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La Masoneria


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2011  •  2.853 Palabras (12 Páginas)  •  622 Visitas

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NARIÑO Y LA MASONERIA

Por: Luis Duque Gómez Tomado de: Revista Credencial Historia.

(Bogotá - Colombia). Edición 48

Diciembre de 1993

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El masón está obligado a obedecer la ley moral y por consiguiente sus actos deben ajustarse rigurosamente a su propia conciencia. Jamás podrá ser un ateo ni un dogmático o religioso. La tolerancia y el amor a sus semejantes deben estar presentes en todos los ángulos de su vida de relación. Debe ser hombre activo, estudioso, amante de la verdad y justo en sus conceptos y decisiones. El masón está, pues, obligado a mantenerse alejado de los vicios y a procurar su propio perfeccionamiento mediante el trabajo y la superación de sus defectos. A nadie puede estorbársele su ingreso a la masonería por razón del credo religioso que practique, ni a nadie, después de ser aceptado, se le obliga a cambiar de fe o a obrar en contra de las religiones establecidas [...] En el seno de esta institución se observa un culto ardiente por la libertad y por ello los masones luchan contra la esclavitud en todas sus formas".

Así resume los principios de la masonería Américo Camicelli, y tal fue el código de normas morales y políticas adoptado por la Gran Logia de Londres, establecida en el año de 1717, inspirado inicialmente en los principios mismos de la doctrina cristiana, algunos de cuyos postulados se remontan también hasta la doctrina estoica, de raíz socrática, que reforzó sus postulados filosóficos "con la afirmación de que todos los hombres son iguales, libres y capaces de alcanzar la virtud [...] argumentando que la única esclavitud era la ignorancia y la verdadera libertad, el saber", como señala Pedro Pablo Peña.

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Antonio Nariño. Litografía, de Lemercier, sobre dibujo de José María Espinosa,

impreso en París por Lisveille. 46 x 31.5 cm. Museo Nacional, Bogotá.

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La masonería fue introducida en España por el duque Felipe de Wharton, Gran Maestro de la Gran Logia de Londres en 1722, nombrado ministro inglés ante el gobierno español, quien organizó el grupo en la ciudad de Madrid, en abril de 1728, con el nombre de "Matritense". Posteriormente se fundaron células similares en Cádiz, Sevilla y otras ciudades españolas, logrando infiltrar las altas esferas oficiales de la monarquía, como ocurrió con don Pedro Rodríguez, conde de Campomanes, miembro de una de las logias de Madrid, nombrado fiscal del Consejo de Castilla. Más tarde, en 1767, fue designado como jefe de la masonería española don Pablo Abarca y de Bolea, décimo conde de Aranda, exaltado por Carlos III al cargo de presidente del mismo Consejo y quien al parecer inspiró al monarca la Real Pragmática Sanción, que expulsó a los jesuítas de todos los dominios de España.

Las logias masónicas se extendieron rápidamente a través de la América anglosajona y sus postulados fueron abrazados por la mayoría de los protagonistas que lucharon y lograron la feliz culminación del movimiento libertario. Estos postulados y las doctrinas del cristianismo inspiraron a Thomas Jefferson, en 1786, el famoso texto de la Declaración de Independencia. Tres años más tarde, la masonería francesa tomaba parte activa en el movimiento revolucionario, apoyando la lucha contra el feudalismo y respaldando la implantación de los "Derechos del Hombre", proclamados en agosto de 1789, acto que aseguró la instauración de un gobierno democrático. El 29 de agosto de 1793 se declaró la abolición de la esclavitud.

Tal era el mensaje político y filosófico que llegaba a las colonias de la América española, a través de publicaciones que se leían clandestinamente y de las sociedades secretas que empezaban a surgir en la capital del Virreinato, como la establecida por Nariño en asocio de su amigo el médico francés Luis de Rieux, masón, con el nombre de Arcano Sublime de la Filantropía, que simulaba ser sólo una sala de lectura que servia de tertulia a miembros distinguidos de la sociedad santafereña. De su seno surgió, seguramente, la idea de la traducción y publicación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

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Prueba masónica.

Grabado de Ricardo Moros Urbina.

Museo del Siglo XIX, Bogotá.

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De estas convicciones hace confesión Nariño a sus fiscales cuando, en 1794, se le inició proceso por la edición en su imprenta, sin licencia previa, del referido "papel". En su encendida declaración de descargos de las acusaciones que se le imputaban, Nariño hizo la apología de tales principios y doctrinas, lo que causó más sorpresa y escándalo que la misma publicación, entre los oidores del Tribunal de la Real Audiencia, ignorantes por completo de las corrientes nuevas del pensamiento filosófico y político, a pesar de que éstas aireaban ya los círculos intelectuales allegados a la Corona.

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Cámara del Gran Elegido y Perfecto Masón, Grado 14.

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En memorial dirigido a Su Majestad a propósito de la supuesta gravedad de las escandalosas declaraciones del reo, hicieron, entre otras, las siguientes consideraciones, que ponen bien a las claras su ignorancia total de la evolución de las ideas políticas y de la ciencia impulsada en el "siglo de las luces" desde los claustros universitarios y a través de los enciclopedistas, cuyos mensajes habían llegado ya al Nuevo Reino de Granada con Mutis y con los últimos virreyes, como fue el caso de Caballero y Góngora y de Ezpeleta.

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