escasos recursos, y de mermadas oportunidades.

La profesión del maestro tiene muchos rasgos oscuros. Como la corrupción en el medio magisterial, pues hay reglas de juego poco edificantes, simulaciones a las que hay que resignarse, abusos que hay que callar aunque molesten y poderes nada éticos con los que hay que transigir.

Es difícil hablar del maestro y de su formación, pues en realidad hay muchos maestros y son innumerables sus perfiles y sus experiencias de formación. Pero es inevitable generalizar, a sabiendas de que carecemos de suficientes evidencias para demostrar que la imagen promedio que presentamos es justa y acertada.

Visto estructuralmente, el sistema de formación y actualización del país es complejo y heterogéneo: intervienen en él instituciones muy diferentes: Escuelas Normales de diversos tipos, Universidades Pedagógicas con variados programas, instituciones Universitarias, Centros de Maestros, Centros de Actualización del Magisterio, Sistemas a distancia, Dependencias Federales y Estatales, Instituciones Privadas.

El carácter de Enseñanza Superior que se dio a la formación magisterial desde 1984 está muy lejos de haber tenido un efecto real en sus concepciones curriculares y sobre todo en los procedimientos académicos internos que debieran asemejar esta formación a las demás carreras universitarias.

En respuesta a las demandas del magisterio, el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica y Normal (ANMEB) incorporó en 1992 como uno de sus componentes fundamentales la renovación de la formación docente, y desde hace cinco años se puso en marcha el Programa para la Transformación y el Fortalecimiento Académicos de las Escuelas Normales, así como el Programa Nacional para la Actualización Permanente de los Maestros de Educación Básica en Servicio (Pronap), ambos con objetivos y alcances bastante limitados.

En suma, nuestros modelos de formación y actualización magisterial muestran síntomas de agotamiento, dispersión y, en cierto sentido, de derrota. El proceso de reforma de las normales es en la práctica muy débil; la UPN no acaba de encontrar su lugar y desempeña funciones de docencia e investigación escasamente pertinentes a sus propósitos originales; y los maestros (con notables excepciones de grupos que trabajan clandestinamente por superarse) están desarmados pues, como ha dicho un investigador (Alberto Arnaut, 1996: 243), el

SNTE les ha expropiado sus derechos profesionales monopolizando las iniciativas de renovación y con frecuencia subordinándolas a intereses ajenos a su objetivo. No hay aún consensos sobre los caminos que debamos emprender en el futuro en esta materia ni un claro liderazgo de parte de las autoridades.

Desde su presentación (2008) por la cúpula del Sindicato Nacional de los Trabajadores de las Educación (SNTE) la llamada Alianza por la Calidad de la Educación fue señalada como producto de una imposición al Gobierno Federal por la Presidencia del Organismo Gremial. Los señalamientos más severos son que procede de un principio vertical o coercitivo; que no es producto del diálogo entre los protagonistas de la Educación; que incluso pasa por encima del Plan Sectorial de Educación 2007-2012; por lo que su verdadero objetivo es Político y no Educativo. Por otra parte organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) celebraron su aparición, ignorando estos organismos internacionales que no es producto de una política pública sino de una propuesta sindical más preocupada por mantener su coto de poder que contribuir con el desarrollo educativo nacional.

Como podrá observarse la Alianza por la Calidad de la Educación, no es un instrumento de Política Educativa Nacional, sino un documento que hace honor a la retórica del cambio, donde los apóstatas de la Educación aparecen como apóstoles.

Hay un cierto consenso en que, “sin la voluntad de los profesores de asumir el protagonismo que les compete” (Muñoz-Repiso, 2002:176), poco pueden hacer las imposiciones externas o los incentivos económicos. Desde los estudios de Jennifer Nias (1981), el compromiso del profesorado ha sido considerado como un factor crítico para la mejora de la enseñanza. Suele distinguir a los enseñantes que tienen la enseñanza como un mero trabajo, de aquellos otros que se preocupan y apasionan con la labor que pueden desempeñar con los alumnos. En este sentido es un atributo definitorio del buen profesor. Refleja el punto donde se une lo racional y lo emocional.

Dado que la enseñanza

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