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La Ideología Moral De Stuart Mill: Latente O Carente En Nuestros días


Enviado por   •  23 de Noviembre de 2012  •  1.555 Palabras (7 Páginas)  •  951 Visitas

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Si en este momento me tuviese que plantear una visión objetiva del mundo sería incapaz y John Stuart Mill diría que no soy libre, que soy una gran manipulada del Sistema ya que si no conozco lo que ocurre a mi alrededor, nunca seré capaz de alcanzar la libertad.

John Stuart Mill fue un auténtico liberal que obtuvo una formación muy completa en los campos de la filosofía, historia, y las lenguas clásicas. En el terreno de la economia política fue educado en las teorías de Bentham, Adam Smith y Ricardo, pero era tan sensible a las cuestiones sociales que a los 20 años, en 1826, sufrió una crisis intelectual que le llevó a rebelarse contra los valores en los que había sido educado. Se abrió a nuevas corrientes intelectuales como el Positivismo comtiano, el Romanticismo y el Socialismo. Creía en el mercado pero defendió la acción de los sindicatos, confiaba en el sistema pero reconocía sus deficiencias; parecía que ya en aquella época sabía que capitalismo y ética serían dos sistemas condenados a vivir separados.

Si John levantara la cabeza hoy y se diera cuenta de que los sindicatos o la socialdemocracia han pasado a un segundo plano hasta en términos presupuestarios por ser calificados de antiguos y anticuados (entre otros), probablemente y dado que su vertiente más ética procedía de la influencia utilitarista de Benthan1 y de su propio padre, diría que tenemos que empezar de cero otra vez… diría que no somos libres, diría que si queremos salir de la crisis necesitamos impregnar a la teoría económica de perspectiva ética. Probablemente es su perfil utilitarista el que le llevaría a luchar por un mundo contemporáneo en el que se redujera la desigualdad y la polarización social, en el que se produjeran bienes duraderos, en el que se desarrollaran las energías alternativas renovables y por último lucharía por eliminar la especulación financiera sobre bienes alimentarios, energéticos y monetarios. Se daría cuenta de que todas estas batallas llevarían a una disminución del output, pero el incremento en la estabilidad, la soberanía y la satisfacción de las necesidades humanas haría a la población más libre. No hay que olvidar que Mill era un pensador, político y escritor que quería cambiar el mundo y hacer mejor a la humanidad en la línea progresista abierta por el positivismo de Augusto Comte.

Las numerosas crisis que llevamos viviendo desde el año 2008 son el resultado de una sociedad que se encuentra en un barco sin rumbo, parece que el progreso es más una aspiración que un logro2. Hoy en día la libertad se ha convertido en algo subjetivo; todos somos muy libres de hacer lo que queremos pero a la hora de llevar esto a la práctica, hay una coacción que nos impide hacer uso de nuestra libertad; llámese manipulación de los medios de comunicación, llámese carencias en la educación, decretazos…

Resulta fascinante cómo Stuart Mill en su libro Sobre la libertad nos lleva a una época 150 años atrás, en la que la libertad era un proyecto presente, y no un recuerdo añorado. En él, expone que son tan útiles las opiniones diversas como las diferentes maneras de vivir. La aceptación de esto llena de valores a la gente, según explica Mill porque la libertad encuentra su fundamento en el principio de felicidad máxima. Según esto, se podría considerar libre a un hombre que maltrata a su mujer porque para él es una forma de vivir, pero es obvio que no lo es, porque se limita la libertad de la mujer con ello y en realidad todos los planteamientos que se hace Stuart Mill llevan a la misma respuesta “la libertad de uno termina donde empieza la del otro”.

Para él la democracia pura estaba unida a la exigencia de una sociedad en la que la mayoría alcanzase la condición de individuo, de ahí su enérgica defensa de le educación pública para todos.

El problema viene de que Mill presupone la bondad de las personas por naturaleza (quizás debido a que fue educado en el racionalismo) pero vemos en nuestros días cómo la codicia, la envidia o el egoísmo están más presentes en nuestro modus operandi que la propia bondad y solidaridad.

1. La base del utilitarismo se resume en buscar el máximo bienestar del mayor número de individuos, la felicidad general (General Happiness), apelando al sentido común de los seres humanos para ser tenido como principio y guía de la acción.

2. John Stuart Mill: “No hay mejor prueba del progreso de la civilización que el progreso del poder de cooperación”.

A pesar de esto, es reseñable decir que el concepto de libertad de expresión fue desarrollado por él y aunque hemos vivido tiempos mejores, en la actualidad tiene bastante vigencia en el mundo occidental,

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